Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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sábado, 2 de octubre de 2021

Emisiones de carbono: el estado de la cuestión

1. Emisiones de carbono y crisis económica

Los tiempos de zozobra económica, como la crisis del petróleo de 1973 y la crisis financiera mundial de 2008, han supuesto solo breves frenazos en las emisiones de gases de efecto invernadero. La culpa es de los combustibles fósiles que se queman para producir electricidad, propulsar vehículos, calentar hogares y en procesos industriales, como la fabricación de cemento.

Los datos que tenemos de la pandemia de la COVID19 sugieren que tampoco esta crisis tendrá un impacto apreciable a largo plazo en las emisiones. Tras una caída inicial durante el confinamiento, se han catapultado al mismo punto donde estaban antes de la crisis en los países de ingresos bajos y medios.

Gran parte de las emisiones en aumento provienen de economías emergentes, sobre todo, de China. Son naciones que todavía tienen que alcanzar el ritmo de las demás. Por otra parte, aunque el nivel de contaminación de las economías de Occidente ha bajado o se ha mantenido estable en años recientes, éstas siguen encabezando la lista de las mayores emisiones de carbono per cápita.

El uso de la tierra es una fuente importante de gases de efecto invernadero: los terrenos son deforestados y reconvertidos para la ganadería y otros usos. La mayoría del exceso de CO₂ acaba en la atmósfera, aunque los océanos y la tierra actúan también como grandes sumideros.


2. Temperatura en tierra y mar

El resultado de un exceso de emisiones de carbono hace que suban las temperaturas en tierra y mar, mientras que los niveles más altos de CO₂ provocan que el océano y la atmósfera retengan más calor.

En tierra, los cinco años entre 2015 y 2019 han sido los más cálidos de los que se tiene registro. Desde 1980, cada década posterior ha hecho más calor que cualquier década anterior desde 1850.

Más del 90% del exceso de calor se almacena en los océanos. Las aguas de la superficie se han calentado antes y más rápido, pero el calor empieza a penetrar en las capas más hondas.

Así, la temperatura marina alcanzó una cifra récord en 2020. Las áreas de zonas templadas del Atlántico y del Pacífico, y en los polos, mostraron las mayores subidas.

3. Capa de hielo y nivel del mar

El aumento de las temperaturas en tierra y mares está empezando a tener consecuencias significativas en las capas de hielo de nuestro planeta. En especial, el primer perjudicado está siendo el Ártico, donde el área del océano cubierto por hielo ha experimentado un declive a largo plazo desde que empezaron a hacerse las mediciones vía satélite, en 1979, hasta la actualidad.

La tendencia es la desaparición de 540.000 kilómetros cuadrados por década, un área del tamaño de Francia. El hielo del Antártico aumentó poco durante el mismo período, debido a los patrones cambiantes de viento, aunque eso no significa que no se esté calentando. Al parecer, su capa de hielo es cada vez más frágil.

El Servicio de Monitorización Mundial de Glaciares recoge datos de la masa de hielo usando un conjunto de glaciares de referencia en diecinueve zonas montañosas. Llevamos 31 años consecutivos de deshielo, con una pérdida anual de 0,7 toneladas de agua por metro cuadrado. Y la desaparición acumulada de hielo desde 1970 ya va por las 21,1 toneladas de agua por metro cuadrado.

Mientras el hielo se derrite y los océanos se calientan, el nivel del mar sube. Las cifras han aumentado continuamente desde enero de 1993, cuando comenzaron a usarse las mediciones de alta precisión que existen en la actualidad. El ritmo promedio de subida está alrededor de 3,2 milímetros al año desde hace veintiocho años, aunque ha ido creciendo a lo largo del tiempo.

4. Clima extremo

El efecto del cambio climático en la frecuencia y la intensidad de eventos extremos es, a veces, difícil de distinguir de las variaciones naturales. Sin embargo, los modelos algorítmicos cada vez son más certeros a la hora de calcular su probabilidad bajo diferentes escenarios de calentamiento. Para empezar, la intensidad de los huracanes y los ciclones tropicales está aumentando, y, además, estos liberan cada vez más agua. Y las temperaturas extremas de verano que ha experimentado Europa en los últimos tres años se han visto, también, exacerbadas por el cambio climático. Mientras, Bangladesh, China, la India, Nueva Zelanda y el sur de África se han visto sacudidas por inundaciones cada vez más frecuentes.

Por otra parte, es posible que los incendios forestales en todo el mundo hayan disminuido debido a los patrones de lluvias, aunque la mala noticia es que son más destructivos e intensos cuando tienen lugar. En California, por ejemplo, se estima que el cambio climático ha contribuido a la quema de casi el doble de superficie de bosque en comparación con lo esperado por causas naturales. 

jueves, 16 de septiembre de 2021

Mediciones del dióxido de carbono desde el periodo preindustrial

La Tierra se está calentando. 2020 fue el segundo año más cálido del que se tiene registro, con una temperatura media de 1,2ºC. por encima de la media de épocas preindustriales. Esto significa que ya estamos casi llegando al límite de 1,5ºC., que las naciones se comprometieron no rebasar para frenar el calentamiento global.

En marzo de 1958, el científico especialista en clima Charles David empezó a medir el dióxido de carbono en la atmósfera desde una estación de monitorización en lo alto del monte Mauna Loa, en Hawai. Las mediciones continúan hoy en día en manos de la Administración Estadounidense Oceanográfica y Atmosférica. Esto, junto con muestras de aire atrapadas en capas profundas de hielo en el Antártico, nos permite seguir la pista a la evolución de las concentraciones de este gas de efecto invernadero desde hace 800 000 años.

El promedio para 2020 fue el más alto de la historia. Las cifras empezaron a subir a finales del siglo XVIII, cuando la industrialización de Occidente se volcó en la minería y en la quema de carbón en grandes cantidades.

En el siglo XX, el crecimiento exponencial de la población y del consumo ha disparado la extracción y el uso de combustibles fósiles. Al mismo tiempo, cada vez se utiliza más tierra para cultivos y ganadería, lo que ha catapultado los niveles de CO₂ y metano, otro temible gas de efecto invernadero. Hay un tercero a la alza, el óxido nitroso, que es liberado por la agricultura industrial.

El dióxido de carbono atmosférico está un 50% por encima de los niveles preindustriales.
Concentración de CO₂ (ppm) de los testigos de hielo de la Antártida (anteriores a 1958) y mediciones en el volcán Mauna Loa (a partir de 1958)

domingo, 12 de septiembre de 2021

¿Qué puedo hacer para reducir las emisiones de carbono?

Según los últimos datos del Banco Mundial, sabemos que las emisiones promedio por persona fueron de alrededor de 5,25 toneladas métricas de CO₂ en España y 13 toneladas en Estados Unidos. Es una cifra mucho más baja que en el pasado, debido a que cada vez menos electricidad proviene del carbón y más de fuentes renovables.

Es cierto que esa caída ocurrió sin que la mayoría de la gente hiciera nada diferente. Sin embargo, para tener alguna posibilidad de acercarse a las emisiones netas de carbono cero para mediados de siglo –lo que se necesita para limitar el calentamiento global a un nivel "seguro"–, todos debemos hacer cambios en nuestros estilos de vida y hogares. Éstas son algunas ideas:

  • Si debes conducir, hazte eléctrico: Un tercio de las emisiones de CO₂ de un hogar medio proviene del transporte por carretera. Si puedes vivir sin coche, mejor. Si no puede, cambiar a un automóvil eléctrico puede eliminar en gran medida las emisiones. Si no puede ser eléctrico, compra un vehículo más pequeño y que ahorre más combustible. Evita el diésel, por la contaminación del aire que produce.
  • Cambia a una bomba de calor: Otro tercio de las emisiones de los hogares proviene de la calefacción. La instalación de una bomba de calor podría reducir la cifra a la mitad y, de paso, puede ahorrarte dinero a largo plazo. Pero ten en cuenta que este sistema sólo es adecuado para propiedades bien aisladas.
  • No vueles con tanta frecuencia: Antes de las pandemia, alrededor de una décima parte de las emisiones domésticas procedían de vuelos. Los viajeros frecuentes pueden tener una enorme huella de carbono. Para hacernos una idea, volar de Madrid a Nueva York produce alrededor de 3,4 toneladas de CO₂ por pasajero, más o menos, el equivalente a poner 11.526 lavadoras.
  • Consume menos carne y productos animales: En todo el mundo, cada vez se despeja más tierra para nuevas granjas, lo que es desastroso para la vida silvestre y libera mucho carbono por culpa de la deforestación. Contrariamente a la creencia popular, lo que comes importa mucho más que de dónde viene. Las emisiones por kilogramo de carne roja y queso pueden ser alrededor de cien veces más que las de nueces, frutas y verduras.

sábado, 11 de septiembre de 2021

26ª Conferencia de las Partes (Glasgow 2021)

Se espera que miles de delegados lleguen a Glasgow, entre el 1 y el 12 de noviembre de 2021, para la COP26, siglas en inglés de la 26ª Conferencia de las Partes, dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Este tratado histórico, firmado en la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en 1992, comprometió a los países a tomar medidas para evitar el peligroso calentamiento global. Las reuniones de la COP se han celebrado anualmente desde 1995, con el fin de actualizar el estado de la cuestión y analizar los próximos pasos.
La COP26, retrasada un año por la pandemia del COVID-19, es la más importante de la serie desde la COP21, celebrada en París en diciembre de 2015. En ese entonces, cerca de doscientos países firmaron el Acuerdo de París, que proponía tomar medidas para limitar futuros aumentos de temperatura a 1,5ºC. El objetivo de la COP26 es generar acciones mucho más audaces para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
España apuesta por el cero neto. Por el momento, se han establecido cuatro objetivos para la cumbre. Primero, se pretende que todos los países se comprometan a llegar a cero neto para 2050, un reto que acaba de aceptar España con la aprobación de la Ley de Cambio Climático, aprobada el pasado mes de mayo. Además, se busca garantizar la protección de las personas más vulnerables al calentamiento del mundo; entregar un compromiso de financiamiento climático de 100 000 millones de dólares al año por parte de las naciones más ricas, y aumentar la colaboración entre las empresas, la sociedad civil y las naciones.
La clave para el éxito o el fracaso de la cumbre son los planes nacionales de reducción de emisiones conocidos como contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés). Originalmente, se suponía que los países presentarían nuevas NDC para fines de 2020, pero la pandemia, a la que hay que sumar el arrastre de las mayores emisiones del mundo, ha frenado los avances. En el momento de una evaluación de la ONU en febrero, sólo 74 países, que representan el 30% de las emisiones globales, habían presentado un nuevo plan climático. Entre ellos, desde 2021, está España, que es uno de los más contaminantes dentro de Europa, con emisiones de 259 310 kilotoneladas de dióxido de carbono en 2019.
A pesar de los buenos propósitos de algunos, un informe de la ONU calcula que las promesas actuales supondrían una bajada de las emisiones de sólo 0'5%, entre 2010 y 2030, muy lejos del 45% para 2030 que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático señala como necesario para limitar el calentamiento a 1,5ºC.
Por otra parte, la ONU ha pedido a los países que presentaron planes climáticos nacionales antes de finales de 2020 que los revisen. Los de China, la India y Estados Unidos son cruciales para marcar el tono de la COP26. Junto con el cuarto gran emisor, la UE, estos tres países serán los actores clave. Otras agrupaciones mundiales también tendrán mucho que decir, como la alianza de los pequeños estados insulares más afectados por el aumento del nivel del mar y la agrupación de países en desarrollo del G77.
Quizás el tema más importante de la COP26 sea la financiación. Los cien mil millones de dólares al año para ayudar a los países de bajos ingresos a adaptarse y luchar contra el cambio climático se prometieron originalmente en la COP15 en Copenhague, en 2009, con la intención de que se entregarían en 2020. Sin embargo, actualmente, sólo hay alrededor de 80 000 millones de dólares sobre la mesa. Esto es importante porque las negociaciones climáticas internacionales se basan en la toma de decisiones por consenso y la buena voluntad, y también porque algunas acciones para reducir las emisiones en los planes climáticos nacionales están condicionadas al financiamiento.
Los actores protagonistas de la COP26 tienen otra tarea por delante: arreglar los asuntos pendientes del Acuerdo de París, en torno al llamado libro de reglas. La principal de ellas es una disputa sobre el Artículo 6, sobre cómo crear un mercado global efectivo de compensación de carbono, una manzana de la discordia que surgió en la COP25, que se celebró en Madrid en 2019.

domingo, 5 de septiembre de 2021

Repercusiones del evolucionismo: la utilidad funcional

La teoría evolucionista es significativa en el estudio de la conducta, tanto por negar toda diferencia cuantitativa entre el hombre y el animal, como por hacer hincapié en la utilidad funcional de varios procesos conductuales –como el instinto, la inteligencia, el aprendizaje y la motivación– en la adaptación de los organismos al ambiente en interés de la supervivencia. Así, se considera que la conducta sirve a las necesidades del organismo, una concepción funcional que probablemente no tuvo un precedente claro o de mucha influencia en la historia del pensamiento occidental. Aunque el evolucionismo repercutió variadamente al hacer hincapié en los instintos o en la controversia sobre ellos, al acentuar lo intencional y la búsqueda de metas de la conducta y al intentar explicar mecánicamente la conducta, es nuestra impresión que su mayor significación se encuentra en el modelo funcional o utilitario al que dio vida. Ha sido enorme el número de investigadores de la conducta animal que ocasionaron los principios evolucionistas. Una de sus más importantes consecuencias fue la noción de pulsión, un término usado para describir los estados internos, cuya consecuencia es una actividad inquieta que sólo se determinará cuando se acalle el estado interno por medio de una actividad consumatoria o de la muerte. Así, hubo una tendencia a identificar la motivación con dichos estados internos, y las ideas motivacionales fueron dominando cada vez más el pensamiento psicológico de la primera mitad del siglo XX. Posteriormente, desde mediados del XX, empieza a cambiar esta forma de pensamiento, de manera que, como condicionantes de la motivación, se acentúan la activación, la autorrealización, las fuentes externas y otros procesos cognitivos independientes de la motivación.



sábado, 4 de septiembre de 2021

El impacto del calentamiento global sobre el clima

El calentamiento global está produciendo eventos climáticos cada vez más extremos en todo el mundo. En 2020 se vivieron incendios sin precedentes en Australia e inundaciones que le costaron a China, al menos, 26 000 millones de dólares, por mencionar sólo dos casos. La evidencia de que el cambio climático es el culpable es cada vez más sólida. Por ejemplo, la ola de calor que sufrió Siberia en 2020 fue tan extrema que no podría haber ocurrido sin el calentamiento global.
La cantidad de vapor de agua en la atmósfera aumenta en aproximadamente un 7% cada 1ºC de calentamiento.
Según señala el meteorólogo Peter Stott, del Centro Hadley, los efectos dramáticos se están volviendo cada vez más claros:

Si llegamos a cuatro grados de calentamiento, ya no habrá capa de hielo en Groenlandia.

En la misma línea, la cantidad de lluvia que cae en las tormentas de verano, del tipo que causan inundaciones repentinas, podría aumentar alrededor del 14% por cada grado de calentamiento. Eso significaría un incremento de alrededor del 60% si el mundo se calentara 4ºC. Se trata de un crecimiento muy sustancial, para el cual no estamos preparados, como advierte Stott.
Los ciclones tropicales se están haciendo más fuertes. La evidencia reciente sugiere que se están moviendo más lentamente a medida que el mundo se calienta, debido a los vientos tropicales más lentos en el verano. Esto significa que arrojan más lluvia en un solo lugar y que son mucho más dañinos.

Efectos del temporal Ida en las costas americanas en agosto de 2021

El problema no es sólo que el clima se vuelve más extremo. Asimismo, podría haber grandes cambios en los patrones climáticos, con consecuencias difíciles de predecir. Por ejemplo, una corriente oceánica llamada circulación de retorno del Atlántico Meridional (AMOC), que da forma al clima de Europa y la costa este de América del Norte, ya se está desacelerando y podría disminuir a la mitad o más para 2100.
Por desgracia, muchos efectos del calentamiento son ya inevitables. Esto nos lleva al tercer factor que determinará cuánto nos va a perturbar el cambio climático: nuestra capacidad de adaptarnos.
Algunos países están haciendo precisamente eso. Por ejemplo, con Yakarta hundiéndose lentamente, Indonesia ha anunciado planes para crear una nueva ciudad que sustituiría a su capital. Desafortunadamente, una revisión de Lisa Schipper y sus colegas del Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford (Reino Unido) ha encontrado que, con demasiada frecuencia, los proyectos de adaptación terminan empeorando las cosas. Por ejemplo, en algunas partes del mundo, la construcción de diques ha fomentado un mayor desarrollo de áreas vulnerables, lo que ha provocado desastres mayores cuando se rompen esas defensas. Del mismo modo, las medidas de riego destinadas a ayudar a los agricultores a hacer frente a la sequía les ha llevado a seguir cultivando los mismos cultivos cuando realmente necesitan cambiar a algo más adecuado a las condiciones cambiantes.
Así las cosas, el futuro sigue estando muy dudoso. Con una acción rápida y drástica, y un poco de suerte, aún podríamos limitar el calentamiento a alrededor de 2º C. Pero, si hacemos muy poco, demasiado tarde, y la sensibilidad climática y la retroalimentación del ciclo de carbono están en el lado alto, nuestros hijos podrían vivir para ver un calentamiento de 5ºC o más. Nadie puede decir si la civilización moderna sobreviviría en un mundo así.
Por otra parte, a muchos les preocupa que la acción climática no sea una prioridad en un mundo que se tambalea por la pandemia del COVID-19. Esto podría ser un error extremadamente costoso a largo plazo, como indica Schipper:

Dado que el coronavirus SARS-CoV-2 ha sacudido al planeta entero, lo que me preocupa es que gran parte de los presupuestos se dediquen a otras cosas y descarrilen y retrasen la acción climática.

jueves, 2 de septiembre de 2021

La aceleración del calentamiento global

La mitad del CO₂ que emitimos es absorbido por los mares y por la tierra, gracias a la vegetación. Sin embargo, a medida que el planeta se caliente, llegará un momento en que las plantas terrestres no absorberán más CO₂. Tanto es así que la selva amazónica ya está liberando más gases de efecto invernadero de los que absorbe, debido al efecto combinado de la deforestación y el cambio climático. También habrá cantidades cada vez mayores de carbono a medida que el permafrost –capa de suelo permanentemente helado se descongele. Al mismo tiempo, como el dióxido de carbono es menos soluble en agua tibia, los océanos calentados irán absorbiendo cada vez menos.

En 2020, Richard Betts, del Centro Hadley de Exeter (Reino Unido), y Zeke Hausfather, del Breakthrough Institute de California, calcularon que el calentamiento podría ser entre un 10% menor y un 25% mayor que el previsto en modelos anteriores. Hausfather advierte:

En un mundo con las políticas actuales, no podemos descartar por completo un incremento de la temperatura global en 5ºC, cuando las mejores estimaciones estimaban un incremento de 3ºC.

El panorama también es sombrío en lo que respecta a los impactos que tendrá en el nivel del mar: ya ha aumentado 0,3 metros desde que comenzó la era industrial, y el proceso de está acelerando. Según un informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de 2019, podría subir entre otros 0,3 y 1,1 metros para 2100, dependiendo de cuánto suba la temperatura del planeta.

Es una cifra mucho mayor que las estimaciones anteriores del IPCC. Encima, los cálculos siguen aumentando, porque los estudios sugieren que las grandes capas de hielo que cubren Groenlandia y la Antártida podrían desintegrarse mucho más rápido de lo que creíamos. Algunos investigadores piensan que la elevación del nivel del agua podría ser de más de 2 metros para 2100. Es un proceso imparable que continuará durante muchos siglos después de que estabilicemos las temperaturas. Queda por determinar cuánto se elevará y a qué velocidad. La estimación del IPCC es de hasta 5 metros para 2300. Aunque hay científicos que creen que podrían ser 8 metros en 2200.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Previsiones sobre el calentamiento global para el siglo XXI

El dióxido de carbono atmosférico continúa aumentando cada vez más rápido. En 2022, se prevé que el nivel medio durante el año supere las 417 partes por millón, un 50% más que su concentración preindustrial. Al ritmo actual, es probable que se dupliquen las cifras en algún momento entre 2070 y 2080. Hoy, el mundo ya se ha calentado 1ºC por encima de los niveles preindustriales. Está en camino de superar el límite de aspiración del Acuerdo de París de 1,5ºC entre 2026 y 2042. Y se prevé que la temperatura media mundial supere los 2ºC por encima de su nivel preindustrial entre las décadas de 2040 y 2070. En teoría, incluso si el planeta se calienta a más de 1,5ºC, todavía podemos alcanzar el objetivo de París para el 2100 si succionamos la suficiente cantidad de CO₂ de la atmósfera, aunque la forma en que lo haríamos sigue siendo discutible.

El consuelo es que podría ser peor. Las emisiones aumentarían aún más rápido si no se hiciese nada. Muchos países han logrado reducirlas, generalmente utilizando menos carbón y más energías renovables para generar electricidad. Al menos, no nos dirigimos al peor de los escenarios, bautizado como RCP8.5 por los investigadores del clima, en el que podría darse un calentamiento de alrededor de 5ºC para 2100.

Glen Peters, del Centro de Investigación Climática Internacional en Noruega, indica:

Estamos en una posición mejor de lo esperado hace cinco o diez años, pero todavía avanzamos despacio.

Según el Climate Action Tracker, nos dirigimos a un calentamiento de entre 2,7ºC y 3,1ºC para 2100. Si los países cumplen todos los compromisos y objetivos existentes, sería de alrededor de 2,6ºC. Y, si se hicieran realidad las emisiones netas cero que se prometen, esa subida podría limitarse a 2,1ºC para finales de siglo.

Esto sugiere que estamos a la vista del objetivo de 2ºC, lo cual es muy alentador. No obstante, supone un inmenso desafío. Si bien algunos países han transformado su sistema de generación de electricidad, por lo general se ha hecho poco para abordar las emisiones de fuentes más complicadas, como el transporte, la calefacción y la agricultura. Para ello, se necesitarán nuevas políticas, así como cambios en el estilo de vida.

Cuanto más tiempo sigan aumentando las emisiones, mayores serán los recortes necesarios para limitar el calentamiento a menos de 2ºC, y más aún a 1,5ºC. Lograrlo ahora ya requiere una acción drástica: necesitamos que las reducciones que han tenido lugar debido a la pandemia de coronavirus ocurran todos los años, pero además sin un repunte posterior.

En realidad, incluso de esa forma, podríamos quedarnos cortos cuando ponemos en juego el segundo factor crucial: cuánto calentará realmente el planeta todo el CO₂ adicional que estamos bombeando a la atmósfera. La respuesta depende de una amplia gama de efectos de retroalimentación. Algunos son relativamente simples: por ejemplo, el calentamiento aumenta la cantidad de vapor de agua en la atmósfera, un potente gas de efecto invernadero. Otros son extremadamente complejos y aún no se comprenden bien. Las nubes, por ejemplo, pueden tener efectos de calentamiento y enfriamiento, dependiendo de su ubicación altura y grosor.

Algunas reacciones, como el aumento del vapor de agua, se activan rápidamente. Otras, caso del derretimiento de las capas de hielo, llevan siglos o milenios. El calentamiento que causan estas retroalimentaciones se conoce como sensibilidad climática. Si es baja, tenemos la posibilidad de limitar las subidas de temperatura a menos de 2ºC, incluso si no llegamos al cero neto a mediados de siglo. Si es alta, podrían superar los 2ºC, a pesar de que alcanzáramos ese objetivo.

Cuando los científicos del clima hablan de sensibilidad climática, por lo general se refieren a cuánto calentamiento se produciría con una duplicación de los niveles de CO₂, algo que es posible que suceda en 2070. Hay tres formas principales de resolver esta ecuación: observando cómo el clima ha cambiado en el pasado distante, examinando los cambios en los últimos siglos y usando computadoras para modelar escenarios a corto plazo. Estos métodos dan una amplia gama de respuestas, aunque determinar un valor preciso ha resultado muy difícil. Un informe de 2013 del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el organismo liderado por la ONU que reúne la evidencia científica sobre el tema, dijo que podría estar entre 1,5ºC y 4,5ºC, lo mismo que la primera estimación hecha por el científico James Hansen y su equipo en 1979.

martes, 31 de agosto de 2021

La incidencia de las emisiones de carbono

El mundo ha logrado avances en la reducción de las emisiones de carbono culpables del cambio climático. Ahora bien, de ninguna manera éstos son suficientes; es más, investigaciones recientes sugieren que el impacto del CO₂ es aún mayor de lo que temíamos. Stefan Rahmstorf, experto climático de la Universidad de Potsdam (Alemania), asegura que la ciencia es ahora más pesimista y que todo apunta a la necesidad de tomar acciones con urgencia. Para tener la posibilidad de evitar una catástrofe, debemos llegar a emisiones netas cero, donde estemos vertiendo CO₂ en la atmósfera no más rápido de lo que los procesos naturales de la Tierra o las tecnologías aún por desarrollar puedan eliminarlo, en menos de tres décadas.

Sin embargo, la mayoría de los países aún no tiene proyectos creíbles para producir los recortes de emisiones necesarios, y mucho menos para implementarlos. ¿Qué puede llegar a pasar si no tomamos medidas drásticas en el presente?

El destino de gran parte de la vida en el planeta depende de tres factores principales:

  • Cuánto CO₂ agregamos a la atmósfera.
  • Cómo cambian las condiciones en respuesta a todo ese dióxido de carbono adicional: cuánto calentará la Tierra y su impacto en el aumento del nivel del mar y el clima extremo.
  • Cómo nos preparamos para los cambios venideros.
De estos factores, el más importante con diferencia es la cantidad de CO₂ que emitimos. Esto es lo que está provocando el cambio climático, y está bajo nuestro control. En 1988, el científico climático James Hansen dio la primera advertencia de que necesitábamos reducir las emisiones. Siguieron décadas de negacionismo, pero hoy ese argumento ha convencido ya a la mayoría.

Casi todos los países han ratificado el Acuerdo de París de 2015, que aspira a limitar el calentamiento a 1,5ºC. Las pocas excepciones incluyen Turquía, Irán e Irak. Ante este panorama, el objetivo de la conferencia climática COP26 de la ONU a finales de 2021 en Glasgow (Reino Unido) es llegar aun plan creíble para lograr emisiones netas cero para mediados de siglo.

Mientras, las emisiones de dióxido de carbono siguen aumentando: han pasado de menos de 40 millones de toneladas por día en 1970 a más de mil millones en la actualidad. Ha habido algunos descensos cuando la economía mundial se ha tambaleado, como ocurrió después de la crisis financiera de 2007-2008, pero el crecimiento de las emisiones siempre se ha reanudado con la recuperación económica. La pandemia de coronavirus produjo, con mucho, la mayor caída en las emisiones que hemos vivido hasta ahora, con bajadas generales entre un 4% y un 7%. Sin embargo, duró poco: volvieron a niveles cercanos a la prepandemia alrededor de septiembre de 2020.


lunes, 30 de agosto de 2021

Damnificados por el cambio global

Carlos Duarte (n. 1960)
Hay dos aspectos simples pero cruciales que deben considerarse al abordar el cambio global y los ecosistemas:

1) Cada especie se ve afectada de forma diferente por una misma intensidad de cambio ambiental.

2) Las especies que componen un ecosistema interaccionan entre sí de forma que existe un complejo entramado de relaciones que van desde la dependencia a la competencia, pasando por la simbiosis o facilitación  mutua de la existencia, como en el caso de los polinizadores.

El cambio global opera sobre las especies pero afecta a la intensidad y naturaleza de las interacciones entre ellas.

Algo tan simple como la alteración de la fenología, o ritmos estacionales de las plantas y animales como consecuencia de cambios en el clima, hace que se pierdan muchas sincronizaciones entre especies, de forma que una planta puede no encontrar a tiempo al polinizador o dispersor de sus frutos si adelanta su ciclo con el calentamiento, o muchos animales pueden no encontrar su alimento.

Carlos Duarte (2007): Cambio global

domingo, 29 de agosto de 2021

El invierno nuclear

Hace 65 M.a. algo causó la extinción de los dinosaurios y de muchos otros animales y plantas. La hipótesis más aceptada como causa de esta extinción es el impacto de un asteroide de unos 10 km de diámetro. La energía liberada por el impacto equivaldría a mil millones de bombas atómicas como la de Hiroshima, e incrementó la temperatura entre 10 y 20ºC. Este hecho provocaría incendios masivos de bosques que liberaron a la atmósfera gran cantidad de CO₂ y hollín.

Las enormes cantidades de polvo y vapor de agua generados por el impacto, junto con el hollín, originarían nubes de aerosoles que los vientos distribuirían por todo el planeta. Estas nubes harían de pantalla solar provocando el enfriamiento de la superficie terrestre. A su vez, el enfriamiento reduciría la evaporación de los océanos y, consecuentemente, disminuirían las precipitaciones. Así, a las primeras semanas de altísimas temperaturas siguieron años oscuros, fríos y secos. Es lo que se ha llamado invierno nuclear porque sería el escenario que seguiría a una guerra nuclear de escala planetaria.


jueves, 26 de agosto de 2021

El róver Perseverance

El Perseverance es el quinto róver que los humanos hemos conseguido hacer aterrizar en Marte. Su misión es la más emocionante de las que se han llevado a cabo hasta la fecha. Mientras que los anteriores ingenios se centraron en explorar la geología y la posible habitabilidad del planeta rojo, este vehículo robótico de la NASA está buscando directamente indicios de vida pasada. Por ello, podría decirse que el momento en el que tocó el suelo marciano, en febrero de 2021, fue, a la vez, épico e histórico.

No es de extrañar que los científicos responsables del programa estén exultantes. Una de las personas que celebraron el amartizaje fue la geobióloga Tanja Bosak, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (EEUU). Bosak ha estudiado durante mucho tiempo las primeras muestras de la existencia de vida en la Tierra en el registro geológico. Ahora, está aplicando sus conocimientos a Marte.

Esta vez, el Perseverance está haciendo el trabajo de campo por ella. El róver se encuentra explorando el cráter Jezero, una estructura de unos 49 kilómetros de diámetro que, según se cree, albergó un lago alimentado por ríos hace millones de años. Según Bosak, su lecho está cubierto de sedimentos y rocas adecuadas para preservar fósiles, por lo que es un lugar propicio para buscar indicios de vida.

Una de las peculiaridades más interesantes del vehículo robotizado es que cuenta con la capacidad de tomar muestras de rocas que quizá contengan rastros de vida antigua y prepararlas para ser enviadas a la Tierra. Para ello, acarrea 43 tubos, que llenará con las citadas muestras y almacenará en su zona ventral. Está previsto que más adelante se ponga en marcha otra misión que recolectará esos contenedores y los llevará hasta una sonda en órbita alrededor del planeta rojo, desde donde serán conducidos a la Tierra, quizá en 2031. Pues bien, quienes tendrán que seleccionar esas rocas son Bosak y sus colaboradores. Curiosamente, esta investigadora piensa que el resultado más fascinante sería no encontrar indicios de vida. Al fin y al cabo, las condiciones en Marte y en nuestro mundo eran muy similares hace miles de años. Si en las condiciones tan favorables para la vida como es el cráter Jezero, con los minerales adecuados y siendo un entorno con agua, no se encontrase finalmente nada o ni siquiera algo que la insinúe, ello nos indicaría que para que surja vida se precisa algo más.

Otra posibilidad es que se obtengan muestras muy antiguas y se encuentren moléculas prebióticas, esto es, un tipo de química que, por así decirlo, aún está aprendiendo a convertirse en vida. Esto sería aún más emocionante, puesto que aún no tenemos certeza de cuándo los conjuntos de moléculas dieron origen a la vida.

martes, 24 de agosto de 2021

Historia de la búsqueda de inteligencias alienígenas: Carl Sagan, Frank Drake, Jerry Ehman y Duncan Lorimer

A menudo se ha relacionado el encuentro con una civilización extraterrestre con el fenómeno ovni, esto es, con una toma de contacto con hipotéticos visitantes. Pero, ¿por qué no ir a su encuentro? En las décadas de los años 60 y 70 se dieron varios acontecimientos que han pasado a la historia de la búsqueda de inteligencias alienígenas. Todas ellas estuvieron protagonizadas por Carl Sagan y Frank Drake.

En 1960, cuando tenía treinta años, Frank Drake trabajaba en el radiotelescopio del observatorio de Green Bank, en Virginia Occidental. Ahora, Drake recuerda aquellos inicios:

Fue en esa época cuando se desarrolló la radioastronomía. Calculé que los telescopios que usábamos podrían detectar las radiotransmisiones de la Tierra a una distancia de diez años luz, de modo que era razonable tratar de buscar este tipo de señales de estrellas que estuvieran en ese rango de distancia, y convencí al director del observatorio para que me dejara hacerlo.
Este trabajo recibió una enorme difusión mediática, y a partir de ese momento mucha gente empezó a hacer lo mismo.

Drake comenzó en 1960 a registrar y analizar esas señales durante seis horas al día entre abril y julio de ese año. Fue una tarea metódica para la cual empleó unos medios que, desde la perspectiva actual, resultarían sumamente rudimentarios:

Frank Drake (n. 1930)
Con los instrumentos que tenía a mi disposición sólo podía examinar un canal. Hoy, los telescopios permiten escuchar miles de millones de ellos, y los equipos modernos son de mucho mayor tamaño. El radiotelescopio de Green Bank, por ejemplo, tiene unos 100 metros de diámetro. Además, existen varios proyectos para combinar ciertos de antenas y formar uno de un kilómetro cuadrado. El telescopio que empleé al principio tenía apenas 25 metros. En la actualidad, los equipos son mucho más rápidos y sensibles. Podemos detectar señales que se encuentran a miles de años luz de la Tierra.
La cuestión es que no sabemos a qué estrellas tenemos que apuntar, y, si desconocemos eso, al final tendremos que centrarnos en muchísimas de ellas. Asimismo, también debemos mirar en muchos canales de radio, pues tampoco sabemos cuál o cuáles de ellos podría estar usando una hipotética civilización extraterrestre. Por eso, necesitamos receptores de miles de millones de canales.

Tanta fue la repercusión de aquella primera búsqueda que realizó en 1960, que la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos le encargó que organizara una reunión en la que un grupo de expertos estudiaría si seguir ahondando en esa nueva vía de investigación.

Convoqué el encuentro para noviembre de 1961 en el observatorio de Green Bank y puse en conjunto a todos los especialistas en el mundo que conocía que estaban relacionados con este tema. Eran sólo doce personas.

Entre ellas, se encontraban tres premios nobel y un hombre que haría historia junto a Drake en las dos décadas siguientes: el ya mencionado Carl Sagan. Aquella cita fue bautizada como Conferencia SETI. Drake se convertiría más tarde en el fundador del proyecto del mismo nombre.

En el simposio, este astrónomo presentó la mítica ecuación que desde entonces lleva su apellido, una especie de punto de partida para tratar de determinar las probabilidades de que existan extraterrestres capaces de comunicarse.

Calculé que habría una posibilidad de cada mil de que un planeta de nuestra galaxia estuviera enviando señales, pero todos los hallazgos realizados en las última décadas han acentuado la idea de que podría haber muchas civilizaciones ahí fuera.
Hemos descubierto que existen planetas como la Tierra casi en cada estrella. Así, solo en la Vía Láctea habría muchas más de esas civilizaciones detectables de las que habíamos pensado en los años 60. Sin duda, hoy habría escrito una ecuación muy diferente.
Al final, el resultado de aquel primer encuentro de 1961 fue que era una buena idea dedicar recursos a la búsqueda de vida extraterrestre.

El 2 de marzo de 1972, la NASA lanzó al espacio la sonda Pioneer 10; y el 5 de abril de 1973, la Pioneer 11. El objetivo de ambas era viajar hasta los confines del Sistema Solar y, de paso, explorar el cinturón de asteroides, Saturno, Júpiter, Urano y Neptuno. Ambas naves llevaban una placa diseñada por un equipo de científicos coordinado por Sagan y Drake.

La citada placa, de oro y aluminio, contiene un mensaje sobre quiénes somos y la ubicación de nuestro planeta, de forma que si una de las Pioneer fuera interceptada por una cultura alienígena sabría su procedencia y algunos datos sobre la humanidad. La Pioneer 11 mantuvo el contacto con la Tierra hasta el 24 de noviembre de 1995, mientras que la última señal recibida de su hermana mayor sucedió el 23 de enero de 2003. Desde entonces, se alejan de la Tierra y vagan por el universo al albur de las corrientes cósmicas, como una de esas botellas que se lanzan al mar con un papel de socorro o con un último mensaje en su interior.

Un año más tarde, el 16 de noviembre de 1974, fue enviado al espacio el llamado mensaje Arecibo. Éste consistía en una señal de radio que contenía información sobre la humanidad. Se transmitió desde el radiotelescopio ubicado en dicha ciudad de Puerto Rico. La transmisión se dirigió hacia la constelación del cúmulo de Hércules o M13, a unos 25 000 años luz de nuestro planeta. Drake ideó igualmente el mensaje que portaba.

Lamentablemente, este telescopio, del que fui director algunos años y que en su día fue el mayor del mundo, con un disco de 300 metros, quedó irremisiblemente dañado en 2020 debido a un accidente. Es una muy mala notica, porque estaba sirviendo para hacer muy buenas investigaciones y, además, disponía de un potente equipo para enviar mensajes.

Las siguientes fechas clave en la búsqueda de inteligencia alienígena se sucedieron en el transcurso de apenas veinte días, en 1977, los que pasaron entre el lanzamiento de la sonda Voyager 2 ―el 20 de agosto de ese año― y el de la Voyager 1 ―el 5 de septiembre―. Fueron los nuevos intentos de la NASA de enviar un artefacto lo más lejos posible, al encuentro de una civilización alienígena. Para ello, ambas portan un peculiar disco dorado que contiene una selección de sonidos de la cultura humana ―incluye desde música de Bach y Mozart hasta saludos en numerosos idiomas y un discurso del entonces presidente estadounidense Jimmy Carter― y de la naturaleza de la Tierra ―grabaciones del viento, de tormentas y de animales―. El contenido del disco fue decidido por un comité de la NASA formado entre otros por Sagan y Drake.

La Voyager 1 alcanzó en 2012 el espacio interestelar, una región situada más allá de la heliopausa ―el límite, por así decirlo, de la influencia del astro rey y que marcaría la frontera del Sistema Solar―, a unos 18 000 millones de kilómetros de la Tierra.

Poco antes de que fueran enviadas al espacio, el 15 de agosto de 1977, el radiotelescopio de la Universidad Estatal de Ohio recibió una extraña señal procedente de la constelación de Sagitario. El astrónomo Jerry Ehman se percató de ello días más tarde. Mientras analizaba sus características en una hoja que contenía los datos impresos, marcó una serie de números y anotó en el margen Wow!

La señal Wow! era unas treinta veces más fuerte que el ruido ordinario del espacio profundo y fue la primera firme candidata a provenir de una civilización extraterrestre. Aunque desde entonces se han ofrecido diversas explicaciones para la misma ―se ha barajado que la originó un cometa―, ninguna se ha considerado concluyente. No obstante, entre los expertos la hipótesis más extendida es que, en realidad, provino de un fenómeno natural. En todo caso, no fue más que un mero parpadeo: se prolongó durante apenas 72 segundos.


Con el paso de los años, y a medida que se ha perfeccionado la tecnología para captar las señales del cosmos, tal cosa ha dejado de ser algo extraordinario. Hoy, las llamadas fast radio bursts ―en castellano, ráfagas rápidas de radio (RRR)―, son las que despiertan la curiosidad de los científicos. En un primer momento, algunos plantearon incluso que podrían ser el eco de la actividad de una lejana civilización alienígena. De hecho, el mediático astrofísico Abi Loev, catedrático de la Universidad de Harvard, mantiene que no habría que descartar tal posibilidad.

La primera RRR fue descubierta en 2007 por el astrónomo de la Universidad de Virginia Occidental Duncan Lorimer (n. 1969). La señal fue detectada por el radiotelescopio Parkes, en Australia. A menudo, las RRR son muy brillantes y tienen patrones fijos, algo sumamente llamativo. Lorimer admite que, al principio, se le pasó por la cabeza que quizás provinieran de una cultura alienígena.

Desde luego, no era algo disparatado, especialmente en aquellos momentos, cuando únicamente habíamos captado un episodio semejante, esto es, un solo pulso de radio.
Se podía elucubrar incluso la cantidad de energía que habría sido necesaria para emitir una señal semejante desde lo que podríamos considerar el jardín trasero de nuestra galaxia, y si para una civilización avanzada sería posible producirla.

Pero Lorimer, que ya llevaba un par de décadas dedicándose a la astronomía, se sentía, según sus propias palabras, más cómodo pensando que se debían a algún tipo de fenómeno celeste.

La señal fue captada mientras el equipo de Lorimer buscaba púlsares ―un tipo de estrella de neutrones― en las Nubes de Magallanes, unas galaxias satélites de la Vía Láctea. Lorimer indicaba:

Tenemos constancia de que en ellas existen unos veinte. El caso es que buena parte de ellos han sido descubiertos gracias al rastreo que se hizo durante la investigación en la que se halló la primera RRR.

Desde 2007 se han observado muchas más de esas ráfagas de radio, pero los científicos aún no saben fehacientemente qué las produce. Eso sí, la gran mayoría están convencidos de que su origen es natural.

Una vez más, todo es consecuencia del desarrollo de la radioastronomía, que no solo está llevando a los investigadores del SETI a ser cada vez más ambiciosos y avanzar en la búsqueda de otras civilizaciones en el universo, sino que está permitiendo captar fenómenos hasta ahora desconocidos, como las RRR. Dice Lorimer:

Los telescopios actuales son mucho mejores que los que había hacer quince o veinte años. Lo que más ha cambiado es la cantidad de cielo que pueden cubrir de una vez. Los que usábamos en 2001 apenas podían ver una pequeña fracción, más o menos como un área equivalente a la Luna llena. Ahora, nos podemos centrar en zona muchísimo más amplias.

Según comenta Lorimer, la detección de aquella primera RRR fue inesperada e impactante por distintas razones:

En primer lugar, porque fue increíblemente brillante. Saturó la electrónica del telescopio y hasta eliminó las interferencias que se estaban recibiendo. Resplandeció durante unos cinco milisegundos y luego desapareció. Además, cuando investigamos de qué parte del universo procedía comprobamos que su origen no eran las Nubes de Magallanes, donde nosotros rastreábamos, sino un punto ligeramente al sur del cielo, una zona bastante aleatoria del universo.

Con el tiempo, se empezaron a captar más RRR y las investigaciones empezaron a descartar la hipótesis extraterrestre.

La teoría más extendida es que proceden de magnetares, unas estrellas de neutrones que generan un intenso campo magnético y un brillo miles de millones de veces mayor que el del Sol. Asimismo, pueden producir pulsos de corta duración.

Según Lorimer, todo indica que existen al menos dos variedades de RRR: las que se repiten y las que no:

Hay diferencias notables entre ambas, y eso sugiere que no forman parte del mismo fenómeno, que ha de haber al menos dos tipos de fuentes que producen estas radiaciones.
La primera procedente de un enclave en la Vía Láctea se originó en una fuente situada a unos 30 000 años luz. El resto parece provenir de otras galaxias, a miles de millones de años luz. Algunas fueron emitidas antes incluso de que se hubiera formado la Tierra.

Con todo, el misterio que rodea a las ráfagas rápidas de radio está aún lejos de resolverse. De hecho, es muy probable que el empleo de radiotelescopios cada vez más potentes permita descubrir otro tipo de señales de las que a día de hoy desconocemos su existencia. Entretanto, el estudio de este tipo de fenómenos irá haciendo cada vez más completo nuestro conocimiento del universo. Aun así, lo que espera Drake y otros muchos investigadores embarcados en los diversos programas SETI es que algún día se demuestre que una de esas transmisiones fue emitida por una civilización extraterrestre.

En cualquier caso, la búsqueda continúa, porque la partida va en serio y los medios tecnológicos acompañan. A sus 91 años, Drake sigue dedicado a ello:

Semejante hallazgo tendría mucha más trascendencia que la llegada a la Luna o la de Colón a América. Contactar con una civilización extraterrestre es, sin duda, el mayor acontecimiento científico que podría suceder.
Estoy convencido de que las civilizaciones que encontrásemos serían amigables. No hay nada que ganar atacando a otra. Se encontrarían muy lejos y sería un gasto enorme de recursos y energía tratar de hacerlo.
Cualquier contacto con una cultura alienígena será pacífico y positivo, y, desde luego, será muy bueno para nosotros. Nos dará la oportunidad de aprender mucho de ella, quizá de intercambiar todo tipo de conocimientos. En realidad, imagino ese encuentro todos los días.

sábado, 21 de agosto de 2021

Variabilidad de la conducta

Herbert Spencer Jennings (1868-1947) se opuso a la idea de que la conducta animal estaba rígidamente fijada por fuerzas meramente mecanicistas, implicadas en una estricta interpretación del tropismo. Jennings no era ni vitalista ni teleologista, y era tan mecanicista como Loeb, pero sus estudios sobre la conducta de los organismos inferiores lo convencieron de que incluso los protozoarios no reaccionan automáticamente y de inmediato a las fuerzas proporcionadas por la estimulación externa. Encontró, en sus reacciones, una conducta variable o aproximativa, como si el organismo estuviera ajustando sus movimientos al estímulo por medio del "ensayo y error". También podían modificarse las reacciones. Schneirla dio crédito a Jennings por indicar los diversos estímulos a que reaccionarán los protozoos, el que su conducta manifieste variabilidad y la significación de las condiciones internas del individuo para saber el tipo de reacción que mostrará. Las doctrinas de Jennings de ensayo y error y de encontrar soluciones por medio de la conducta de los estados fisiológicos (internos) de los animales proporcionó una orientación para estudiar la conducta adaptativa, consistente en el desarrollo del concepto de pulsión. A decir verdad, Harlow (1953) deploró, en la siguiente afirmación, la influencia ejercida por Jennings:

... se le dio excesiva importancia y se puso demasiado hincapié en la demostración de Jennings de que el estado fisiológico es un elemento para determinar la conducta de los animales inferiores, relegándose así el papel de la estimulación externa, como fuerza de la motivación, a una posición secundaria.

Wallace Craig (1876-1954) desarrolló una interpretación en cierto modo similar, que se basaba en sus experimentos con palomas. Craig suponía que un estado fisiológico como el hambre inducía una búsqueda inquieta, que podría llevar al descubrimiento de un estímulo, como el alimento, al que puede darse una respuesta consumatoria, para así acallar el estado fisiológico y la inquietud.

martes, 17 de agosto de 2021

Contacto con posibles civilizaciones extraterrestres

Durante mucho tiempo, el ser humano imaginó -y así lo trasladó al cine y a la literatura- que el contacto con posibles civilizaciones extraterrestres se realizaría en la Tierra, es decir, que los alienígenas viajarían hasta nuestro planeta y nos encontrarían. Pero en los años 60, ese enfoque cambió. A través de diversos programas impulsados, entre otros, por el famoso cosmólogo y divulgador científico Carl Sagan (1934-1996) y el astrónomo Frank Drake (n. 1930), se empezaron a enviar sondas y señales al espacio exterior, con la esperanza de contactar con ellos.

Durante las dos primeras décadas de este siglo XXI, gracias al desarrollo de radiotelescopios cada vez más potentes, se ha dado un paso hacia adelante. Un ejemplo es el proyecto Breakthrough Listen, que se puso en marcha en 2016. Los investigadores que participan en él rastrean las profundidades del cosmos, que cada vez se percibe con más detalle. La idea es tratar de detectar indicios de la existencia de inteligencias distintas a la nuestra.

Andrew Siemion
En el fondo, con todo ello se trata de responder a una de las preguntas más profundas que podemos hacernos: ¿estamos solos en el universo? El astrónomo Andrew Siemion (n. 1980), director de la iniciativa Breakthrough Listen y responsable del centro SETI de búsqueda de inteligencia extraterrestre de la Universidad de California, en Berkely, indica:

La probabilidad de que existan civilizaciones extraterrestres es baja. No obstante, el cosmos es vastísimo, y resulta presuntuoso pensar que la nuestra es la única. Si disponemos de las herramientas para buscarlas, ¿por qué no hacerlo?

Para tratar de detectar una hipotética cultura alienígena, los grupos de científicos que coordina Siemion escudriñan el espacio en busca de señales de radio. Para ello emplean fundamentalmente los radiotelescopios de los observatorios Parkes, en Australia, y Green Bank, en Estados Unidos. Este último es el mayor instrumento de su tipo orientable del mundo. El equipo de Siemion utiliza asimismo la información aportada por el telescopio Allen, en California.

En los próximos años, se dará un avance trascendental en este sentido, cuando se ponga en marcha el radiotelescopio Square Kilometre Array (SKA), que, sin duda, será el más grande construido hasta la fecha. La idea es conectar miles de pequeñas antenas y cientos de platos y combinar sus capacidades, de forma que, al final, su potencia equivaldría a la de un dispositivo gigantesco, de alrededor de un kilómetro cuadrado.

Señala Siemion:

Recabamos una ingente cantidad de datos a través de los radiotelescopios y después los analizamos pormenorizadamente. Tratamos de discernir si las señales de radio detectadas tienen un origen natural o artificial y, en su caso, si provienen de un artefacto humano, como un satélite, o un punto lejano del universo, quizá de una civilización extraterrestre.
La actividad de una de esas presuntas civilizaciones dejaría señales de radio que podríamos captar desde la Tierra. Del mismo modo, debido a la tecnología que usamos los seres humanos, se emiten transmisiones de radio desde nuestro planeta. Llegado el caso, éstas podrían ser detectadas por una cultura alienígena.

Es un proceso lento y laborioso, lleno de falsos positivos y que exige la dedicación de muchos científicos de distintas especialidades.

El programa Breakthrough Listen se presentó en Londres el 20 de julio de 2015, en la sede de la Royal Society. Al acontecimiento asistió uno de sus principales impulsores, el físico Stephen Hawking, quien afirmó entonces:

Ha llegado el momento de comprometerse a encontrar la respuesta; de buscar vida más allá de la Tierra. El ser humano tiene una profunda necesidad de explorar, aprender y saber. También somos criaturas sociales. Es importante que averigüemos si estamos solos en la oscuridad.

El proyecto partió con una financiación de 100 millones de dólares, una cantidad que se encargó de proporcionar el multimillonario ruso del sector tecnológico Yuri Milner.

Con la llegada del nuevo milenio, los hallazgos sobre el universo se han multiplicado y algunos han sido de tal envergadura que han abierto un escenario diferente; así lo plantea Siemion:

Recordemos que hasta no hace mucho tiempo se pensaba que los planetas como la Tierra eran una rareza, pero en las últimas dos décadas hemos descubierto que no es así, y que existen muchos mundos extrasolares como el nuestro y galaxias que podrían estar repletas de ellos. Es decir, sabemos que en multitud de enclaves es posible que se den las condiciones necesarias para que haya vida inteligente.

Puede que los humanos hayamos sido un caso único en los 13 800 millones de años de historia del universo, pero en ese tiempo quizás haya habido margen para otras posibilidades.

sábado, 14 de agosto de 2021

Cómo convertir el dióxido de carbono en un combustible limpio

El dióxido de carbono o CO₂, ligado al efecto invernadero, es el gran villano climático. Reducir o eliminar su presencia en la atmósfera es el objetivo de numerosos equipos de científicos. Ahora, uno liderado por investigadores de la Universidad de Illinois y el Laboratorio Nacional Argonne del Departamento de Energía de Estados Unidos ha desarrollado un sistema limpio que captura el que emiten las fábricas y centrales térmicas y lo convierte en etanol, un alcohol que tiene entre otros muchos usos el de combustible industrial y doméstico.

El método se basa en un electrocatalizador formado por átomos de cobre dispersos sobre un soporte de polvo de carbono, que mediante una reacción electroquímica descompone el CO₂ y las moléculas de agua y vuelve a ensamblar selectivamente las piezas rotas de etanol, ayudado por un campo eléctrico externo.

El prototipo ha demostrado una eficiencia de más del 90%, muy superior a la de procesos similares, y con poco gasto de electricidad. El siguiente paso será integrarlo en módulos de captura y conversión de dióxido de carbono que se instalarán en las fábricas.


Central térmica

Universidad de Nagoya: Test de orina para la detección de tumores cerebrales

Trastornos del habla, convulsiones, dolor de cabeza, alteraciones cognitivas y emocionales, deficiencias visuales... Los síntomas iniciales de un tumor cerebral dependen sobre todo de la ubicación de éste, son variados y a menudo aparecen cuando ya es tarde y las posibilidades de supervivencia del afectado reducidas. Por eso es tan prometedor la reciente investigación de unos científicos de la Universidad de Nagoya (Japón), que usan un simple test de orina para la detección temprana de tumores en el cerebro.

El método se basa en un pequeño dispositivo que contiene cien millones de nanocables de óxido de zinc: permite medir en una muestra de sólo un mililitro de orina la presencia de los llamados micro-ARN, pequeñas moléculas de ácido nucleico liberadas por diversos tipos de células y que sirven como biomarcadores del cáncer.

El análisis de los micro-ARN recogidos con este aparato en la orina de personas sin ese mal y de otra con un tumor cerebral reveló que muchos de esos compuestos derivados de las células cancerosas en el cerebro existen en la orina en una condición estable, lo que facilita su detección, posible incluso en los primeros estadios del tumor. El sistema distinguió a los enfermos de los sanos con una efectividad de casi el cien por cien.


viernes, 13 de agosto de 2021

Controversias sobre el poblamiento de América

La hipótesis más extendida sobre el poblamiento de América sostiene que los humanos cruzaron desde Asia por el denominado Puente de Beringia, un amplio territorio o puente de tierra situado entre Siberia y Alaska, donde se encuentra actualmente el Estrecho de Bering, hace unos 13 000 años. Sin embargo, diferentes hallazgos arqueológicos lo ponen en entredicho.

En los años 60, se encontraron huesos de conejos y venados en las profundidades de la cueva de Coxcatlán, en el sur de México. Según la datación por radiocarbono hecha en 2021 por el antropólogo Andrew Somerville, de la Universidad Estatal de Iowa (EEUU), estos restos tienen entre 33 448 y 28 279 años. Y si por otro lado pudiera determinarse que estos huesos tienen marcas de cortes realizados con herramientas o alteraciones causadas por el fuego, indicaría que la llegada de los seres humanos al continente americano es anterior a la hipótesis de la emigración a través del Puente de Beringia.

En 2019, la revista Science publicó el descubrimiento en el noroeste de Estados Unidos de herramientas de hace 16 000 años parecidas a las coetáneas de la isla japonesa de Hokkaido. En 2020, dos estudios publicados en Nature comunicaron que se habían encontrado en la cueva de Chiquihuite (México) utensilios de unos 30 000 años.

Excavaciones en la cueva de Chiquihuite

El debate ha generado ideas tan osadas como la llamada hipótesis solutrense, propuesta por los arqueólogos Dennis Stanford y Bruce Bradley. Éstos sostienen que hace unos 15 000 años, individuos de la cultura solutrense, desarrollada en la península ibérica y Francia, habrían cruzado el Atlántico a través de la banquisa glacial y puesto pie en América antes que los pueblos asiáticos.
  

martes, 10 de agosto de 2021

Premio RAGC de Divulgación Científica 2021

Ramón Núñez Centella (n. 1946) es un gran pionero. Su trabajo en la creación de museos científicos en Galicia y otras regiones de España, y una vida dedicada a la enseñanza y la divulgación de la ciencia, explican que la Real Academia Gallega de Ciencias (RAGC) le haya concedido el Premio RAGC de Divulgación Científica 2021 por su amplia trayectoria y su carácter de promotor de la nueva museología científica en nuestro país.

La labor de este licenciado en Ciencias por la Universidad de Santiago de Compostela, que cambió su trabajo en la industria química por la divulgación, resultó clave para crear los tres Museos Científicos Coruñeses: el primero fue la Casa de las Ciencias, donde está el Planetario, abierta en 1985. Luego llegó la Domus, inaugurada en 1995, el primer museo interactivo del mundo dedicado íntegramente al ser humano; y en 1995 entró en escena el Aquarium Finisterrae, también llamado Casa de los Peces, dedicado a la educación medioambiental y la divulgación de temas marinos. Colaboró también en el nacimiento de la sede coruñesa del MUNCYT (Museo Nacional de Ciencia y Tecnología), que dirigió durante unos años, y ayudó en el diseño museográfico del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe de Valencia y del Museo de la Evolución Humana en Burgos.

lunes, 9 de agosto de 2021

Voyage 2050

La Agencia Espacial Europea (ESA) anuncia su plan Voyager 2050, que establece sus principales líneas de investigación entre 2035 y 2050. La primera será averiguar si varias de las lunas de Júpiter y Saturno tienen potencial para albergar vida, o si existe en ellas alguna biofirma, es decir, una huella química o física que indique que hubo o hay vida allí. Para hacerlo se enviarán a esos mundos sondas e incluso drones que explorarán sus atmósferas, superficies y mares subterráneos. La segunda profundizará en el estudio de las atmósferas de los exoplanetas similares a la Tierra, para determinar si poseen las condiciones adecuadas para que se desarrolle la vida. Esto exigirá la creación de instrumentos capaces de captar las emisiones térmicas directas de las atmósferas de los exomundos, en busca de indicios de la habitabilidad de sus superficies.

Los futuros programas de la ESA sobre el estudio de los mundos extrasolares ayudan a determinar si algunos exoplanetas, como HD85512b, que orbita alrededor de su estrella, similar al Sol, a 36 años luz, podrían albergar vida. Éste es algo mayor que la Tierra y está en la zona habitable de su sistema, donde quizá exista agua en estado líquido.

La tercera prioridad de la ESA será recopilar más datos del universo primitivo para responder a las grandes preguntas: ¿cómo se formó?, ¿cómo nacieron y evolucionaron las primeras estructuras cósmicas y los agujeros negros?

Una misión de la ESA será crucial para las futuras exploraciones de los satélites de Júpiter y Saturno previstas por el plan Voyage 2050. Se llama JUICE (JUpiter ICy moons Explorer, Explorador de las lunas heladas de Júpiter), despegará en 2022 y llegará al gigante gaseoso en 2029. La nave pasará tres años sobrevolando el sistema joviano, investigando el planeta y tres de sus mayores lunas: Ganímedes, Europa y Calisto. Los científicos piensan que hay océanos ocultos bajo la superficie de estos mundos helados, y que podrían albergar vida o haberlo hecho en el pasado.

Recreación del JUICE

La sonda se construyó en las instalaciones de Airbus en Madrid antes de viajar al Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial de la ESA en Noordwij (Países Bajos).

domingo, 8 de agosto de 2021

La belleza

Jorge de los Santos (n. 1964), pintor y crítico cultural, nos explica con extraordinaria claridad qué es la belleza:

Dos cuestiones radicales se asocian a la belleza: la protección y el porvenir. La belleza ha sido y es la burbuja, el territorio del sosiego, el marco de salvaguarda en que percibimos, aunque sea durante un instante, que nuestra existencia adquiere sentido. Cuando se produce esa sensación -esa aisthesis, decían los griegos, que dio lugar a estética-, de que todo encaja y tiene sentido; de que hayamos navegado por donde lo hayamos hecho ha merecido la pena porque estamos ante el fulgor de lo bello. La belleza nos hace sentir en casa, seguros, serenos, unidos, reconocidos. Es Stendhal quien toma conciencia del segundo aspecto radical de la belleza y que la hace, como el anterior, inseparable de la condición humana: la belleza es la promesa de un futuro mejor.