Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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martes, 8 de septiembre de 2009

Victoria Camps: "Creer en la educación"










Victoria Camps (Barcelona, 1941) reflexiona en este ensayo sobre la importancia de la educación. O mejor dicho, sobre la poca importancia que en verdad le da la sociedad a la educación. Porque en boca de todos están asuntos tan preocupantes como la violencia escolar, el fracaso educativo, la falta de motivación de estudiantes y profesores ... pero a la hora de la verdad estas cuestiones no se abordan con el interés y la profundidad necesarios, ni por parte de los políticos, los padres, los educadores, ni, por supuesto, los medios de comunicación, que son igualmente responsables.
Esta filósofa y catedrática española no es especialista en educación: la conocemos por sus trabajos en ética, bioética, ética de los medios audiovisuales, defensora de los principios de igualdad y justicia distributiva, en particular a colectivos de menor poder, como las mujeres. Por eso es especialmente interesante este libro, porque no está construido desde los conocimientos y principios teóricos pedagógicos, sino desde el sentido común de una persona preocupada por la situación educativa en nuestro país. De hecho, una frase célebre de Camps dice que "la misión de un filósofo es ayudar a encontrar el sentido común para abordar los problemas que tenemos".
A lo largo de este ensayo, nos regala diferentes ideas de lo que es educar:

  • Educar quiere decir dedicarnos a arreglar lo que desarregla un orden superior.
  • Educar es siempre ir a la contra, contra la corriente dominante. Si no fuera así, no sería necesario educar, lo haría el entorno o la sociedad en general.
  • Es muestra de inteligencia ser capaz de mostrar la mejor cara de cada uno, no la peor, que también la tenemos.
Así, Camps plantea que la escuela debe redefinir qué debe enseñar, y percatarse de que la principal tarea es la formación de la personalidad. Y desdramatizar los miedos que la escuela progresista ha tenido a ciertos valores, tachados de conservadores, y recuperar el respeto, la convivencia, el esfuerzo, la disciplina, la autoridad, porque estos valores tienen que ser incorporados en la formación de los niños, para que, cuando maduren, sean hombres y mujeres libres e iguales. Porque, si retomamos las ideas de Kohlberg y Piaget sobre el desarrollo moral, es necesario pasar antes por una moral heterónoma, para alcanzar la autónoma.