Como ocurría en los actos fallidos, también en los sueños encontramos ejemplos cuya interpretación es evidente y otros más difíciles, al estar sus causas más escondidas.
Tenemos, en primer lugar, los sueños de comodidad, que consisten en soñar que estamos haciendo lo que haremos una vez que nos despertemos (por ejemplo, si tienes que ir al instituto sueñas que ya estás en clase). Se llaman "de comodidad" porque el soñador se tranquiliza evitando el desagradable pensamiento de tener que levantarse. Otras veces, el sueño incorpora el estímulo que podría provocar el despertar (un timbre, una conversación, etc.), de forma que, si ese estímulo cesa pronto, el sujeto pueda seguir durmiendo. Tanto en los sueños de comodidad como en los que incorporan un estímulo exterior aparece clara una finalidad: no interrumpir el necesario reposo, permitir que el soñante siga dormido.
Hay otra clase de sueños que no son nada difíciles de interpretar, y son los sueños infantiles. El niño pequeño (hasta cuatro años, más o menos) sueña realiza aquello que le gustaría hacer despierto: si un niño quiere tener un juguete y sus padres no se lo compran, es probable que sueñe que ya lo posee. Por lo tanto, el sueño infantil es la franca y directa realización de un deseo insatisfecho.
Vamos a poner en relación las dos conclusiones obtenidas: si la función del sueño es prolongar el reposo, y si la inquietud generada por los deseos insatisfechos es uno de los mayores obstáculos de dicho reposo, podemos pensar que los sueños cumplen su función por medio de la satisfacción alucinatoria de los deseos reales. Y éste es, según Freud, el primer principio general de interpretación de los sueños.
2. Censura y disfraz
Presentamos otro ejemplo de sueño infantil, pero de un niño algo mayor: ha sido castigado por su padre a irse a la cama sin cenar y esa noche sueña que alguien se come un enorme trozo de carne. Es fácil entender que ese alguien es el propio niño, pero ¿por qué no se reconoce como el protagonista del sueño? En este caso, la respuesta es sencilla: porque el niño sabía que estaba realizando una actividad prohibida, ya que había sido castigado sin cenar. Esta respuesta nos proporciona la segunda clave de la interpretación de los sueños: cuando se trata de deseos que el sujeto (o una parte de él) prefiere no reconocer, la satisfacción de estos deseos aparece en el sueño "disfrazada".
Distinguimos, por tanto, dos niveles en el contenido del sueño: lo que uno recuerda haber soñado (contenido manifiesto) y el verdadero significado que el contenido manifiesto disfraza (contenido latente). En relación con el segundo, Freud afirma que, cuanto más disfrazado aparece, mayor es la presencia en él de contenidos reprimidos de naturaleza sexual, que evitan ser reconocidos por medio de complicados mecanismos de transformación. Entre estos destacamos tres:
- El desplazamiento, es decir, el cambio de acento por el que los elementos realmente significativos del contenido latente desaparecen o son apenas aludidos mientras que otros elementos más o menos relacionados con los primeros pasan a ocupar una posición central en el contenido manifiesto. Según Freud, "ningún otro proceso contribuye tanto a ocultar el sentido del sueño". Ocurre esto cuando, por ejemplo, una frase pronunciada en un contexto significativo aparece en otro contexto diferente: lo importante es el contexto primitivo, no la frase en sí misma ni el contexto secundario. Freud explicó a una paciente que en la mente consciente "no hay ya" ciertos recuerdos y esa misma paciente soñó que el dependiente de una frutería le decía que "no hay ya" la hortaliza que le había pedido. Era Freud el personaje al que ese dependiente representaba.
- La condensación, por la cual cada elemento del contenido manifiesto puede significar varios elementos del contenido latente. Por ejemplo, un personaje puede representar a varias personas reales (pues recoge elementos de todas ellas).
- La simbolización, procedimiento por el que ciertos objetos o actividades son sustituidos por imágenes o símbolos que los sugieren: el nacimiento por el agua, la muerte por un viaje, el padre por el rey o alguien con autoridad, la madre por la casa... También aquí la mayor parte de los símbolos se refieren a órganos o actividades sexuales: el pene es sustituido por objetos alargados o penetrantes, los genitales femeninos por objetos huecos, volar o ascender representa el coito, la masturbación y la castración están representados por la caída de dientes, etc. Freud advierte que la interpretación simbólica carece de reglas aplicables por igual a todos los casos, por lo que siempre debe jugar un papel secundario y subordinado en el análisis.