Los derechos humanos se han ido reconociendo a lo largo de la historia, a través de un lento proceso de aprendizaje moral que no ha terminado todavía. En este proceso se pueden distinguir, hasta ahora, tres grandes fases, que se suelen denominar "las tres generaciones" de los derechos humanos.
2. Primera generación: los derechos de la libertad
La "primera generación" es la de los derechos civiles y políticos. Empezaron a ser reivindicados por la burguesía frente al Antiguo Régimen a partir del siglo XVI: el derecho a la vida y a la integridad física, a pensar y expresarse librremente, a reunirse con quien se desee, a desplazarse adonde uno quiera, a participar en el gobierno del propio país, a no ser detenido sin un motivo legal, a ser juzgado con garantías de imparcialidad, a tener propiedad, a comerciar libremente, etc.
En líneas generales podemos considerar estos derechos como inspirados en un valor moral básico que les sirve de guía: la libertad.
3. El Estado de derecho
Las constituciones de la mayor parte de los Estados modernos recogen el ideal de libertad en una serie de artículos que afirman que los individuos poseen unos derechos que nadie debe violar, y el Estado menos aún, puesto que la principal misión de éste consiste, precisamente, en garantizar su cumplimiento. Los teóricos del Estado constitucional moderno entienden que los derechos individuales funcionan como "cartas de triunfo" en manos de los ciudadanos, es decir, como exigencias totalmente prioritarias que deben prevalecer frente a cualquier pretensión que se intente en su contra. Por esta razón se puede considerar al Estado constitucional moderno como Estado de derecho, es decir, como el tipo de Estado en el que todos, especialmente los poderes públicos, están obligados por las leyes a respetar los derechos báscios de las personas.
4. Segunda generación: los derechos de la igualdad
La "segunda generación" se refiere a los derechos económicos, sociales y culturales, como el derecho al empleo y al salario justo, a la vivienda, a la salud, a la educación, a la cultura, a la pensión de jubilación, etc. Estos derechos fueron reivindicados sobre todo por el movimiento obrero a lo largo de los dos últimos siglos. Con ellos se pretende dotar de un apoyo real a los derechos de la primera generación, porque difícilmente se pueden ejercer los derechos civiles y políticos si no se tiene un mínimo de ingresos económicos, una protección contra la enfermedad, un mínimo de nivel cultural, etc.
Este tipo de exigencias fue abriendo el camino a una nueva mentalidad según la cual es necesario que el Estado no se limite a mantener el orden público y el cumplimiento de los contratos, sino que actúe positivamente (sobre todo a través de los impuestos) para que los derechos de la primera generación no sean unos privilegios de unos cuantos, sino una realidad para todos. Por esta razón se dice que la segunda generación constituye un conjunto de exigencias de la igualdad. Por ejemplo, la igualdad de oportunidades para todos, con independencia del sexo, del origen social o étnico, de la condición de discapacitado, etc., es un valor que se expresa en estos derechos de la segunda generación.
5. El Estado social de derecho
El progresivo reconocimiento de este tipo de derechos económicos, sociales y culturales ha dado lugar al Estado social de derecho, que es el tipo de Estado que garantiza las mismas libertades básicas que el modelo liberal anterior, pero además intenta redistribuir la riqueza para asegurar que toda la población tenga cubiertas las necesidades básicas y disponga de similares oportunidades para ejercer los derechos civiles y políticos.
6. Tercera generación: los derechos de la solidaridad
Por último, los llamados "derechos de la tercera generación" incluyen el que toda persona tiene que nacer y vivir en un medio ambiente sano, no contaminado de polución y de ruido, el derecho a nacer y vivir en una sociedad en paz y el derecho al desarrollo. Estos derechos han sido recogidos en declaraciones internacionales recientes, en las que se intenta comprometer a todos los Estados para que se cumplan en todas partes. Porque son unos derechos tan básicos que sin ellos difícilmente se pueden hacer realidad los derechos de la primera y de la segunda generación.
Es necesaria la solidaridad internacional para que se puedan cumplir esos derechos de la tercera generación Porque, ¿cómo se podrá acabar con la contaminación del medio ambiente si unos países se comprometen a no contaminar y otros no? ¿Cómo se podrá terminar con las guerras mientras no haya un firme compromiso de todos para controlar el tráfico de armas? ¿Cómo se puede alcanzar el desarrollo de todos los pueblos sin una ayuda continuada y eficaz?
7. Aparición de nuevos derechos humanos en el futuro
Igual que se avanza en ciencia se avanza en moral y ética. La historia nos ha ido enseñando la insuficiencia de los modelos de estado precedentes, y los conflictos políticos, civiles y económicos han ido completando nuestra visión del hombre y del mundo.
Las tres generaciones de derechos constituyen, por el momento, los requisitos básicos para llevar una vida digna. Pero la historia no se detiene, y ya se está hablando de nuevas generaciones de derechos humanos. En 1995 la ONU aprobó una Declaración sobre los derechos de las poblaciones indígenas, y en 1997 la UNESCO proclamó una Declaración universal sobre el genoma y los derechos humanos. Cada vez que la conciencia colectiva de la humanidad reconoce un agravio que se venía cometiendo impunemente y cada vez que los avances científico-técnicos muestran un nuevo aspecto de vulnerabilidad de la vida humana, habremos de establecer nuevos derechos humanos para proteger la integridad y la dignidad de las personas. Porque, de no ser así, corremos el riesgo de regresar a la ley de la jungla. En definitiva, el respeto a los derechos humanos marca la línea fronteriza entre la vida civilizada y la barbarie.
El progresivo reconocimiento de este tipo de derechos económicos, sociales y culturales ha dado lugar al Estado social de derecho, que es el tipo de Estado que garantiza las mismas libertades básicas que el modelo liberal anterior, pero además intenta redistribuir la riqueza para asegurar que toda la población tenga cubiertas las necesidades básicas y disponga de similares oportunidades para ejercer los derechos civiles y políticos.
6. Tercera generación: los derechos de la solidaridad
Por último, los llamados "derechos de la tercera generación" incluyen el que toda persona tiene que nacer y vivir en un medio ambiente sano, no contaminado de polución y de ruido, el derecho a nacer y vivir en una sociedad en paz y el derecho al desarrollo. Estos derechos han sido recogidos en declaraciones internacionales recientes, en las que se intenta comprometer a todos los Estados para que se cumplan en todas partes. Porque son unos derechos tan básicos que sin ellos difícilmente se pueden hacer realidad los derechos de la primera y de la segunda generación.
Es necesaria la solidaridad internacional para que se puedan cumplir esos derechos de la tercera generación Porque, ¿cómo se podrá acabar con la contaminación del medio ambiente si unos países se comprometen a no contaminar y otros no? ¿Cómo se podrá terminar con las guerras mientras no haya un firme compromiso de todos para controlar el tráfico de armas? ¿Cómo se puede alcanzar el desarrollo de todos los pueblos sin una ayuda continuada y eficaz?
7. Aparición de nuevos derechos humanos en el futuro
Igual que se avanza en ciencia se avanza en moral y ética. La historia nos ha ido enseñando la insuficiencia de los modelos de estado precedentes, y los conflictos políticos, civiles y económicos han ido completando nuestra visión del hombre y del mundo.
Las tres generaciones de derechos constituyen, por el momento, los requisitos básicos para llevar una vida digna. Pero la historia no se detiene, y ya se está hablando de nuevas generaciones de derechos humanos. En 1995 la ONU aprobó una Declaración sobre los derechos de las poblaciones indígenas, y en 1997 la UNESCO proclamó una Declaración universal sobre el genoma y los derechos humanos. Cada vez que la conciencia colectiva de la humanidad reconoce un agravio que se venía cometiendo impunemente y cada vez que los avances científico-técnicos muestran un nuevo aspecto de vulnerabilidad de la vida humana, habremos de establecer nuevos derechos humanos para proteger la integridad y la dignidad de las personas. Porque, de no ser así, corremos el riesgo de regresar a la ley de la jungla. En definitiva, el respeto a los derechos humanos marca la línea fronteriza entre la vida civilizada y la barbarie.