"No encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta... Estamos solos".
La conducta humana carece completamente de guías; las personas son absolutamente libres ("libres a la fuerza", dice Sartre) y, por consiguiente, no le queda más remedio que inventarse en cada caso los fines, los valores y las normas de su conducta.
EL HOMBRE ESTÁ CONDENADO A SER LIBRE.