De esta manera, cuando intentamos interpretar la realidad nos vemos obligados, en primer lugar, a reflexionar (a pensar) sobre el lenguaje. En consecuencia, ¿se pude realmente separar el lenguaje del pensamiento? ¿No nos encontramos continuamente intentando averiguar lo que nos indica (sobre la realidad) un determinado lenguaje? ¿No estaremos siempre pensando con nuestro pensamiento el significado de otro pensamiento que se nos muestra en un cierto lenguaje?
Heidegger (1889-1976) fue uno de los filósofos que mayor impulso dio al método hermenéutico como medio para comprender el auténtico significado del lenguaje y del pensamiento encerrado en su contenido.
De forma análoga, Ortega y Gasset afirma que el lenguaje es la ciencia primera y precisamente, por esto, la ciencia actual vive en perpetua polémica con el lenguaje, pues éste encierra un pensamiento, un saber que, por parecernos insuficiente, intentamos corregir, es decir, procuramos precisar y profundizar en su significado. Desde este aspecto, podemos considerar las ciencias como un lenguaje bien hecho.
Así pues, ya que los seres humanos viven en una determinada cultura, antes de interpretar (de percibir, de comprender) los objetos (las realidades) en sí, los reciben (los perciben, los comprenden) interpretados; resulta pues evidente que la primera interpretación de la realidad es recibida mediante el lenguaje.
La auténtica realidad humana no es la realidad natural, sino la realidad cultural, y la cultura supone siempre una interpretación de la realidad que se expresa mediante el lenguaje, esto es, sólo a través del lenguaje logramos ver (o comprender) la realidad y, además, la realidad humana es siempre una realidad interpretada, es decir, pensada.
Al pensar utilizamos diversas clases de signos lingüísticos, de tal manera que resulta muy difícil concebir un pensamiento sin lenguaje y, en el fondo, pensar es hablar: para que una persona pueda decir algo a alguien es preciso que con anterioridad se lo diga a sí misma, esto es, que lo piense, y no existe el pensar si no se habla con uno mismo. El lenguaje, pues, antes de ser instrumento de comunicación, es instrumento de pensamiento.