Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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domingo, 27 de octubre de 2013

La razón humana y las razones del corazón

El hombre no es más que una caña, la más frágil de la naturaleza, pero es una caña pensante. No hace falta que el universo entero se arme para destruirla: un vapor, una gota de agua, es suficiente para matarlo. Pero, aun cuando el universo le aplastase, el hombre sería todavía más noble que lo que le mata, puesto que él sabe que muere y la ventaja que el universo tiene sobre él. El universo no sabe nada. Toda nuestra dignidad consiste, pues, en el pensamiento.
 B. Pascal, Pensamientos

El conocimiento humano es un proceso consustancial a la vida, ya que está íntimamente unido a las preguntas que no podemos dejar de plantearnos obre el mundo y sobre nosotros mismos. Sin embargo, el conocimiento tiene también una dimensión de "resultado": el conjunto de lo que hemos sido capaces de conocer. Se trata de los conceptos, teorías y propuestas que van más allá de la recopilación de datos, para entrar en la creación y en la construcción de mundos posibles.


1. La capacidad racional 
Aristóteles definía al ser humano como un "animal racional". La razón es una característica de las personas que ha sido considerada como la más importante a lo largo de la historia. Por medio de la razón somos capaces de comprender el mundo y transformarlo. Podemos imaginar cosas imposibles y crear cosas tan maravillosas como las obras de arte. También por medio de la razón proyectamos el mundo, interpretamos lo que hay en él y lanzamos propuestas sobre lo que queremos que sea. Y, además, descubrimos la realidad y la inventamos.
No cabe duda de que la razón es un instrumento muy poderoso. Pero hay varios tipos de razón dependiendo de a qué se aplique. Una importante clasificación es la que distingue entre:
— Razón teórica: la que se refiere al conocimiento de las cosas y los procesos, la que elabora juicios y construye conceptos, la que especula y reflexiona sobre lo que es;
— Razón práctica: la que se refiere al análisis de las acciones humanas, que valora y decide tratando lo que debe ser.


2. Los productos de la razón 
La razón, o racionalidad, suele entenderse como facultad que permite el conocimiento. La mera obtención y registro de datos sensoriales no es suficiente para hablar de conocimiento, aunque esto sea un requisito necesario para el mismo. Por eso, la razón, como integración de todos esos datos, es la que permite lograr ciertos productos o resultados, como, por ejemplo, las teorías científicas, las teorías filosóficas, las teorías éticas... Esto quiere decir que la razón tiene una dimensión facultativa, en tanto que posibilita o faculta para hacer algo, y una dimensión productiva, ya que obtiene o produce aquello que ha sido posibilitado. Además, existe un nivel personal y otro grupal, en el que es muy importante la dimensión dialógica (diálogo) de la razón, es decir, la posibilidad de comunicación racional y relación interpersonal.

Capricho nº 43 de Goya
Pero también la razón "produce monstruos", en el sentido de que nos lleva a pensar realidades inexistentes, mundos imposibles, posibilidades terroríficas o teorías absurdas. Es el límite de la razón, en el que nos acercamos a lo irracional. Dos elementos que, a pesar de ser contrarios, se definen y encuentran su significado uno en función del otro.


3. La razón y el sentimiento 
Una de las rupturas más habituales es la que suele establecerse entre la razón y la emoción. Se piensa que la razón es la antítesis del sentimiento y que éste pertenece al terreno de lo irracional. La razón sería lo propio del pensamiento, mientras que "el corazón" se referiría a aspectos como la fe, el amor y la vida. Sin embargo, también ha habido intentos de enlazar ambas cosas, ya sea explicando racionalmente las emociones o bien buscando una articulación necesaria entre ambos elementos


4. Las razones del corazón
Entre quienes han destacado la difícil relación entre razón y sentimiento destacan Blaise Pascal, filósofo y matemático del siglo XVII, que padeció esa dicotomía en su propio pensamiento, y María Zambrano, filósofa del siglo XX, que propone una articulación por la vía de la "razón poética".


 Razón y corazón 
El corazón tiene razones que la razón no conoce; se ve en mil cosas. Yo digo que el corazón ama al ser universal naturalmente y a sí mismo naturalmente, según se entregue a ello, y se endurece contra uno u otro a su gusto. Habéis rechazado al uno y conservado al otro; ¿es que os amáis por razón? El corazón es el que siente a Dios y no la razón. De ahí lo que es la fe. Dios es sensible al corazón, no a la razón.
B. Pascal, Pensamientos
 


 La razón poética 
La claridad de la razón se manifestó pitagóricamente, en números, que son más exactos que la palabra. ¿Volvemos a ella, acaso? En el cientificismo actual del número, del que habría que salir, la razón puede quedar aprisionada, limitada o congelada. Pero los verdaderos pitagóricos no creyeron nunca en eso; no era eso lo que perseguían con su razón matemática, sino encontrar los números secretos del alma, del mundo, de la razón, por ilimitada que sea, es decir, de lo limitado y lo ilimitado, que puede ser movimiento y quietud al par.
De la razón poética es muy difícil, casi imposible, hablar. Es como si hiciera morir y nacer a un tiempo; ser y no ser, silencio y palabra, sin caer en el martirio ni en el delirio que se apodera del insomnio del que no puede dormirse, solamente porque anda a solas. ¿Lo llamaríamos desamparo? Tal vez. Terror de perderse en la luz más aún que en la oscuridad, necesidad de la respiración acompasada, necesidad de la convivencia, de no estar sola en un mundo sin vida; y de sentirla, no solo con el pensamiento, sino con la respiración, con el cuerpo, aunque sea el minúsculo cuerpo de un pequeño animal, que respira: el sentir la vida, donde está y donde no está, o donde no está todavía. En este "logos sumergido", en eso que clama por ser dentro de la razón.
 M. Zambrano, Notas de un método 

domingo, 13 de octubre de 2013

Inteligencia y conocimiento

Hans Jürgen Eysenck
(1916-1997)
La inteligencia ha sido definida en términos de capacidad de aprendizaje, de memoria, de aptitud para resolver problemas, de razonamiento, de juicio, de adaptación al medio, aunque claramente todos estos aspectos no son sino consecuencias de la aplicación de la inteligencia y, por tanto, no sirven como definición de la misma. Esto es lo que Hebb ha reconocido en su distinción entre Inteligencia A e Inteligencia B. La primera indica la aptitud básica de un organismo para hacer todo lo anteriormente enumerado, en tanto que la segunda es el nivel de rendimiento cognitivo manifestado actualmente por un organismo en las situaciones de cada día. La inteligencia B se parece más a la noción popular de "inteligencia" y está hondamente influida por factores tales como la educación, el nivel socio-económico, la personalidad, la influencia de los padres, la nutrición, la motivación, de manera que no nos es útil como concepto científico.
H. J. Eysenck, "¿Existe la inteligencia?", en S. Sternberg y D. Detterman, ¿Qué es la inteligencia? (adaptado)

1. Qué es la inteligencia
No es fácil definir la inteligencia. Se trata de una facultad de la mente humana que nos permite conocer; también es una capacidad dinámica y cambiante que nos de la posibilidad de desarrollarnos en el mundo por medio de la integración de experiencias. Algunos autores la definen como una dimensión de la razón que tiene que ver con la posibilidad de sentir y pensar; otros incluso la identifican con el grado de madurez mental de una persona.
En todo caso, es claro que la inteligencia se relaciona con una serie de elementos:
- Aprendizaje: la inteligencia sufre modulaciones y cambios derivados de una serie de entrenamientos y aprendizajes.
- Cultura y socialización: no se entiende de igual modo la inteligencia en los diferentes contextos socioculturales, y tampoco se ejercita del mismo modo, por eso depende de las tradiciones, modelos o lenguajes propios de una cultura.
- Atención y motivación: también es evidente que la atención y el estado de alerta son necesarios para que la inteligencia "se ponga en marcha"; por otra parte, la inteligencia, la motivación y el interés del individuo son fundamentales para su ejercicio. No aprendemos, ni pensamos, ni elaboramos juicios o conceptos si no tenemos interés.
- Relaciones y planificación: la inteligencia es capaz de elaborar juicios y de desarrollar nuevos modos de relacionar lo conocido. Por eso, la inteligencia guarda relación con la posibilidad de establecer interacciones, relaciones, modos de planificar y también nuevas interpretaciones de los datos: es una capacidad de integrar la experiencia previa y producir creativamente una respuesta novedosa.
- Conocimiento: la inteligencia también está relacionada con la adquisición y el procesamiento de datos. No puede decirse que es más inteligente quien más sabe, pero hay una evidente relación entre ambos factores.
- Memoria: igualmente, la inteligencia no es sinónimo de memoria, pero existe una relación entre el recuerdo, el conocimiento y la capacidad intelectual. Si no pudiéramos "almacenar" información, nuestra inteligencia se vería muy mermada, puesto que no aprenderíamos nada.
- Eficiencia y éxito adaptativo: la inteligencia tiene que ver también con la capacidad de responder adecuadamente (eficientemente) al contexto y, consiguientemente, con el éxito en la realización de una vida adaptada al medio. En este sentido, también podríamos hablar de inteligencia animal, no solo humana.

2. ¿Se puede medir la inteligencia?
El intento de cuantificar y medir la inteligencia ha producido una enorme cantidad de tests diferentes. En todos ellos el objetivo es establecer una media estandarizada de rendimiento "normal" de un grupo, conforme a la cual se valora el resultado que obtiene cada individuo concreto. Esto nos permite hablar de "superdotados", que son aquellas personas que superan la media, y de "discapacitados", es decir, aquellos que están por debajo de la media. Este tipo de mediciones ha sido muy criticado por varias razones: (1) establecer una medio no es más que un criterio estadístico que no permite obtener otras conclusiones; (2) ser un superdotado o un discapacitado respecto a dicha media implica un intento de clasificación de las personas con consecuencias nefastas; (3) los tests están condicionados por factores socioculturales no permiten que sus resultados sean extrapolados fuera del grupo; y (4) al no existir una definición única de inteligencia, cada test mide cosas diferentes que no son comparables entre sí.

3. La teoría de las inteligencias múltiples
Uno de los modos de medir la inteligencia, quizá el más famoso, es el "cociente intelectual", que se obtiene dividiendo la edad intelectual por la edad real (cronológica) y multiplicando el resultado por 100. Esa medida ha sido fuertemente criticada por las razones anteriormente mencionadas. Entre esas críticas está la de Howard Gardner, que considera que no existe una inteligencia sino múltiples inteligencias.

El profesor Howard Gardner en Barcelona, conferencia
organizada por el Colegio Montserrat, en mayo de 2013.
Esta teoría propone considerar siete tipos de inteligencia. Así, una persona puede tener un rendimiento muy bajo en una de ellas y muy alto en otra, revelando de esta manera capacidades diversas. Con ello se quiere destacar el aspecto plural de la inteligencia. Gardner propone además que este modelo se utilice y se desarrolle en las escuelas, de modo que cada persona pueda alcanzar los fines adecuados a su conjunto particular de inteligencias.
- Inteligencia lingüística: es la capacidad de manejar el lenguaje, expresarse con él, trabajar con las palabras o con los gestos o signos. Los poetas y escritores suelen desarrollar este tipo de inteligencia.
- Inteligencia lógico-matemática: capacidad lógica y matemática, de observación y deducción. Es la que utilizan los científicos en sus investigaciones.
- Inteligencia espacial: capacidad para formarse un modelo mental de un mundo espacial y para maniobrar y operar usando ese modelo. Es el tipo de inteligencia que desarrollan los marinos, los ingenieros, los cirujanos, los pintores y los escultures.
- Inteligencia musical: capacidad de tocar instrumentos, de percibir melodías, ritmos, sonidos... Los músicos ejercitan mucho esta capacidad.
- Inteligencia corporal y cinética: capacidad para resolver problemas o para elaborar productos empleando el cuerpo o partes del mismo. Es la que ejercitan los bailarines, los atletas o los artesanos.
- Inteligencia interpersonal: capacidad para entender a otras personas, lo que las motiva, cómo trabajar cooperativamente con ellas. Es el tipo de inteligencia más propio de los vendedores, los políticos, los profesores, etc.
- Inteligencia intrapersonal: es también una inteligencia personal pero orientada al interior del individuo. Es la capacidad de formarse un modelo verídico de uno mismo y de ser capaz de utilizarlo para desenvolverse adecuadamente en la vida.