Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Psicología, Ciencia e Historia

1. La Psicología es la tentativa de la humanidad de comprenderse a sí misma

Y todo nuestro conocimiento no es sino conocernos a nosotros mismos.
Alexander Pope, Ensayo sobre el Hombre

¿Qué es la Psicología? La respuesta que de ordinario se da en la actualidad es que la Psicología es la ciencia que estudia la conducta y los procesos mentales. Pero en otros tiempos se definía como el estudio de la conducta del hombre y de los demás animales; y tal como la definía William James, se trataría de la ciencia de la vida mental.
La "Historia de la Psicología" habla de estos cambios de conceptualización, de por qué se producen y de quiénes los provocaron.
La Psicología tiene un largo pasado, pero una historia breve. Esto es, nuestro interés por conocernos a nosotros mismos de una forma rigurosa y científica sólo data de poco más de un siglo. La Psicología representa la empresa de la Humanidad por comprenderse a sí misma, por ordenar sus propios asuntos. Por una parte, cuenta con un largo pasado dominado por filósofos y otros pensadores. Por otra parte, los psicólogos han manifestado desde siempre diferencias sistemáticas sobre problemas tales como el objeto de conocimiento y el alcance de la Psicología, y sobre su metodología y procedimientos experimentales admisibles.
Todo campo sufre una evolución conceptual a través del tiempo, por lo que, para alcanzar una perfecta comprensión de cualquier ciencia, debemos analizar las causas históricas, tanto como las razones sistemáticas que han configurado su evolución. La Historia de la Psicología es algo más que una colección ordenada de nombres, fechas, lugares y realizaciones. Es la historia de los esfuerzos de los seres humanos por encontrar orden en sí mismos, y resulta de una compleja interacción de causas históricas y de razonamientos justificativos de los diversos sistemas.

2. La Ciencia

La Ciencia es el esfuerzo de la Humanidad para extraer orden del caos de las percepciones de los sentidos.
Siempre se contempla a la Psicología como una ciencia. Por consiguiente, para comprender la evolución de la Psicología, debemos determinar qué es la Ciencia.
Los científicos procuran producir explicaciones teóricas que expliquen un abanico de fenómenos heterogéneos. Nuestra experiencia nos revela un mundo en perpetuo cambio. A partir del flujo de la experiencia, el científico extrae regularidad y orden.
Además, la Ciencia es una empresa colectiva y pública, y el científico ha de someter sus ideas a los retos de sus colegas.
Un último rasgo distintivo de la Ciencia es que acepta la observación como árbitro definitivo de la verdad. Los científicos deben someter sus ideas al desafío de la realidad, planteando a la naturaleza preguntas que encuentran sus respuestas en los resultados experimentales.
No existe un método científico uniforme que, escrupulosamente aplicado, produzca el conocimiento científico. Los descubrimientos científicos han solido hacerse de diversas formas, algunas de las cuales son en extremo subjetivas.
¿Es la Psicología una ciencia? Semejante cuestión suele a menudo ser resuelta en sentido negativo por los filósofos, los científicos de la naturaleza, los profanos e incluso, a veces, por los propios psicólogos. Arguyen todos ellos que la Psicología está demasiado desorganizada, que su objeto de conocimiento es en exceso amplio, que no pasa de ser mero sentido común. En un sentido amplio, sin embargo, podemos afirmar que la Psicología reviste, al menos, carácter científico, incluso si no se trata de una ciencia única y unificada. Los psicólogos intentan descubrir orden en la conducta, los pensamientos, las memorias y los motivos de los seres humanos; dan cuenta de sus ideas y resultados en publicaciones y reuniones, en un esfuerzo por hacer de dicho orden algo colectivo y público; y someten sus teorías a la comprobación experimental.

La Ciencia en cuanto empresa humana
Para entender totalmente una Ciencia, debemos ocuparnos no sólo de teorías y métodos bien articulados, sino también de los con frecuencia ocultos factores humanos y sociales que afectan al funcionamiento del científico y de la comunidad científica.
Para que la investigación científica progrese, la comunidad científica tiene que llegar a un acuerdo sobre ciertas cuestiones básicas en un área de investigación particular. Sus miembros deben convenir en los objetivos de su ciencia, en las características básicas del mundo real que atañe a su objeto, en qué teorías constituyen una explicación válida de los fenómenos, y en los métodos de investigación y técnicas matemáticas permisibles.


Thomas Samuel Kuhn (1922-1996)
Estadounidense.
Físico, historiador y filósofo
de la ciencia.
En la Ciencia, el conjunto básico de presupuestos que suministran el marco de referencia en que trabajan los científicos se ha llamado paradigma. Un paradigma tiene dos componentes: la matriz disciplinar y los ejemplares compartidos (Kuhn, 1970). La matriz disciplinar consiste en un conjunto de presupuestos fundamentales, generalmente no explícitos, a menudo inconscientes y habitualmente no sujetos a comprobación empírica. Dichos presupuestos, sin embargo, suministran las bases para las hipótesis específicas que sí están sujetas a comprobaciones experimentales.
El segundo componente de un paradigma es un conjunto de ejemplares compartidos. Son modelos de investigaciones afortunadas, que suministran métodos sobre los que existe acuerdo para la investigación de nuevos problemas.
¿Cuáles son los efectos del paradigma? El paradigma, al dar respuesta a las cuestiones
metafísicas, libera al científico para que prosiga el trabajo de resolución de enigmas que supone la Ciencia. El investigador, por medio del paradigma, sabe más o menos en qué consiste la naturaleza; lo que queda por hacer es perfilar los detalles. Además, debemos tener en cuenta que los experimentos no ponen a prueba el paradigma; más bien son intentos de dar respuesta a los enigmas planteados por él. Si un científico fracasa en la resolución de un enigma, el fracaso es imputable al científico, no al paradigma.
Por tanto, es la posesión de paradigma y la consiguiente resolución de enigmas lo que hace posible el progreso científico. Y para que exista progreso, es necesario siempre que haya acuerdo sobre los presupuestos básicos.
Sin embargo, de la aceptación de un paradigma se deriva una consecuencia psicológica quizás no tan positiva. Cuando el científico adquiere un paradigma, aprende a ver el mundo de una forma determinada, y lo que observa en los datos depende del paradigma que ha adquirido. El estímulo, como la naturaleza, es una realidad inmodificable, por lo que el significado y la explicación de dicha realidad dependen de los antecedentes y del paradigma de cada científico. Por ejemplo, en psicología, el materialista y el espiritualista son víctimas, pues, de un conflicto de paradigmas, que no puede resolverse con el recurso a los datos, dado que cada uno de ellos los interpretará pertinazmente según su paradigma.
Finalmente, un paradigma traza los límites dentro de los que se desenvuelve la Ciencia, límites que sólo cabrá transgredir si el científico está dispuesto a arriesgarse a la crítica, al ostracismo e incluso al ridículo. No obstante, cabe la posibilidad de que este científico rebelde convenza a los demás de lo correcto de sus puntos de vista, y capitanee así una revolución científica, estableciendo un nuevo paradigma, una nueva forma de ver el mundo tan válida como la anterior.
Si la Psicología dispone o no de un paradigma, es una cuestión muy debatida. Por el momento, baste decir lo siguiente: cada sistema psicológico -estructuralismo, conductismo, cognitivismo, etc.- constituye un paradigma. Al contrario que en las ciencias físicas, las cuales por lo general poseen un único paradigma en cada época, en la Psicología se dan varios.

Teoría, método y datos
La teoría sugiere al investigador qué debe buscar. En torno a los presupuestos básicos de un paradigma, los científicos construyen un "cinturón protector" de teorías específicas y comprobables. Son éstas las teorías que se proponen, refinan o descartan, conforme avanza el programa de investigación. Forman un cinturón protector en el sentido de que los fracasos experimentales llevan a la modificación de las teorías específicas, no a la de los presupuestos básicos del núcleo teórico.
A partir de una teoría, el científico construye un modelo de la realidad. El modelo es una versión simplificada e idealizada de la realidad, el máximo que le está dado afrontar a una teoría. Una teoría científica no versa sobre el mundo real tal y como lo experimentamos, sino sobre modelos abstractos e idealizados. El mundo real, a diferencia del modelo, es demasiado complejo para hallar explicación en una teoría.
Estos modelos proporcionan a la Ciencia un enorme poder, ya que liberan a los científicos de la quimérica tarea de describir toda la realidad, la cual, debido a su infinita complejidad, nunca se conformará a teoría alguna. Al científico no le es posible aplicar su teoría a la totalidad del mundo, pero sí puede aplicarla al modelo. La Ciencia no progresa por la mera acumulación de datos, sino mediante el planteamiento de preguntas interesantes y teóricamente pertinentes sobre la Naturaleza. Los modelos permiten al científico imaginar cómo es el mundo, y probar y refinar sus teorías antes de enfrentarse a él.
Estas teorías y modelos idealizados permiten al científico formular poderosas y abarcadoras explicaciones de los fenómenos observados. El modelo incorpora ciertos ideales de orden natural, caracterizaciones de un mundo idealizado. Tales caracterizaciones, aunque ellas mismas no observadas, suministran las bases para la explicación de lo que se observa.

3. La Historia

¿Qué es la Historia?
El objetivo del historiador es dar sentido al pasado, y no tanto situar los acontecimientos en un tiempo lineal. Se trata de comprender los sucesos, conocer cómo y por qué se produjeron, y percatarse de su influencia sobre el futuro. No basta, por ejemplo, con decir que "Wilhelm Wundt fundó la Psicología en 1879" o que "el conductismo empezó a desintegrase en 1959 debido a la obra de Chomsky". Intentaremos comprender la importancia de estos acontecimientos, de qué forma encajan en la evolución conceptual de la Psicología, cómo llegaron a producirse, por qué sucedieron y qué efecto han tenido sobre el pasado.
Para entender el presente, debemos comprender el pasado. Esto ha llegado a convertirse en una perogrullada. Sin embargo, lo que a menudo no se entiende tanto es que el sentido que damos al pasado depende también de nuestros intereses actuales, de nuestro presente.

El cambio histórico
¿Cómo cambian los programas de investigación a lo largo del tiempo? ¿De qué forma reemplaza un paradigma a otro? El cambio científico es una modalidad de cambio histórico.
La polémica más antigua en el campo de las explicaciones históricas se centra en el grado en que los individuos hacen la historia. Los dos bandos en esta disputa suelen conocerse tradicionalmente como las teorías históricas del Gran Hombre y del Zeitgeist. La teoría del Gran Hombre supone que el cambio histórico es creado por grandes hombres, como Julio César, Napoleón o Hitler; y que el cambio científico es creado por figuras como Galileo, Newton o Einstein. Según este punto de vista, tales personas, por obra de su genio y personalidad, imponen sus voluntades a la historia. En consecuencia, la Historia es contemplada como la narración de los comportamientos de los individuos, en particular de los más destacados. Así pues, la Historia de la Psicología la compondrían las biografías de Platón, Aristóteles, Wundt, Freud, Watson, Skinner y Chomsky.
Nuestra época ha abandonado la teoría del Gran Hombre, favoreciendo la teoría del Zeitgeist, propuesta por primera vez en forma influyente por Hegel. Zeitgeist es un término alemán que significa "espíritu" (geist) de los "tiempos" (zeit), y quienes sostienen esta concepción creen que la Historia está determinada, no por las acciones de Grandes Hombres, sino por amplias fuerzas impersonales que trascienden a los individuos. Los defensores de la teoría del Zeitgeist dirían que, de haber muerto Freud estrangulado en su cuna, algún otro hubiera inventado el psicoanálisis, pues sus ideas estaban ya todas ellas latentes en el Zeitgeist del siglo XIX.
Nuestro enfoque consistirá en una prudente combinación de ambas concepciones. La Historia de la Ciencia es una Historia de las Ideas, más que una historia de acontecimientos o una serie de biografías.
Aunque algo parecido al psicoanálisis hubiera podido surgir de haber muerto Sigmund Freud cuando era niño, es prácticamente seguro que hubiera sido distinto en su concreción. Verdad es que los principales conceptos del psicoanálisis estaban todos disponibles a fines del siglo XIX; Freud no los inventó. Su genialidad consistió en soldarlos en una síntesis vigorosa y coherente, síntesis que habría sido diferente de haberla realizado cualquier otro espíritu; es decir, existía la posibilidad de utilizar los mismos conceptos, pero la forma de utilizarlos hubiera sido distinta.

El cambio científico
El cambio científico no siempre es gradual y continuo. Hay ocasiones en que una ciencia se ve arrastrada a un cambio radical en un breve espacio de tiempo, y los conceptos y problemas que antes ocupaban las mentes de los científicos simplemente se desvanecen. Un cambio así parece constituir más bien una revolución que una evolución.
Según Kuhn, cada ciencia atraviesa una serie de estadios diferenciados: comienza en un período precientífico, llamado preparadigmático. Durante este tiempo, los individuos interesados en un objeto de conocimiento dado todavía no están completamente de acuerdo sobre un conjunto de presupuestos paradigmáticos. Por el contrario, se hallan divididos en una serie de grupos rivales o escuelas. La investigación se emprende más que nada como parte de esta competencia, y no para resolver los enigmas planteados por el paradigma, ni para establecer las variables y datos básicos sobre los que erigir un paradigma. Este tipo de investigación se reduce a la acumulación de hechos al azar, más que a un esfuerzo concertado por comprender la Naturaleza.


Finalmente, una escuela alcanza el control de la disciplina y expulsa a sus competidoras. Se abre con ello una era de ciencia normal, en la que se trabaja en el marco de un paradigma. Durante este periodo, se logra un acuerdo sobre los principios básicos conforme los enigmas concretos van resolviéndose. No se desperdicia tiempo en luchar contra los paradigmas rivales, puesto que no existe ninguno.
No obstante, los científicos tropiezan inevitablemente con problemas que se resisten en su solución. A veces los científicos se encuentran con datos que son incongruentes con los principios del paradigma, pero no se toman demasiado en serio dichos datos. Pero algunas anomalías sí se perciben como importantes, y es a partir de ellas como puede venirse abajo un programa de investigación. La mayoría de las anomalías, sin embargo, consiguen al final ser explicadas en el seno del paradigma, haciendo ajustes dentro del cinturón protector. A veces ocurre también que un problema anómalo se resiste a toda solución y es archivado para ser abordado más adelante.
Puede, no obstante, suceder que una anomalía se resista a la solución y sea demasiado importante para ser archivada. En ese momento sobreviene una crisis durante la cual se abandona en gran medida la ciencia normal. Las restricciones del paradigma se relajan, quedando libres los científicos para seguir enfoques otrora prohibidos. Durante la ciencia normal la responsabilidad del fracaso a la hora de dar con resultados correctos recae sobre el científico; ahora la responsabilidad puede desplazarse al paradigma. El adoctrinamiento de los científicos jóvenes en el paradigma vigente se debilita, acelerando la esfumación del paradigma y la proliferación de enfoques rivales.
En ocasiones, una crisis queda resuelta mediante el hallazgo de la solución a una anomalía en el marco del viejo paradigma. Sin embargo, durante una crisis puede emerger un paradigma alternativo, y si consigue resolver la anomalía, es posible que se produzca una revolución científica. Tras la revolución, la ciencia sufre una transformación radical. Se adopta una nueva matriz disciplinar y un nuevo conjunto de ejemplares compartidos, siguiéndose un nuevo período de ciencia normal, en el que los científicos atacan un nuevo conjunto de enigmas. Finalmente, el nuevo paradigma triunfa.
Una revolución puede no acarrear progreso científico, porque el nuevo paradigma constituye un cambio en el punto de vista más que una adición respecto al anterior.
Ambas concepciones del cambio científico son polémicas, ya que contradicen nuestra opinión de sentido común que afirma que la Ciencia es siempre, y no sólo periódicamente, acumulativa y progresiva. La concepción que hace del cambio científico un resultado de la evolución de los conceptos implica que incluso la ciencia normal no es progresiva, sino únicamente adaptativa. Los conceptos no cambian conforme avanzamos hacia la verdad, sino que más bien responden únicamente a presiones localizadas de la selección. El mono no es más "avanzado" que el dinosaurio, sino tan sólo mejor adaptado al medio ambiente.

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