Si algo hemos aprendido de la historia reciente es que la colaboración y la solidaridad entre los pueblos, los gobiernos y los científicos son piezas clave en la lucha contra las epidemias y las posibles pandemias. ¿De qué medios disponemos para hacerles frente?
1. Ayudas a los países en desarrollo
El sida, la tuberculosis y la malaria son enfermedades evitables, para las que existen tratamientos eficaces. Sin embargo, son la causa de millones de muertes cada año.
Estas enfermedades suponen una carga económica treinta veces mayor en los países en vías de desarrollo que en los países de renta más alta, lo que implica grandes pérdidas económicas, desintegración social e inestabilidad política.
Un porcentaje muy bajo de las personas que necesitan tratamientos contra estas enfermedades se beneficia de un tratamiento de calidad. Favorecer la distribución de medicamentos eficaces a precios asequibles para los países pobres debe ser un objetivo prioritario.
2. Redes de vigilancia
Para seguir la evolución de las enfermedades y detectar nuevos gérmenes se han puesto en marcha sistemas de vigilancia en todo el planeta. La OMS ha desarrollado el sistema de alerta GOARN (Global Alert And Response Network) que centraliza la información recogida por los poderes públicos, investigadores, médicos, ONG, etc.
Algunos de estos sistemas están especializados en una única enfermedad, como FluNet, sobre la evolución de la gripe, que envía cada año información sobre la evolución del virus de la gripe a las empresas farmacéuticas para que puedan poner en el mercado las vacunas más eficaces.
3. Una carrera entre los investigadores y los microbios
Los gérmenes responsables de las enfermedades infecciosas no dejan de evolucionar. Los virus están en mutación permanente y las bacterias se han resistentes a los antibióticos. Los investigadores trabajan para tener un mejor conocimiento de los agentes infecciosos, con la esperanza de poder desarrollar nuevos fármacos. En una carrera contra el reloj, deben permanentemente poner a punto nuevas vacunas, medicamentos, tests de diagnóstico, etc.
4. La colaboración mundial
Hoy día, la seguridad sanitaria de los países depende de la capacidad de cada uno de ellos para actuar con eficacia y contribuir a la seguridad de todos. Ello exige que los países fortalezcan sus sistemas de salud y se ocupen de contar con medios para prevenir y controlar las epidemias capaces de propagarse rápidamente y, además, que colaboren entre sí ante las emergencias de salud pública.
En los casos en que a los países les sea imposible lograr la prevención y el control por sí mismos, la OMS los ayudará proporcionándoles redes internacionales, rápidas y expertas, de vigilancia y respuesta a las enfermedades.
5. Prevención del bioterrorismo
Los virus y las bacterias pueden transformarse en armas en manos terroristas. Varias enfermedades se consideran armas potenciales como la viruela, el botulismo o la peste.
Apenas unos días después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, una serie de cartas conteniendo esporas de bacilus anthracis, el bacilo del carbunco, fueron enviadas a través del servicio de correos del país. Veintidós personas se vieron afectadas y cinco de ellas murieron. Este ataque reavivó la inquietud internacional por el bioterrorismo.
Para prevenir un posible ataque, muchos países han puesto en marcha planes de prevención que van desde la vigilancia de ciertos laboratorios al almacenamiento de vacunas para hacer frente a gérmenes ante los que la población no está inmunizada, como el virus de la viruela.
De cualquier modo, los riesgos de un ataque masivo son muy limitados por la dificultad y el costo de fabricar y transportar microorganismos a gran escala.
6. Éxitos que ayudan al optimismo
Una mirada hacia el pasado, no muy lejano, nos muestra que algunas epidemias ya no son una fatalidad.
- La viruela, que causaba millones de muertos hace tan solo sesenta años, ha podido ser erradicada gracias a una campaña mundial de vacunación lanzada por la OMS en 1967.
- La poliomielitis está en franco retroceso. Desde que la Asamblea Mundial de la Salud resolvió erradicar la enfermedad, en 1988, se han realizado enormes progresos en la lucha mundial contra esta enfermedad. El número mundial de casos de poliomielitis ha disminuido de 350.000 en 1988 a menos de 700 en 2003. Tres cuartas partes de todos los casos mundiales están relacionados con un pequeño número de focos clave en tres países: la India, Nigeria y Pakistán.
Para que nuevos ejemplos se añadan a la lista de las batallas ganadas contra las infecciones es necesario que la comunidad internacional se movilice, fundamentalmente para permitir el acceso a la salud de todos los habitantes del planeta.
Un porcentaje muy bajo de las personas que necesitan tratamientos contra estas enfermedades se beneficia de un tratamiento de calidad. Favorecer la distribución de medicamentos eficaces a precios asequibles para los países pobres debe ser un objetivo prioritario.
2. Redes de vigilancia
Para seguir la evolución de las enfermedades y detectar nuevos gérmenes se han puesto en marcha sistemas de vigilancia en todo el planeta. La OMS ha desarrollado el sistema de alerta GOARN (Global Alert And Response Network) que centraliza la información recogida por los poderes públicos, investigadores, médicos, ONG, etc.
Algunos de estos sistemas están especializados en una única enfermedad, como FluNet, sobre la evolución de la gripe, que envía cada año información sobre la evolución del virus de la gripe a las empresas farmacéuticas para que puedan poner en el mercado las vacunas más eficaces.
3. Una carrera entre los investigadores y los microbios
Los gérmenes responsables de las enfermedades infecciosas no dejan de evolucionar. Los virus están en mutación permanente y las bacterias se han resistentes a los antibióticos. Los investigadores trabajan para tener un mejor conocimiento de los agentes infecciosos, con la esperanza de poder desarrollar nuevos fármacos. En una carrera contra el reloj, deben permanentemente poner a punto nuevas vacunas, medicamentos, tests de diagnóstico, etc.
4. La colaboración mundial
Hoy día, la seguridad sanitaria de los países depende de la capacidad de cada uno de ellos para actuar con eficacia y contribuir a la seguridad de todos. Ello exige que los países fortalezcan sus sistemas de salud y se ocupen de contar con medios para prevenir y controlar las epidemias capaces de propagarse rápidamente y, además, que colaboren entre sí ante las emergencias de salud pública.
En los casos en que a los países les sea imposible lograr la prevención y el control por sí mismos, la OMS los ayudará proporcionándoles redes internacionales, rápidas y expertas, de vigilancia y respuesta a las enfermedades.
5. Prevención del bioterrorismo
Los virus y las bacterias pueden transformarse en armas en manos terroristas. Varias enfermedades se consideran armas potenciales como la viruela, el botulismo o la peste.
Apenas unos días después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, una serie de cartas conteniendo esporas de bacilus anthracis, el bacilo del carbunco, fueron enviadas a través del servicio de correos del país. Veintidós personas se vieron afectadas y cinco de ellas murieron. Este ataque reavivó la inquietud internacional por el bioterrorismo.
Para prevenir un posible ataque, muchos países han puesto en marcha planes de prevención que van desde la vigilancia de ciertos laboratorios al almacenamiento de vacunas para hacer frente a gérmenes ante los que la población no está inmunizada, como el virus de la viruela.
De cualquier modo, los riesgos de un ataque masivo son muy limitados por la dificultad y el costo de fabricar y transportar microorganismos a gran escala.
6. Éxitos que ayudan al optimismo
Una mirada hacia el pasado, no muy lejano, nos muestra que algunas epidemias ya no son una fatalidad.
- La viruela, que causaba millones de muertos hace tan solo sesenta años, ha podido ser erradicada gracias a una campaña mundial de vacunación lanzada por la OMS en 1967.
- La poliomielitis está en franco retroceso. Desde que la Asamblea Mundial de la Salud resolvió erradicar la enfermedad, en 1988, se han realizado enormes progresos en la lucha mundial contra esta enfermedad. El número mundial de casos de poliomielitis ha disminuido de 350.000 en 1988 a menos de 700 en 2003. Tres cuartas partes de todos los casos mundiales están relacionados con un pequeño número de focos clave en tres países: la India, Nigeria y Pakistán.
Para que nuevos ejemplos se añadan a la lista de las batallas ganadas contra las infecciones es necesario que la comunidad internacional se movilice, fundamentalmente para permitir el acceso a la salud de todos los habitantes del planeta.