Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
@blog_trca

viernes, 21 de julio de 2017

La prehistoria de la psicología científica

Etimológicamente, psicología significa "estudio del alma". Aunque la palabra es relativamente reciente (siglo XVIII), las investigaciones psicológicas han formado parte de la filosofía desde la aparición de ésta.

1. La psicología como estudio del alma
En la antigua Grecia aparecen dos conceptos de alma contrapuestos, encarnados en las filosofías de Platón y su discípulo Aristóteles.
  • Para Platón, el ser humano está compuesto de cuerpo y alma. El cuerpo es mortal y el alma es inmortal. El alma es una realidad existente en sí, distinta e independiente del cuerpo, lo que después se llamará sustancia: aunque puede subsistir sin el cuerpo (y de hecho, según la filosofía platónica, existió antes del nacimiento y seguirá existiendo tras la muerte), actualmente está unida a él de forma no necesaria, sino accidental.
  • Por el contrario, para Aristóteles el alma es la forma sustancial del cuerpo vivo, la estructura u organización que le hace funcionar, de modo que ambos, alma y cuerpo, son interdependientes y no pueden existir por separado: si el alma es una organización de la materia, no hay una organización sin nada que organizar (no hay alma sin materia); de igual manera, un cuerpo sin alma no es ya un cuerpo, sino un simple cadáver). El alma es pues mortal, sin vida no hay alma.
Para Platón el alma es independiente del cuerpo, mientras que para Aristóteles es la organización de una materia. Platón señala a lo trascendente, Aristóteles se ciñe a lo natural.
En ambos autores el alma es un principio invisible, una entidad metafísica, situada más allá de la experiencia: sólo podemos experimentar sus operaciones (pensamiento, volición, recuerdo), pero no al sujeto o agente de dichas operaciones.
Durante la Edad Media, las ideas sobre el alma de Platón y Aristóteles tuvieron continuidad, respectivamente, en el pensamiento filosófico cristiano de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, quienes corrigieron a los primeros en los puntos donde su pensamiento chocaba con la religión cristiana, como la existencia anterior al nacimiento de Platón o la mortalidad del alma en Aristóteles; compartieron con ellos que el ser humano se compone de cuerpo y alma.

2. La psicología como estudio de la mente o conciencia
En el siglo XVII el filósofo racionalista Descartes cambia el enfoque dominante en el estudio del alma: no se busca algo más allá de la experiencia, sino lo primero que se experimenta, condición para que puedan experimentarse otras cosas. La certeza indudable no es que existen cosas (ya que podría estar soñando o engañando a mis sentidos...), sino que "existe mi pensamiento". Y esto, un ser que piensa pero que no puede captarse por los sentidos sino por otra forma de experiencia, la que se dirige hacia el interior de uno mismo, y no a los objetos exteriores, es el alma. El alma para Descartes posee dos características fundamentales:
  • Es pensante, es decir, capaz de sentir, imaginar, recordar, dudar, querer, razonar...
  • No posee una localización espacial, sencillamente no está en ningún sitio: nadie puede indicar la posición en el espacio de ningún hecho mental.
Entendida de esta manera, el alma deja de ser una entidad metafísica y se convierte en algo de lo que uno tiene o puede tener experiencia. El alma se capta por medio de la autoobservación, destacada por el empleo constante de la primera persona en los textos de Descartes: "yo pienso", "yo existo" es algo que sólo puedo decir con absoluta certeza de mí mismo. La reflexión sobre el alma da paso progresivamente al estudio de la mente o conciencia, accesible por la experiencia interna.

3. La definición de "mental"
Siguiendo el camino abierto por el pensamiento de Descartes, podemos entender la diferencia existente entre lo mental y lo físico. Hay muchos ejemplos sencillos que nos pueden servir: algo físico es un golpe en la espinilla, mientras que algo mental es el dolor que aparece a continuación; o bien, algo mental es pensar las respuestas a las preguntas de un examen, y lo físico son los movimientos que ejecuta la mano para escribir dicha respuesta en la hoja de papel. 
¿En qué nos basamos para diferenciar lo mental de lo físico? La primera razón es que un golpe o un movimiento físico es algo que mucha gente puede presenciar, mientras que un pensamiento o un dolor no se pueden ver, sólo uno mismo sabe si los tiene o no. Dicho de otra manera: lo mental es subjetivo, accesible a un solo sujeto (interno), mientras que lo físico es intersubjetivo, accesible a varios sujetos a la vez.
En consonancia con este primer rasgo, podemos anotar otro que ya Descartes tuvo en cuenta: lo físico es localizable (esto es, extenso, ocupa un lugar en el espacio), se puede decir "dónde" está, mientras que lo mental no tiene un "dónde", tan sólo un "cuándo": ¿dónde está mi pensamiento?, ¿a la derecha, a la izquierda, delante, detrás, encima o debajo de otro pensamiento?, ¿en el cerebro?, ¿podrías verlo si me abrieras la cabeza? Lo mismo podemos decir del dolor "en la espinilla": ¿de verdad crees que está en la espinilla?, ¿por qué entonces no lo ves por mucho que la mires? En definitiva, los hechos mentales son ilocalizables o, como también se dice, inextensos.

4. Mente y cerebro: un problema filosófico
Una vez diferenciadas dos formas o niveles de realidad ("mental" y "físico"), se plantea el problema de su mutua relación. A grandes rasgos, las soluciones a este problema se pueden clasificar en cuatro grandes grupos:
  • Dualismo interaccionista: en el que el cerebro (o una parte de él) juega el papel de puente entre la mente y la materia.
  • Paralelismo psicofísico: se establece que no hay relación directa entre lo mental y lo físico, aunque sí una correspondencia o "armonía" que debe explicarse desde razones distintas a su influencia mutua.
  • Reduccionismo fisicalista (materialismo): la mente es una dimensión o "sombra" de la materia.
  • Reduccionismo mentalista (espiritualismo): la materia es una dimensión de la mente, sólo existe como contenido de ésta.
Otras teorías como el emergentismo, que sostiene que lo mental emerge desde lo físico una vez alcanzado cierto grado de desarrollo evolutivo, no responden en realidad a la pregunta sobre el problema psicofísico, sino que se limitan a señalar las condiciones que deben darse para que sea posible la aparición de una dimensión mental.
La historia de la filosofía nos proporciona ejemplos de autores que han pensado estas posibilidades hasta sus últimas consecuencias. Descartes, por ejemplo, es interaccionista, aunque el papel de "puente" no lo adjudica al cerebro como tal, sino a una de sus partes, la glándula pineal. Ésta sirve para explicar la comunicación entre mente y materia, tanto en los movimientos voluntarios como en las sensaciones producidas en el alma por la acción de los sentidos. El paralelismo psicofísico fue defendido, entre otros, por Leibniz, quien postulaba la existencia de una "armonía preestablecida" de entidades mutuamente independientes (mónadas). Otros autores han apostado por un materialismo más o menos radical ("el pensamiento es una secreción del cerebro, como la orina es una secreción de los riñones") o moderado (lo mental sí existe, pero como aspecto o efecto secundario de lo físico). Finalmente, Berkeley propone que lo que llamamos materia no es más que un conjunto de sensaciones, que sólo pueden existir en una mente capaz de sentir: suprímase la mente y suprimiremos también todo lo material.
Lo importante es comprender que la controversia mente-cerebro no es un problema científico, sino filosófico, y por tanto imposible de resolver con simples datos. Por eso cualquiera de estas teorías, incluido el espiritualismo de Berkeley, puede ser compatible con los resultados de la investigación científica sobre el cerebro: al fin y al cabo, éstos seguirán siendo los mismos tanto si esa cosa llamada "cerebro" es de verdad un objeto material independiente como si existe sólo como una percepción sin realidad alguna fuera de las mentes que lo perciben.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario