Ludwig Wittgenstein (1889-1951) es un filósofo austriaco nacionalizado británico. Estudió ingeniería y se dedicó a la lógica y a las matemáticas. Conforme profundizaba en estas disciplinas se despertaban en él intereses filosóficos. Será considerado el principal representante de la llamada filosofía analítica, filosofía que se ha dedicado al estudio del lenguaje: Dos son sus obras fundamentales: Tractatus logico-philosophicus e investigaciones filosóficas. Cada una de ellas representa una forma de acercarnos al lenguaje: o bien buscamos un lenguaje ideal al que se tienen que adecuar todos los lenguajes, o bien respetamos cada tipo de lenguaje sin establecer comparaciones. Esta disparidad de acercamientos ha hecho que se hable de dos Wittgenstein: el primero (el del Tractatus) y el segundo (el de las Investigaciones filosóficas).
1. El lenguaje como imagen
Para el "primer Wittgenstein", el lenguaje es una representación del mundo. El mundo es un conjunto de hechos, los cuales son representados por el lenguaje. La función del lenguaje es ofrecernos una imagen, un cuadro, de la realidad. Por tanto, los límites del lenguaje son los límites del mundo. Entre realidad y lenguaje se establece un fuerte paralelismo, con lo que, para decir el mundo, para representarlo, sólo hay un lenguaje adecuado: el lógico o científico. Pero, si esto es así, ¿qué pasa con otras cuestiones más importantes que quedan fuera del lenguaje científico (la ética, la religión, los sentimientos, etc.)? ¿O qué pasa con el lenguaje que utilizamos para hablar de la relación entre lenguaje y mundo (precisamente lo que está haciendo él en el Tractatus? Muy fácil: carece de sentido. "De lo que no se puede hablar, mejor es callarse", nos dice al final de esta obra.
Y él, consecuente con esto, se retiró del mundo de la filosofía: se dedicó a la educación infantil, a la jardinería y a la arquitectura.
2. El lenguaje es un juego
Pero Wittgenstein regresó; aunque con una teoría del lenguaje diferente y muy novedosa. No hay ningún lenguaje ideal (como el científico) por el que se deben regir el resto de lenguajes. Cada lenguaje tiene su propia gramática, sus propias reglas. Hablar un determinado tipo de lenguaje es seguir unas ciertas reglas y normas, como en un juego. No hay un lenguaje, sino muchos lenguajes, una pluralidad de "juegos de lenguaje", y cada uno tiene detrás una forma de vida.
3. Filosofía y lenguaje
Para el Wittgenstein del Tractatus, la filosofía tiene una labor crítica: indicar cuándo un determinado tipo de lenguaje ha dejado de tener sentido. Esto ocurre al no responder al lenguaje ideal de la lógica. Al no defender que exista ese lenguaje ideal, el "segundo Wittgenstein" tendrá que definir una nueva misión para la filosofía. El filósofo se limitará a describir los "juegos del lenguaje", los aclarará. Incluso es una buena forma de afrontar los problemas filosóficos, pues éstos son en muchas ocasiones malentendidos lingüísticos, problemas de palabras o, como decía él, producidos "cuando el lenguaje se ha ido de vacaciones".
sábado, 21 de junio de 2014
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