Más de 2000 millones de personas se trasladan anualmente por vía aérea. Una epidemia en una parte del mundo está apenas a unas horas de distancia de cualquier otra parte.
En poco más de una generación, la humanidad se ha visto sorprendida por una treintena de nuevas enfermedades infecciosas. Al mismo tiempo, enfermedades que ya se tenían casi por olvidadas han vuelto a surgir con renovada fuerza.
Como posibles responsables de estos cambios se apunta a las grandes concentraciones urbanas y a la enorme movilidad de las personas, que facilitan el contagio y la propagación de las enfermedades.
Por otra parte, los cambios en el uso del suelo o del agua, como la deforestación y la construcción de presas, destruyen ecosistemas y crean nuevos hábitats en los que proliferan enfermedades antes inexistentes.
Las últimas epidemias han puesto de manifiesto que, para combatir la difusión y los posibles daños de todo agente infeccioso, son necesarias tanto la movilización como la solidaridad internacionales: aunque por el momento éstas no hayan logrado evitar que millones de personas mueran cada año en los países en desarrollo.
1. Crónica de una epidemia
10 de noviembre de 2002: Un ciudadano de Foshan City, provincia de Guangdong (China), es atendido de una enfermedad respiratoria grave, neumonía atípica, cuyo origen se desconoce.
11 de febrero de 2003: La Organización Mundial de la Salud (OMS) recibe un informe de las autoridades chinas en el que se comunica la existencia de un brote de neumonía atípica que afecta a 305 personas y ha provocado 4 muertos.
12 de marzo de 2003: La OMS emite una alerta internacional a propósito de la neumonía atípica o síndrome respiratorio agudo severo (SRAS).
1 de abril de 2003: La OMS recomienda no viajar a la provincia de Guangdong ni a Hong Kong. Las autoridades chinas permiten que un equipo de la OMS visite la zona. El total acumulado de casos pasa de dos mil.
16 de abril de 2003: La red de laboratorios de la OMS anuncia que el agente responsable del SRAS es un virus, desconocido hasta ese momento tanto en personas como en animales.
23 de abril de 2003: La OMS recomienda no viajar a Pekín ni a Toronto (Canadá).
30 de abril de 2003: Los casos ascienden a 5.663, 3.460 de ellos en China.
17 de mayo de 2003: La OMS confirma que las medidas de prevención adoptadas (detectar y aislar los pacientes, investigar y hacer un seguimiento de los contactos y difundir información a la población sobre qué hacer ante los primeros síntomas) son eficaces.
17 de junio de 2003: Un millar de científicos, médicos y responsables gubernamentales está presente en la Conferencia de la OMS sobre el SRAS, en Kuala Lumpur. Las investigaciones se orientan hacia la producción de una vacuna, nuevos tratamientos y tests de diagnóstico más sensibles.
26 de junio de 2003: El brote parece haber remitido. En apenas medio año, el SRAS se había propagado desde China a otros 30 países y había dejado un saldo de 8.456 casos contabilizados y 809 personas fallecidas.
2. Las enfermedades más mortíferas
Unas pocas enfermedades, como la neumonía, la tuberculosis, las enfermedades diarreicas, el paludismo y más recientemente el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), provocan casi el 90% de las muertes en el mundo por enfermedades infecciosas, sobre todo de niños y adultos jóvenes de los países en desarrollo.
Algunas de las enfermedades infecciosas más mortíferan son nuevas, pero la mayoría han sido azotes de la humanidad a lo largo de toda su historia.
2.1. Enfermedades emergentes
Según la OMS, desde la aparición del sida en 1983, hasta el SRAS, que apareció en la primavera de 2003, el ritmo al que surgen nuevas enfermedades infecciosas es de una por año.
Estas enfermedades emergente son transmitidas por gérmenes hasta ahora desconocidos. Algunos de estos gérmenes han permanecido durante mucho tiempo confinados en su lugar de origen antes de entrar bruscamente en contacto con las personas.
Así se supone que ha ocurrido con terribles fiebres hemorrágicas como el ébola, cuyos agentes responsables se han puesto por primera vez en contacto con las personas a consecuencia de la invasión y destrucción de los bosques.
Otros casos se deben a que han sufrido mutaciones que los han convertido en peligrosos para la especie humana.
2.2. Enfermedades reemergentes
Las grandes enfermedades infecciosas del pasado siguen con nosotros. Algunas, denominadas reemergentes, azotan regiones del planeta en las que ya se creía definitivamente erradicadas. Éste es el caso, por ejemplo, de:
- El cólera: Volvió de nuevo a América del Sur en 1991, después de un siglo de ausencia, y acabó con la vida de casi 400.000 personas.
- La tuberculosis: Tras retroceder en la segunda mitad del siglo XX, ha regresado a la Europa del Este y, sobre todo, al África Subsahariana en la que afecta a más de dos millones de personas cada año.
- El dengue: Estaba limitado al Sudeste Asiático, pero se propagó en los últimos años del siglo XX al continente americano y ha acabado infectanto a más de 50 millones de personas cada año.
- La malaria: Causa la muerte de casi un millón de personas al año. Hacia 1960, el uso de insecticidas contra los mosquitos, como el anopheles gambiae, que transmiten la malaria, hizo pensar que ya no era una amenaza pública. En los últimos años ha emergido en nuevas áreas y ha regresado a zonas donde se pensaba que ya había sido erradicada.
3. ¿Qué diferencia existe entre una epidemia y una pandemia?
Una epidemia es un brote de enfermedad infecciosa que se propaga rápidamente, afectando a una gran proporción de personas en una misma región geográfica durante un tiempo limitado. Si permanece en la zona, aunque el número de afectados sea escaso, se denomina endemia.
Una pandemia es una epidemia que afecta, al mismo tiempo, a muchos países en el mundo.