Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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domingo, 27 de enero de 2013

Implicaciones filosóficas de la evolución

El evolucionismo y la crisis de creencias
El significado de la teoría de la evolución no es sólo científico, sino también cultural. No es una teoría más, junto a otras teorías científicas, sino la que está poniendo en crisis muchos de los presupuestos que han vertebrado la cultura occidental. Las implicaciones que, para la ciencia, el pensamiento y la cultural en general, tiene el planteamiento evolucionista todavía hoy día no han sido asumidas del todo.
La difusión del darwinismo (y el evolucionismo en términos generales) repercute en el modo de ver el universo y de situar al ser humano en él. Supone, pues, un cuestionamiento radical y profundo de nuestro tradicional antropocentrismo, que nos lleva a una nueva autocomprensión de nosotros mismos: el hombre es una especie animal más y la vida humana es, en su nivel más radical, vida biológica. Desde estas ideas se podrá abordar de ahora en adelante todo lo humano. Esta remisión de "todo" lo humano a lo biológico, no obstante, corre el peligro de reducir lo humano a lo biológico. Es muy diferente decir, y esa es la gran lección de Darwin, que el ser humano está arraigado en la vida biológica que decir que sólo es vida biológica y a ella se reduce.
La teoría de la evolución da que pensar al filósofo acerca de su sentido y significado último, pues nos plantea un interrogante fundamental: ¿es el ser humano un producto del azar? En un mundo como el nuestro, donde el desorden parece ser la nota dominante, resulta difícil integrar una explicación tan armónica y ordenada de los cambios que han ido produciéndose en la evolución. Si todo es producto de la casualidad, la aparente perfección del resultado es sorprendente. Y el nacimiento y desarrollo de la vida es una feliz e incomprensible fortuna de la naturaleza.

Darwin y la actitud crítica de la cultura moderna
Darwin es uno de los mayores exponentes de la actitud crítica de la ciencia y de la filosofía hacia algunas de las ideas clave de la cultura occidental, como es la que asigna un lugar privilegiado al ser humano en el conjunto de los seres.

Darwin, con sus ideas, rompió el rígido esquema teleológico finalista del mundo imperante en el siglo XIX, en tres puntos fundamentales. En primer lugar, la idea de la selección natural chocó frontalmente con la doctrina teológica protestante de la Providencia Divina. ¿Quién era Darwin para suplantar al Dios hacedor de todo por unas fuerzas que escapan a su poder y a las que denomina "selección natural"? En segundo lugar, la darwiniana visión cambiante, evolutiva, de las especies chocó con la idea de la creación instantánea de todo a partir de la nada. Y, en tercer lugar, lo que es más escandaloso: el origen animal del hombre por la evolución de los primates. ¿Dónde queda la dignidad del hombre como rey y cumbre de lo creado?
L. Sequeiros, Raíces de la humanidad, ¿evolución o creación? (adaptado)

La teoría evolutiva de Darwin se emparenta con el heliocentrismo de Copérnico y la teoría de la personalidad de Freud. Los tres suponen un duro golpe al narcisismo del ser humano, que se creía dueño y señor de la "creación"; cuestionan las pretensiones humanas de superioridad sobre el resto de la naturaleza, así como el sentimiento de dominio asociado a tales pretensiones.
El ser humano ya no ocupa un lugar central en el universo, pues la Tierra ha dejado de ser considerada el centro del universo para ser vista como un planeta más (ésta es la lección de Copérnico); pero el hombre ya no es centro ni siquiera de sí mismo, de su propia conciencia, pues está dominado por impulsos que no puede controlar y de los que tampoco es consciente (es la enseñanza de Freud); y tampoco es distinto del resto de los animales, pues procede de ellos y es uno más en la naturaleza (es la lección que nos enseña Darwin). Tras Copérnico y antes de Freud, el evolucionismo es la "segunda mortificación" infligida a la humanidad.

El sentido de la evolución
Hay quienes piensan que la casualidad y el azar no pueden explicar tan espectaculares resultados y que la armonía interna del proceso debe estar regida por algún tipo de orden interno. Se trata de la afirmación de la teleonomía: la existencia de una finalidad en la evolución, es decir, un orden intencional que puede ser intrínseco a la propia naturaleza (la mejora continua) o extrínseco (ordenado por algún agente externo). En esta línea se sitúa el "principio antrópico", según el cual la naturaleza evoluciona para posibilitar la aparición del ser humano, verdadero objetivo final de ese proceso. La teoría de la evolución deja algunas preguntas abiertas: ¿por qué ha ocurrido?, ¿por qué de este modo y no de otro?

La extensión del evolucionismo a otras disciplinas
La teoría de la evolución de Darwin surge de la aplicación de los principios de la demografía de Malthus a los seres vivos. Por cierto, no es de extrañar que en algunas de las interpretaciones y desarrollos de la teoría de la evolución se pretenda explicar el funcionamiento de la sociedad. La aplicación del evolucionismo de Darwin a la sociedad, sobre todo sus conceptos de "selección natural" y "supervivencia de los más aptos", se denomina darwinismo social.
Fruto de esta extrapolación del evolucionismo a lo social es la llamada "sociobiología", creada por el entomólogo E. O. Wilson. Su proyecto pretende mostrar las determinaciones genéticas (biológicas) de todos los comportamientos sociales, tanto de los animales como de los humanos. Se trata de reducir la sociología (y lo social) a genética.
Una de las tareas de la reflexión filosófica consiste en valorar la licitud de la extrapolación de unos resultados de una disciplina a otra, es decir, considerar si el reduccionismo que implica este planteamiento está fundamentado metodológicamente (¿se puede estudiar aspectos diversos de la realidad, por ejemplo, lo social y lo genético, con un mismo método?) y describe fielmente aquello que quiere describir, y no de una forma parcial.

La tarea de la filosofía: aportar claridad
La principal misión que tenemos con respecto a estos temas es la de clarificar, pues muchas veces confundimos conceptos como los de "ser humano", "persona", "individuo" o "especie". La aclaración biológica puede ayudar a que vayamos definiendo y delimitando cuestiones con excesivas y confusas connotaciones morales y antropológicas. Es tarea de la filosofía discernir con rigor y establecer la coherencia de las afirmaciones, evitando incurrir en conclusiones fáciles o en planteamientos radicales sin justificación.
En conclusión, la teoría de Darwin plantea nuevos problemas porque:
  • Implica una crisis de creencias, al poner en cuestión la primacía del hombre sobre el resto de las especies.
  • Se extiende a otras disciplinas, dando lugar a teorías sociales o modelos de explicación de conocimiento.
  • Sigue dejando interrogantes abiertos acerca de su sentido y, sobre todo, su razón de ser.

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