Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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domingo, 26 de julio de 2020

El pacifismo

1. A qué se llama pacifismo
La historia de la humanidad está plagada de hechos violentos, pero, a la vez, hombres y mujeres de todos los tiempos han manifestado su horror ante ellos. Distintos movimientos sociales se han puesto en marcha exigiendo la paz, y actualmente numerosos centros de investigación se proponen:
  • Investigar las causas de la violencia y la guerra.
  • Elaborar proyectos viables de paz.
  • Diseñar modelos educativos que nos habitúen a solucionar los conflictos pacíficamente.
Al conjunto de estas iniciativas se llama pacifismo. Aunque se presenta bajo diversas formas, podemos caracterizarlo como la actitud y las propuestas de quienes se niegan a aceptar que la violencia sea, en el presente y en el futuro, el único medio humano para resolver los conflictos, y se esfuerzan por mostrar los medios para lograr la paz, teniendo en cuenta que la paz no consiste sólo en la erradicación de la violencia, porque la paz positiva exige la realización de la justicia, sin la que la ausencia de conflictos no puede ser más que fruto de la farsa o de la imposición.

2. Historia del pacifismo
La historia del pacifismo es larga. Los primeros cristianos se negaron ya a tomar las armas, y en la Edad Media hubo grupos que rechazaban el ejercicio de la violencia recordando el texto evangélico del Sermón del Monte: «No resistáis al mal con la fuerza».
A partir del siglo XVIII, algunos filósofos, como Leibniz, Rousseau, Bentham, Kant y Saint-Simon, elaboraron proyectos de paz. El más conocido es el ensayo de Kant sobre La paz perpetua (1795).
También desde esta época comienza a desarrollarse la idea de crear un organismo de mediación entre los Estados, que se materializa en la primera mitad del siglo XVIII en la Asamblea de los Estados Generales de La Haya. En 1867 Frédéric Passy funda la Liga internacional y permanente de la paz.
Sin embargo, uno de los impulsos más fuertes del pacifismo es el de algunos defensores de la no violencia, que no sólo escribieron sobre ella, sino que la practicaron. Es el caso de Mohandas Gandhi, nacido en 1869 en la India, cuya independencia logró frente a Inglaterra en 1947, recurriendo sólo a medios no violentos. Como también el de Martin Luther King, nacido en Atlanta (Estados Unidos) en 1929, que emprendió una campaña no violenta contra la segregación racial en su país. O el caso de Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, que intentó con su palabra poner fin a la violenta represión de que eran objeto los pobres en su país. Los tres murieron asesinados.
Gracias a impulsos como éstos, aumentan los movimientos pacifistas en todo el mundo, y también las investigaciones sobre la paz en centros situados en Oslo, Michigan, Stadschlaining, Barcelona, Madrid o Granada.

Gandhi y la no violencia
No puede predicar la no-violencia a un cobarde, lo mismo que no puedo invitar a un ciego a gozar de un paisaje hermoso. La no-violencia es la culminación del valor. En mi experiencia no he encontrado dificultad en demostrar a hombres educados en la escuela de la violencia la superioridad de la no-violencia. En los años en que fui cobarde abrigaba en mí la violencia. Empecé a apreciar la no-violencia cuando empecé a despojarme de la cobardía. Quien abriga el odio y la violencia en su corazón y mataría a su enemigo si pudiera hacerlo sin arriesgarse él mismo, es extraño a la no-violencia. Mi fe en la no-violencia es una fuerza sumamente activa. No deja sitio a la cobardía ni a la debilidad. La no-violencia se anuncia a los que saben morir, no a los que temen la muerte. Así como en el adistramiento en la violencia uno debe aprender el arte de matar, así en el adistramiento en la no-violencia debe aprender el arte de morir. Quien no ha superado el miedo no puede practicar la no-violencia a la perfección.
Mohandas K. Gandhi

3. Movimientos pacifistas
En la actualidad, el pacifismo de la sociedad civil se manifiesta en diversos movimientos:
  • Los partidarios de la seguridad nacional. Entienden que la violencia es indeseable, pero que cada país debe armarse para mantener su seguridad. Propician, pues, la política de la disuasión.
  • Los que entienden que no hay más camino hacia la paz que la justicia, la tolerancia, el respeto y la cooperación. La seguridad se alcanza con acuerdos más que con armas. Proponen el desarme y la desmilitarización para reducir al mínimo la violencia.
  • Los no violentos, que no sólo desean reducir al mínimo la violencia, sino que creen que nunca se debe recurrir a medios violentos, ni siquiera para acabar con ella. La violencia sólo engendra violencia.
Dentro de estos dos últimos grupos encontramos todavía dos subgrupos potentes:
  • Objetores de conciencia, que se niegan a instruirse en el manejo de las armas y exigen que el servicio militar sea sustituido por prestaciones sociales.
  • Insumisos, que exigen la abolición de la ley del servicio militar obligatorio; se niegan a la prestación del servicio social sustitutorio por considerarlo un subterfugio para no abolir la citada ley.
4. La paz como exigencia ética
La guerra se nos presenta normalmente como algo necesario, como algo que siempre ha existido y existirá. La paz, en este sentido, se define como la ausencia de guerra. Pero estas simplificaciones no hacen más que esconder las causas de la guerra y, con ello, impedir la búsqueda de soluciones.
Se entiende por realismo político la posición teórica que nos enseña a ver la guerra como un recurso inevitable, ajeno a las valoraciones morales. Lo que está bien o mal es cosa de los individuos, pero entre los Estados y colectividades estamos ante el «interés nacional»: se trata de una acción que debe adoptarse cuando y donde sea necesario combatir por medios violentos aquello que se considera perjudicial. De ahí que la paz implique, para esta posición, la preparación de una fuerza armada, la carrera de armamentos, etc. En definitiva, seguir el lema “Si quieres la paz, prepara la guerra” (si vis pacem, para bellum).
Una definición correcta de paz debe incluir la ausencia de guerras y también hacer referencia a las causas que las provocan. En este sentido, se están desarrollando en la actualidad múltiples investigaciones para la paz, dedicadas al estudio de las condiciones que hacen posible alcanzar la paz y mantenerla. En ellas se diferencia entre dos tipos de violencia que, a su vez, dan lugar a dos tipos de paz:
  • Violencia directa: Se produce cuando existe una agresión física directa; en nuestro caso, cuando existe un conflicto bélico. Aquí se hablaría de la paz como ausencia de guerra.
  • Violencia estructural: En esta situación, aunque no existe una guerra abierta, se niegan los derechos básicos de las personas, su reconocimiento como tales. Está dentro de la sociedad y se manifiesta en las desigualdades existentes entre individuos, grupos y colectividades, impidiéndoles satisfacer sus necesidades fundamentales. Aquí violencia es sinónimo de injusticia social y la paz se entiende como la presencia activa de la justicia y de la igualdad.
La paz no se concibe así como una circunstancia, la ausencia de violencia, sino como algo dinámico, como la búsqueda de una solución consensuada de los conflictos, del modo más satisfactorio posible para todos los afectados.

5. Construir la paz
En su libro La paz perpetua, Immanuel Kant establecía en 1795 tres condiciones básicas para que pueda alcanzarse y mantenerse una paz duradera entre los Estados. Si bien una «paz eterna» no constituye ninguna posibilidad real, estas condiciones sí que establecen unos criterios para poder evaluar si una situación se acerca o se aleja de esa idea de paz.
En la actualidad, estas condiciones podrían interpretarse de la siguiente forma:
  • La constitución política de cualquier Estado debe ser democrática. Una paz entre los Estados y, en general, entre cualesquiera colectividades no puede darse si en su interior no se dan las condiciones para que puedan lograrse acuerdos y para que todos puedan expresar su opinión.
  • Es necesaria una federación de Estados libres. Una paz duradera no puede alcanzarse si no existe un organismo supraestatal encargado de vigilar el cumplimiento de los acuerdos de paz. Esto es, una especie de poder que cada EStado particular delega para que se mantengan los acuerdos del derecho internacional. Hoy en día, si la ONU se estructurara democráticamente, es decir, si dejara de haber países con derecho a veto, podría cumplir perfectamente este papel.
  • Deben existir las mismas posibilidades de desarrollo social. La economía, el comercio y, en definitiva, las posibilidades de un desarrollo social son la mejor garantía de que nos estamos acercando a un cumplimiento del concepto positivo de paz. Para ello hace falta un derecho cosmopolita, que permita un desarrollo económico responsable social y ecológicamente por parte de todos los Estados.

A estas condiciones para una paz duradera entre los Estados habría que sumar también aquellas que tienen que ver con los individuos, con la formación de hábitos y actitudes pacifistas. Para ello es necesario un proceso educativo que enseñe a tratar a las personas como fines y no como medios, esto es, que enseñe siempre no a evitar los conflictos, sino a buscar una solución que tenga en cuenta los intereses de todos los afectados.

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