Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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jueves, 31 de enero de 2019

Tratamiento de los trastornos mentales

Existen básicamente dos formas de tratamiento: la medicación y la psicoterapia. Otros métodos como la terapia electroconvulsiva (electrochoque: estimulación eléctrica breve y brusca del cerebro por medio de unos electrodos colocados en el cuero cabelludo; actualmente se utiliza sólo en los casos de depresión severa y otros trastornos graves) y la cirugía cerebral tienen un campo de aplicación mucho más restringido, como último recurso cuando se trata de un trastorno muy grave y las otras terapias fallan.

1. Medicación
El uso de medicamentos ha probado su eficacia en el tratamiento de algunos trastornos como la esquizofrenia, la depresión, el trastorno bipolar, la ansiedad y el TDAH, en los que los factores biológicos (fundamentalmente, carencia o exceso de neurotransmisores) son evidentes. En general, su consumo no se plantea como la alternativa a la psicoterapia, sino como un complemento. Sólo los médicos, no los psicólogos, pueden prescribir el uso de medicamentos (esta regla tiene algunas excepciones en países como Estados Unidos). Los riesgos de la medicación van desde la dependencia en algunos casos hasta la posibilidad de recaídas cuando se interrumpe su consumo o no se siguen estrictamente las pautas fijadas por el psiquiatra o neurólogo.
Hay distintas clases de fármacos utilizados en el tratamiento de trastornos mentales:
  • Antipsicóticos o neurolépticos, usados con pacientes esquizofrénicos y paranoicos para bloquear la recepción de la dopamina: se ha probado su eficacia en la supresión de delirios y alucinaciones.
  • Antidepresivos (el más conocido es la fluoxetina, hoy vendido como genérico pero hasta hace pocos años comercializado como Prozac): al contrario que los antipsicóticos, elevan los niveles de neurotransmisores como la dopamina, la noradrenalina y la serotonina en el sistema nervioso. No sólo son eficaces en el tratamiento de la depresión, sino también de otros trastornos como la ansiedad generalizada, el TOC, la fobia social, etc.
  • Tranquilizantes, sedantes y ansiolíticos como el carbonato de litio (usado en el tratamiento del trastorno bipolar), el diazepam (Valium), secobarbital (Seconal), etc. Generalmente este tipo de productos crea adicción.
  • Psicoestimuladores o potenciadores de la dopamina como el metilfenidato (comercializado en marcas como Concerta, Rubifen, Ritalin, etc.), que se suministra en pequeñas dosis a niños con déficit de atención.
2. Psicoterapia
La psicoterapia es el tratamiento de los trastornos mentales con métodos específicamente psicológicos, no quirúrgicos ni farmacológicos. Estos métodos varían de una forma de terapia a otra, pero el diálogo (del paciente con el terapeuta, o a veces en grupo) suele ser elemento esencial de todas ellas.
  • La terapia psicoanalítica busca hacer que afloren a la conciencia los elementos reprimidos en la mente inconsciente para que así el sujeto pueda enfrentarse a ellos y controlarlos. En sus versiones más próximas a la ortodoxia freudiana, se trata de un tratamiento largo, caro y de eficacia dudosa, por lo que ha sido reemplazado por otras formas de terapia más breves y efectivas.
  • La terapia humanista insiste en que el enfermo tome conciencia de su propia responsabilidad en la superación de su trastorno, renunciando a las eventuales ventajas que puede disfrutar por padecerlo (todos están pendientes de mí, no tengo que tomar decisiones...). En alguna de sus formas (por ejemplo, la logoterapia de Viktor Frankl) se acompaña al paciente en el descubrimiento del sentido de su existencia como forma de superar la neurosis noógena (trastorno nacido de la falta de sentido vital).
  • La terapia conductual utiliza las técnicas basadas en el condicionamiento (desensibilización, inundación, condicionamiento aversivo, contrato conductual, etc.) para conseguir la deseada modificación de la conducta. Se trata de procedimientos que, en un tiempo relativamente breve, suelen alcanzar un alto índice de eficacia, pero sus críticos atacan esta forma de terapia con el argumento de que se limita a suprimir o sustituir los síntomas sin curar verdaderamente el trastorno.
  • La terapia cognitiva busca corregir las formas erróneas de pensamiento que dan lugar al trastorno: por ejemplo, en el caso de una anoréxica, la falsa percepción de su obesidad. El paciente es guiado para que, en lugar de estas interpretaciones falsas, alcance formas más realistas y razonables de pensamiento. Es bastante usual la combinación de las terapias cognitiva y conductual en una forma mixta, conocida como terapia cognitivo-conductual.
  • Finalmente, las terapias de grupo pueden adoptar distintas formas, a veces como complemento de la terapia individual y a veces como el mismo centro de la terapia (grupos de autoayuda). 
 

domingo, 27 de enero de 2019

La ética y los avances científico-técnicos

1. La ética profesional
Aunque los investigadores tengan como objetivo el descubrimiento de la verdad, es necesario reflexionar sobre los medios que usan para encontrarla. En la actualidad son cada vez más los científicos que ven la necesidad de introducir principios éticos entre los criterios de lo que se debe considerar una buena investigación. Se trata de principios como el del respeto a la vida y a la libertad de todas las personas, el de la preservación y cuidado del medio ambiente natural o el de evitar el sufrimiento innecesario, no sólo a las personas, sino también a los animales.
De este modo, los científicos han comenzado a elaborar sus propios códigos de ética profesional con el fin de fijar cuáles son las normas por las que debe orientarse su trabajo, para que tanto el proceso como los resultados de la investigación puedan considerarse moralmente aceptables.

2. Principios éticos en la medicina
El caso de la medicina es probablemente el más antiguo de fijación de normas y principios éticos de tipo profesional. Recordemos el Juramento de Hipócrates, médico griego que vivió en el siglo V a.C., que con ligeras variantes constituye la principal fuente de la Declaración de Ginebra de 1948 sobre los principios de moral médica.

 Juramento hipocrático  
Juro por Apolo, médico, por Esculapio, por Higía y Panacea, por todos los dioses y diosas, a cuyo testimonio apelo, cumplir según mis fuerzas y capacidad la promesa y juramento siguientes:
Consideraré a mis maestros como si fueran mis padres; compartiré con ellos el sustento y, si es preciso, atenderé a sus necesidades; tendré a sus hijos por hermanos y les enseñaré el arte sin condiciones ni compensación [...].
Prescribiré el régimen de los enfermos, atendiendo a su beneficio, según mi capacidad y juicio, y me abstendré de todo mal y de toda injusticia. A nadie daré veneno, aunque me lo pida, ni aceptaré ninguna sugerencia en ese sentido [...].
Cuando entre en la morada de un enfermo, lo haré siempre en beneficio suyo; me abstendré de toda acción injusta [...].
De todo cuanto vea y oiga en el ejercicio de mi profesión, y aun fuera de ella, callaré cuantas cosas sea necesario que no se divulguen, considerando la discreción como un deber.
Hipócrates, médico griego del siglo V a.C.

Los tres principios éticos más relevantes que han descubierto los médicos desde Hipócrates son los siguientes:
  • Principio de beneficiencia, que prohíbe causar daños a las personas y obliga a procurarles los cuidados oportunos para recuperar la salud. Este principio implica que la actuación del médico ha de tener siempre como finalidad última el bien del paciente, aunque para lograrlo sea preciso realizar alguna acción desagradable o rechazable por sí misma, como tomar una medicina con mal sabor o amputar la mano.
  • Principio de autonomía, que obliga a los médicos a tener en cuenta los deseos libremente expresados del paciente, y a proteger los intereses de éste cuando esté en condiciones de expresar su voluntad. Este principio implica la prohibición de realizar ciertos tratamientos que conllevan riesgos, así como experimentos de investigación médica, sin contar con el libre consentimiento del paciente.
  • Principio de justicia, que obliga a plantearse seriamente la cuestión de cómo distribuir los recursos económicos de que dispone una sociedad para preservar la salud de sus ciudadanos. Este principio puede implicar, por ejemplo, que la Seguridad Social no se haga cargo de ciertos tratamientos médicos excesivamente costosos si el hacerlo implica desatender las necesidades básicas de salud de la mayor parte de la población.
3. El control ciudadano
Para avanzar hacia un mundo mejor no sólo es necesario el autocontrol ético de los profesionales, sino también recobrar un protagonismo de los ciudadanos en aquellas cuestiones en las que están en juego la vida de personas, las libertadas ciudadanas o la protección del medio ambiente.

Activistas de Greenpeace protestan contra el cambio climático ante la Puerta de Brandenburgo de Berlín
Todos nos vemos afectados por las decisiones que puedan tomar los expertos y, por tanto, no debemos dejarlas totalmente en sus manos. Los ciudadanos tenemos que asumir nuestra parte de responsabilidad en todos esos temas:
- Informándonos seriamente sobre ellos.
- Participando en el debate público y en la toma de decisiones sobre asuntos como el uso de la energía atómica, las aplicaciones de la ingeniería genética, la utilización de los medios de comunicación de masas y los medios informáticos, etc.

4. Una vida más humana para todos
Vivimos rodeados de grandes inventos basados en los avances de la ciencia, como el teléfono, la televisión, los ordenadores y las redes telemáticas. Estos adelantos pueden ayudarnos a hacer nuestra vida más libre, cómoda y grata, o por el contrario pueden servir para mantenernos en un dócil sometimiento a ciertos poderes económicos, políticos, ideológicos, que nos controlan y manejan por medio de esos mismos artefactos.
Por tanto, si queremos preservar nuestra intimidad personal, nuestra autonomía y nuestra memoria colectiva, es preciso estar muy vigilantes. No basta con que existan leyes que prohíben la utilización abusiva de esos medios técnicos, sino que es preciso crear en nosotros la mentalidad de que los avances científicos tienen que estar al servicio de una mayor calidad de vida para todos. Y "todos" no significa "los ciudadanos de los países ricos", sino todas las personas que pueblan la Tierra y también las generaciones futuras.     

jueves, 24 de enero de 2019

Trastornos de la conducta alimentaria

Se trata de alteraciones que, aunque ya conocidas hace tiempo (la primera descripción de un caso de anorexia nerviosa data de 1689), han multiplicado su impacto social en los últimos años. Los más conocidos son la anorexia y la buliminia nerviosas, pero podemos añadir otros como la vigorexia y algunos más que todavía carecen de una denominación médica.
La anorexia nerviosa consiste, en primer lugar, en una percepción deformada del propio cuerpo (sentirse "gordo" cuando no hay motivos objetivos para ello), lo cual lleva a una drástica reducción del consumo de alimentos y a la consiguiente pérdida de peso que, en vez de aminorar la falsa percepción, la refuerzan. La persona anoréxica, por tanto, cuanto más peso pierde y mayor es su delgadez, más dispuesta está a seguir adelgazando. En el caso de la mujeres (más del 90% del total de enfermos de anorexia), estas prácticas acarrean normalmente la pérdida de la menstruación.
Asociada a la anorexia, o a veces de forma independiente, aparece la bulimia nerviosa, trastorno consistente en la sucesión de episodios de ingesta excesiva de comida e, inmediatamente después, del uso de métodos inapropiados para evitar el aumento de peso (vómito autoprovocado y similares).
Ambos trastornos se hallan muy localizados en cuanto al sexo, edad y clase social: se trata fundamentalmente de chicas adolescentes de clase media o alta con un cierto nivel de estudios (últimos cursos de la Educación Secundaria e inicio de la universidad). Esto no significa, por supuesto, que no se den casos entre varones o en otras edades o clases sociales, pero su número es menor.

De aparición más frecuente entre los varones, y sobre todo entre asiduos a los gimnasios, la vigorexia es un trastorno mental que combina una conducta alimentaria desequilibrada con el exceso de ejercicio físico, a fin de lograr el desarrollo muscular deseado. Los enfermos de vigorexia reducen drásticamente el consumo de lípidos aumentando en cambio el de proteínas e hidratos de carbono y añadiendo a veces sustancias químicas como esteroides (sustancias similares a las hormonas sexuales masculinas, los andrógenos, cuyo consumo produce el crecimiento de los músculos esqueléticos), lo que puede originar serias perturbaciones del metabolismo. De hecho, el riesgo de mortalidad es mayor en la vigorexia que en la anorexia o la bulimia.
Existen otros trastornos alimentarios como el "trastorno por atracón" o ingesta compulsiva de comida cuando se intenta seguir una dieta (lo que normalmente genera sentimiento de  culpa y baja autoestima), o el hábito de ingerir sustancias no alimenticias (yeso, tiza, etc.) para combatir la sensación de hambre.
En cuanto a las causas de estos trastornos, existe acuerdo en apuntar a factores de origen social: las modas que exaltan la delgadez y la interpretación de ésta como salud y belleza, el culto obsesivo a la buena forma física, etc. Según las encuestas, una mayoría de mujeres se ven a sí mismas con más volumen corporal del que realmente tienen como efecto de la comparación con los modelos de belleza socialmente valorados y aceptados (por lo general mujeres extremadamente delgadas). No obstante, pueden intervenir otro tipo de factores como la existencia previa de otros trastornos: los chicos y chicas con la autoestima baja y tendencia a la depresión son más proclives a padecer un trastorno alimentario. Existen también otros factores de riesgo como un alto nivel de autoexigencia y espíritu competitivo, la práctica de algunos deportes, etc.

miércoles, 23 de enero de 2019

El largo camino hacia el evolucionismo

¿Cuándo se separó nuestra rama evolutiva de la de los chimpancés? ¿Hubo cruce entre los neandertales y el hombre moderno? ¿Podían hablar los neandertales? ¿Cuál fue el primer homínido? ¿Hubo alguna relación entre caminar erguido y el desarrollo cerebral o han sido procesos independientes?
Éstas son algunas de las preguntas que hoy nos hacemos. En todas ellas está implícita la idea de cambio evolutivo. Todas parten del convencimiento de que los organismos actuales son diferentes a los que hubo en el pasado y a los que habrá en el futuro. Se integran en el modo de interpretar la naturaleza actualmente vigente, que se apoya en una de las teorías científicas más sólidamente fundadas, la teoría de la evolución. Sin embargo, no siempre ocurrió así.

1. El fijismo
Hasta el siglo XIX, la mayoría de las personas, científicos incluidos, estaban convencidas de que todas las especies habían sido creadas tal y como las vemos hoy. Las especies serían, por tanto, inmutables. Es lo que se conoce como fijismo.
La perspectiva fijista estaba anclada en una larga tradición, caracterizada por:
  • La visión antropocéntrica del mundo: Copérnico había retirado a la Tierra del centro del universo, pero, aun así, se consideraba que este planeta y todo lo que le rodea había sido creado para la especie humana.
  • La idea de una Tierra de apenas 6000 años de antigüedad: Cálculo basado en una interpretación literal del Génesis, que proporcionaba un tiempo claramente insuficiente para que ocurriese algún cambio evolutivo de importancia.
  • Algunas falsas "evidencias de sentido común": Observaciones que parecían obvias y se presentaban como pruebas irrefutables pero que, sin embargo, son erróneas. Así, a la escala temporal humana, las especies parecen inmutables.
Uno de los más ilustres defensores del fijismo fue George Cuvier (1769-1832). Su trabajo como paleontólogo le permitió conocer en profundidad los fósiles y comprobar que entre ellos había especies muy diferentes a las actuales. Cuvier se considera el primer científico que habló de extinción de especies. Sin embargo, partiendo de ahí no dio el paso que parecía evidente: admitir cambios en esas especies. Muy al contrario, para explicar la presencia de especies extintas propuso una historia de la Tierra en la que, periódicamente, se producían grandes catástrofes que suprimían la mayor parte de los seres vivos. Tras cada una de ellas, una nueva creación proporcionaría otras especies.

2. El lamarckismo
La idea de que las especies biológicas experimentan cambios fue expresada en la Antigüedad por algunos filósofos griegos, pero habría que esperar hasta los primeros años del siglo XIX para que se expusiera de manera extensa y estructurada una teoría sobre la evolución. Su autor fue Jean Baptiste de Monet, Caballero de Lamarck (1744-1829).

Para Lamarck, "el uso crea el órgano y el desuso lo atrofia". Así, la utilización de las patas para nadar haría que la piel de las aves acuáticas se extendiese entre sus dedos.
Lamarck consideraba que los seres vivos tenían una tendencia natural hacia la complejidad y el progreso. La consecuencia de esta tendencia sería la transformación de las especies; por esta razón su teoría se denomina transformismo o lamarckismo. Las ideas básicas del lamarckismo son:
  • Los organismos cambian necesariamente a lo largo del tiempo.
  • Los cambios de las condiciones ambientales ocurridos a lo largo del tiempo hacen que las especies modifiquen sus hábitos y varíen sus necesidades.
  • Los hábitos de los organismos determinan los cambios que se producen en ellos. De manera que si un órgano se utiliza mucho se desarrolla, mientras que se atrofiará si no se usa. La necesidad, incluso, podría originar un nuevo órgano. De este modo se modificarían los individuos.
  • Los cambios así adquiridos serán transmitidos a la descendencia. La acumulación progresiva de estos cambios originaría una especie diferente.
El lamarckismo se denomina también "teoría de los caracteres adquiridos", resaltando con ello uno de sus principales errores, ya que las modificaciones corporales adquiridas por un individuo a lo largo de su vida no se transmiten a la descendencia. Por ejemplo, a ciertas razas de perros se les corta el rabo nada más nacer y, aunque no pueden utilizarlo, sus descendientes siguen naciendo con él.

 ¿Qué heredan los hijos?  
El origen de cualquier persona está en la célula huevo que se forma por la unión de un espermatozoide del padre y un óvulo de la madre. Toda la información biológica que los padres transmiten a sus hijos está encerrada en esos gametos. En consecuencia, ningún cambio ocurrido en la vida de una persona que no afecte a la información que contienen los gametos podrá ser transmitido a la descendencia.
La información hereditaria, aquella que va a decidir el sexo, el color del pelo o la forma de la nariz que tendremos, está registrada en el ADN (ácido desoxirribonucleico). El ADN es una larga molécula de forma helicoidal que se encuentra, fundamentalmente, en el núcleo de todas las células, también en el de los gametos.
La información contenida en el ADN para todos y cada uno de los caracteres se denomina genotipo. Consiste en un conjunto de instrucciones que dirigirán el desarrollo de nuestro cuerpo.
Las características que tengamos dependarán de la interacción entre el genotipo y las condiciones ambientales. Así, una persona ha podido heredar un genotipo que le permite ser fuerte, veloz o inteligente, pero si no se alimenta, no se ejercita o no estudia, quedará muy por debejo de sus posibilidades. Para referirse a las características observables de un individuo (el color del pelo, la altura o la inteligencia) se utiliza el término fenotipo.

sábado, 19 de enero de 2019

Trastornos del neurodesarrollo

Antes llamados "trastornos de la niñez" porque generalmente se trata de trastornos detectables en la infancia, la última edición del DSM ha cambiado esta denominación para incluir los casos de detección en la edad adulta. Se incluyen aquí el TDA / TDAH (trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad) y los trastornos del espectro autista, en los que se han incluido trastornos que en anteriores ediciones aparecían diferenciados como el síndrome de Asperger.
Lo característico del TDA (trastorno por déficit de atención) es la incapacidad para mantener la atención en situaciones en las que niños de la misma edad normalmente sí son capaces de hacerlo (explicaciones del profesor, lecturas, tareas rutinarias...). Este hecho puede ir unido, o no, a una incontrolable impulsividad, que es lo que comúnmente se conoce como niños hiperactivos. Cuando ambas características aparecen juntas se habla de TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad).
En los últimos años, se han multiplicado los casos de TDA y los estudios sobre sus causas: se han detectado factores genéticos y una correlación entre gemelos idénticos mayor incluso que en el caso de la esquizofrenia, se han localizado neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina que funcionan como activadores de la atención y han podido observarse pequeñas diferencias en las pruebas cerebrales (EEG, resonancia, etc.) de niños normales y niños con este trastorno. En general, el interés de los especialistas se ha focalizado fundamentalmente en los factores biológicos del TDA, mientras que otras circunstancias como la educación se plantean más como factores de prevención que como causas propiamente dichas.
Muy diferente es el autismo, trastorno también con base genética que, en su grado extremo, se manifiesta en una ausencia de afectos y retraimiento llevados al límite (desinterés por la comunicación y por la relación interpersonal, ignorancia absoluta de las expectativas y sentimientos ajenos, etc.). Las conductas de los autistas son también extrañas (juegos con muñecos en los que éstos no interactúan nunca, atención obsesiva a detalles insignificantes o apenas perceptibles, etc.), aunque es posible que tengan su lógica peculiar que las inteligencias "normales" no son capaces de captar. De hecho, el autismo no es sinónimo de deficiencia intelectual: el retraso mental que presentan muchos autistas puede deberse a la falta de habilidades lingüísticas y sociales. Muchos autores plantean que las pruebas estandarizadas no sirven para medir el CI de un autista y se menciona la existencia de genios reconocidos, como Einstein, en cuya biografía aparecen actitudes y comportamientos típicos del autista.

 Síntomas del trastorno autista  
El autismo es un trastorno del neurodesarrollo, algunos de cuyos rasgos no sólo aparecen en el autismo propiamente dicho, sino también en otros trastornos próximos. Para incluir a un niño en lo que se llama el "espectro autista", se tienen en cuenta una serie de señales:
  • Carencia de expresividad
  • Evitación del contacto físico o visual
  • Risa o euforia exageradas o sin motivo
  • Mínima reacción ante el dolor
  • Juegos extraños
  • Conductas extrañas con objetos (girarlos sin motivo, agarrarlos con fuerza...)
  • Apego a las rutinas y rechazo de los cambios
  • Ecolalia (repetición de lo que se escucha)
  • Ausencia de respuesta cuando se es llamado
  • Frecuentes berrinches por intolerancia a la frustración
  • Falta de sentido del peligro 

miércoles, 16 de enero de 2019

Los valores que orientan la tarea investigadora

La ciencia de Copérnico y Kepler
Al enseñar que la Tierra se mueve y que no está en el centro del universo, Copérnico combatía la autoridad de Aristóteles y de Ptolomeo. Pero de todos modos no se había liberado aún él mismo del peso de las antiguas ideas... y nunca discutió el prejuicio griego a favor del movimiento circular y uniforme. Fue Kepler el que afirmó el derecho de los astrónomos occidentales a una absoluta independencia de pensamiento. Él acaso, más que Copérnico, debe ser considerado el primer astrónomo teórico genuinamente moderno.
L. W. H. Hull, Historia y filosofía de la ciencia

Dos son los grandes objetivos que han orientado a los científicos de todas las épocas históricas: conocer la verdad y transformar el mundo aplicando los nuevos conocimientos que se descubrían. Examinemos estos aspectos más despacio.
Tanto en la concepción antigua como en la moderna, se supone que el objetivo último de la ciencia es la investigación y la enseñanza de la verdad, sin dejarse arrastrar por prejuicios ni por dogmatismos de ningún tipo, y sin someterse a ningún tipo de censura política ni religiosa.

1. El papel de los prejuicios
Los prejuicios son errores de comprensión, creencias, concepciones, opiniones o costumbres que consideramos verdaderos, pero que no nos hemos detenido a examinar. Pueden proceder de distintas fuentes: fallos en el razonamiento, excesivo apego a la costumbre, etc. 
En algunas ocasiones se han realizado descubrimientos porque un científico se ha detenido a examinar con cuidado una concepción que operaba como un prejuicio científico. Pensemos, por ejemplo, en los casos de Copérnico, Galileo y Kepler, que tuvieron que enfrentarse al prejuicio de la teoría geocéntrica, según la cual la Tierra se encontraba en el centro del universo y no se movía, y sustituirla por la teoría heliocéntrica, según la cual la Tierra gira alrededor del Sol, que está en el centro.
Por eso podemos decir que el papel de los prejuicios es ambivalente: en muchas ocasiones la ciencia avanza criticando los prejuicios y poniendo de manifiesto su falsedad. Pero también hay que admitir que, si no tuviéramos prejuicios que desenmascarar, tendríamos menos posibilidades de ir descubriendo concepciones cada vez más verdaderas.

Retrato del astrónomo y físico italiano Galileo Galilei (1564-1642), que defendió la teoría elaborado por Copérnico, según la cual es la Tierra la que gira alrededor del Sol.
2. La crítica de los dogmas
El dogmatismo consiste en mantener a toda costa una opinión sin permitir que pueda ser criticada. Esto es tanto como pretender que se tienen opiniones que no pueden ser mejoradas ni siquiera matizadas, pues son verdades absolutas.
En ocasiones la ciencia ha progresado criticando dogmas, mostrando que esas concepciones u opiniones no eran verdaderas, aunque hubieran sido consideradas así por muchas personas y durante mucho tiempo.
Ése fue el caso de Kepler que, frente al dogma nacido en la Antigüedad de que la circunferencia era la curva perfecta, propuso que las trayectorias de los planetas alrededor del Sol eran elípticas. Así los cálculos sobre la posición y trayectoria de los planetas resultaron mucho más exactos, aunque hubiera que renunciar a la idea de la circularidad, considerada más perfecta.

3. La fuerza de los argumentos
Dejarse influir por prejuicios o aceptar dogmas son actitudes que cualquier científico debería rechazar. Es decir, los científicos de cualquier ámbito del saber humano han de sacrificar sus preferencias y sus gustos, sus intereses y sus inclinaciones, para perseguir con todas sus fuerzas el descubrimiento de nuevas concepciones y opiniones cada vez más verdaderas.
La actitud propia de la ciencia es precisamente la de argumentar con rigor para descubrir hasta qué punto son verdaderos los prejuicios con los que vivimos y sustituirlos por otras concepciones más verdaderas siempre que sea posible, sin aferrarse a determinadas opiniones, convirtiéndolas en dogmas.
Para que sea posible esta actitud de crítica constante de los prejuicios y dogmas, es necesario que los investigadores publiquen libremente los resultados de sus investigaciones, de modo que puedan ser contrastados por los demás investigadores de su misma especialidad. Además, el auténtico investigador es muy modesto, porque sabe que sus conocimientos son limitados y revisables.
Por estas razones, podemos considerar que la ciencia es el producto de una comunidad de investigadores que se ha ido formando a lo largo de los siglos y de la que hoy forman parte millones de personas de todos los países del mundo. En esa comunidad no se concede a nadie el privilegio de poseer la verdad absoluta, sino que en ella se pretende mantener el diálogo y la argumentación como el único medio adecuado por el que las teorías o los descubrimientos científicos y tecnológicos pueden ser admitidos por todos como válidos.

martes, 15 de enero de 2019

Esquizofrenia

La esquizofrenia es el trastorno psicótico por excelencia, aquel en el que la persona "vive en su mundo" sin tener contacto con la realidad; pero, además, este mundo propio del esquizofrénico es caótico y desordenado, formado por pensamientos absurdos que se comunican de forma incoherente, emociones inadecuadas y conductas excéntricas, y muchas veces con alucinaciones (oír voces) y delirios de tipo paranoide (creencia en que todo el mundo, empezando por el psiquiatra y familiares más próximos, pretende hacerle daño).
Se ha probado la incidencia de factores genéticos en la esquizofrenia: la probabilidad de que el gemelo idéntico de un esquizofrénico sea también esquizofrénico es cercana al 50%, mucho más alta que para gemelos no idénticos (del 4 al 15%, según los estudios) y por supuesto que para dos personas sin parentesco alguno. La genética determina anomalías fisiológicas, entre las que destaca un exceso de dopamina en el encéfalo. En los primeros años del siglo XXI se ha descubierto, además, una coincidencia en las anomalías genéticas ligadas a la esquizofrenia y al trastorno bipolar, lo que tal vez conduzca a englobar ambos trastornos en una categoría más amplia.

Ahora bien, se debe contar también con algún tipo de papel de los factores no genéticos o ambientales, ya que en caso contrario todos los gemelos idénticos de esquizofrénicos desarrollarían este trastorno y sólo lo hace el 50%. Se ha estudiado la correlación entre esquizofrenia y clase social (mayor incidencia en las clases bajas) y entre esquizofrenia y rechazo de los padres. Pero en ambos casos se plantea el dilema de toda correlación: ¿los esquizofrénicos son esquizofrénicos porque son pobres (lo cual les priva de atenciones que tendrían si hubieran nacido en una clase social más alta), o son pobres porque su esquizofrenia no les permite progresar económicamente? ¿Y son esquizofrénicos por haber sido rechazados por sus padres, o sus padres los rechazan porque son esquizofrénicos?

viernes, 11 de enero de 2019

El origen de la vida

Los fósiles más antiguos que se han hallado tienen una edad cercana a 3600 millones de años (M.a.), y proceden de unas bacterias filamentosas. Puede, sin embargo, que ya existiera vida con antelación. Así, se han encontrado indicios de actividad biológica en rocas de hace 3800 M.a. Son las rocas de origen sedimentario más antiguas que se conocen. Si se confirmasen estos indicios significaría que la vida en la Tierra se habría originado con relativa rapidez, en algún momento comprendido entre la formación de los océanos (quizá hace 4200 M.a., puede que antes) y hace 3800 M.a.
Aquella Tierra primitiva era diferente de la actual. Tres características deben destacarse:
  • Su atmósfera, protoatmósfera, era muy diferente a la actual. No sabemos con exactitud cuál era su composición. En todo caso, tendría gran cantidad de dióxido de carbono (componente más abundante en las atmósferas de los planetas más cercanos a la Tierra), metano y vapor de agua. No tendría oxígeno, su presencia en la atmósfera es una aportación de los organismos fotosintéticos y aún tardaría en aparecer.
  • Las radiaciones ultravioletas llegaban hasta la superficie terrestre. La atmósfera no disponía de la capa protectora de ozono, ya que este gas se origina a partir del oxígeno.
  • Se encontraba sometida al bombardeo de asteroides. Esto le proporcionaba un ambiente poco estable. 
1. La síntesis prebiótica
En 1924, el científico ruso Oparin y el británico Haldane propusieron independientemente una hipótesis en la que la vida se habría originado en la Tierra como consecuencia de un proceso cuyas fases iniciales serían:

 1)  Formación de moléculas orgánicas sencillas: Los componentes de la atmósfera primitiva, expuestos a las fuertes radiaciones solares de aquel momento y a las descargas eléctricas producidas durante las tormentas, reaccionarían para originar moléculas orgánicas como los aminoácidos.
 2)  Formación de moléculas orgánicas complejas: Las moléculas orgánicas sencillas se combinarían para formar otras moléculas más complejas, que se irían acumulando en los océanos primitivos dando lugar a la "sopa primordial".
 3)  Formación de coacervados: Algunos de los compuestos de esta sopa primordial se unirían, originando esferas huecas o coacervados. En el interior de estos coacervados quedarían encerradas moléculas, como los ácidos nucleicos, que podían hacer copias de sí mismas. Serían, en consecuencia, los precursores de los primeros organismos.

Esta hipótesis recibió un fuerte apoyo en 1953 gracias a la experiencia realizada por Stanley Miller, en la que reprodujo en el laboratorio las condiciones que supuestamente se darían en la Tierra primitiva y consiguió que se formasen compuestos orgánicos sencillos.

 Experiencia de Miller 
1. El punto inicial del círculo era un recipiente con agua puesta a hervir. Así, el vapor formado se desplazaba arrastrando los componente que se encontraban a lo largo de los conductos.
2. En un recipiente de vidrio, introdujo los gases que, según Oparin, formaban la atmósfera primitiva.
3. Sometió esos gases a descargas eléctricas, haciéndolos pasar después por un tubo frío para que se condensasen, recogiéndolos en un recipiente que representaba el océano primitivo.
4. Al cabo de una semana, había ya aminoácidos y otros compuestos orgánicos sencillos en ese "océano primitivo".


2. Chimeneas hidrotermales submarinas
A pesar del éxito de la experiencia de Miller, se hacen diversas objeciones a la hipótesis de Oparin y Haldane:
  • De acuerdo con los datos actuales, la atmósfera primitiva sería menos reductora de lo que supuso Miller, y en esas condiciones resulta más difícil la formación de compuestos orgánicos.
  • La sopa primordial en el océano primitivo sería más diluida de lo que se necesita para la formación de moléculas orgánicas complejas a partir de otras más sencillas.
Para superar estas objeciones se han propuesto diversas alternativas. La que goza de más aceptación considera que los ambientes más propicios para que se originase la vida son las chimeneas hidrotermales submarinas o humeros negros. Son lugares por los que emanan gases volcánicos a 300 ºC, y pueden encontrarse hoy en los fondos oceánicos. En ellos proliferan los organismos más primitivos que se conocen, unas bacterias capaces de soportar altas temperaturas (bacterias termófilas).
Las chimeneas hidrotermales submarinas tienen notables ventajas como escenario para la aparición de la vida. No dependen de la energía solar, las emanaciones volcánicas pueden propiciar un ambiente reductor con independencia de la composición de la atmósfera, y presentan cavidades cerradas en las que sería posible la formación de una sopa primitiva más concentrada.

3. Panspermia
La hipótesis de la panspermia (término griego que significa "semilla universal") sostiene que los primeros organismos, o los compuestos precursores, se habían originado fuera de la Tierra y viajarían hasta aquí en un asteroide o cometa.
Fue sugerida hace 2500 años por el filósofo griego Anaxágoras. Ha resurgido en diversas ocasiones, pero se consideraba pura fantasía ya que, se decía, la superficie de los meteoritos se vuelve incandescente en contacto con la atmósfera terrestre, y eso eliminaría cualquier contenido orgánico que transportase. Sin embargo, las rocas son malas conductoras del calor y la fusión sólo afecta a una delgada capa superficial de apenas unos milímetros. Dos descubrimientos han hecho resurgir la hipótesis de la panspermia:
  • En 1969 cayó un meteorito cerca de la ciudad de Murchison (Australia) que contenía numerosos compuestos orgánicos, entre ellos diversos aminoácidos.
  • En 1996 se hallaron trazas de microorganismos fósiles que recordaban a las bacterias terrestres en otro meteorito de origen marciano, el ALH84001.
La panspermia se considera hoy una alternativa posible. Un asteroide choca con un planeta y las salpicaduras del impacto pueden acabar en cualquier otro planeta. Si el asteroide viajero contenía organismos, podrían llegar siempre que superen tres momentos críticos: el impacto inicial, el viaje interplanetario y la brusca llegada a la Tierra.
En cualquier caso, la panspermia podría explicar cómo empezó la vida en la Tierra, pero no el origen de la vida; simplemente traslada el problema a otro lugar. Aún no se sabe con seguridad cómo ni en qué momento exacto comenzó la vida en la Tierra, pero ocurriese como ocurriese, sólo sucedió una vez y a partir de aquellos primeros organismos se originaron todos los que después han poblado nuestro planeta, incluida la especie humana.

domingo, 6 de enero de 2019

Trastornos de la personalidad

¿Por qué hablar específicamente de trastornos de la personalidad cuando todos lo son? La conveniencia de una categoría aparte es dejar más claro que no se trata de episodios pasajeros, sino de formas de ser alejadas de lo que se considera normalidad, que aparecen ya en la infancia y pueden durar toda la vida. Dentro de este apartado mencionaremos diferentes tipos de personalidad:

1. La personalidad esquizoide se caracteriza por la ausencia de deseo o nula habilidad del sujeto para entablar relaciones sociales, así como una marcada frialdad y distancia sentimental respecto a los demás. Se trata de personas solitarias que por lo general no tienen amigos ni relaciones sentimentales.
2. La personalidad paranoide se manifiesta por la suspicacia y desconfianza hacia los otros, cuyas intenciones son siempre interpretadas como maliciosas; además, estas personas son rencorosas, rechazan las críticas y se ven a sí mismas como racionales y objetivas.
3. Compartiendo aspectos de las dos anteriores, la personalidad esquizotípica se manifiesta también como una suspicacia frente a los demás y tendencia a evitar las relaciones sociales, en este caso debido por la general a creencias "mágicas" y comportamientos extraños (por ejemplo, creer estar siendo permanentemente observado, percibir a alguien a quien nadie más ve, tomar precauciones para que nadie sepa lo que uno está pensando, etc.).
4. La personalidad dependiente se da en aquellos que son incapaces de tomar decisiones por sí mismos y de tener una mínima autonomía personal; en algunos casos utilizan su condición como un chantaje sentimental dirigido a las personas por las que temen ser abandonados.
5. La personalidad evitativa, superficialmente parecida a la esquizoide por su tendencia al aislamiento, en realidad es propia de los que sí desean tener amigos y relaciones sociales, pero su timidez, complejo de inferioridad y miedo al rechazo se lo impiden.
6. La personalidad narcisista se caracteriza por una autoimagen exageradamente positiva, acompañada de fantasías de éxito, comportamientos arrogantes, necesidad de sentirse admirado y falta de empatía hacia los demás.

Reflejos en el agua de la Fuente de Narciso en los jardines del Palacio de Aranjuez (Madrid)
7. La personalidad limítrofe se da en sujetos impulsivos e inestables, con dificultad para controlar la ira y fuerte tendencia a la autodestrucción (abuso de alcohol y drogas, inclinaciones suicidas, etc.).
8. La personalidad histriónica, superficialmente parecida a la narcisista, se manifiesta como una exagerada atención a la propia imagen y necesidad de ser siempre el centro de atención, pero a la vez como una debilidad de carácter propia de personas altamente influenciables y demasiado sensibles a las críticas.
9. La personalidad obsesivo-compulsiva, también conocida como "personalidad perfeccionista" o "trastorno anancástico", se manifiesta como una obsesión por el orden, la perfección y el control que interfiere con el desarrollo normal de las actividades personales y relaciones sociales.
10. La personalidad antisocial, también llamada "psicopatía" o "sociopatía", es propia de los que manipulan a los demás en su propio beneficio y engañan, roban, causan daños físicos o morales e incluso matan sin ningún sentimiento de culpa. Aunque esta personalidad parece apropiada para delincuentes, puede encontrarse también en personas que no llegan al crimen por motivos puramente egoístas (los que Iñaki Piñuel llama "psicópatas organizados"); además, no hay que pensar que todos los criminales tienen este trastorno: de hecho, muchos de ellos establecen lazos afectivos verdaderos con familiares, amigos o cómplices de delitos, lo que para una personalidad antisocial es imposible.

sábado, 5 de enero de 2019

Ciencia y progreso

El progreso en la ciencia
Tenemos un doble interés en el progreso de la ciencia, un interés puro o contemplativo en el progreso de la ciencia como cosmovisión, como base de fijación de nuestros fines últimos y como satisfacción de nuestra curiosidad, y un interés práctico en el progreso de la ciencia como base operativa de múltiples tecnologías.
Jesús Monterín, Racionalidad y acción humana

1. Del progreso ilimitado a la prudencia responsable
Entre los siglos XVI y XIX numerosos científicos e intelectuales mantuvieron una visión optimista del futuro de la humanidad. Pensaban que el desarrollo económico y social que producía la tecnociencia podrían mejorar las condiciones de vida en todo el mundo, erradicando para siempre la miseria material y cultural. Los grandes avances que se estaban produciendo les hicieron creer que la ciencia y la tecnología serían capaces de resolver "todos" los problemas con los que tuviera que enfrentarse el ser humano.
Sin embargo, este optimismo se fue desvaneciendo a medida que se vieron cada vez más claras las consecuencias negativas. Hoy en día no podemos ser ingenuamente optimistas, pues debemos tener muy presente que la ciencia y la tecnología no lo pueden todo. Pero tampoco se trata de caer en un pesimismo inoperante, sino de corregir las consecuencias negativas del desarrollo científico-técnico y económico con ayuda de la propia ciencia.

2. La ciencia y la técnica en beneficio de toda la humanidad
Dado que los conocimientos científicos son el producto de un proceso en el que han participado miles de personas a lo largo de la historia, parece justo que los beneficios que se derivan de dichos conocimientos sean disfrutados por toda la humanidad. Los viajes a la Luna y la construcción de plataformas espaciales requieren grandes inversiones económicas que no siempre revierten en beneficio de todos, sino que se usan por parte de las potencias mundiales para asegurar su dominio sobre los restantes países.
Sin embargo, la investigación científica es una actividad muy costosa. Se necesitan investigadores bien formados, y los medios materiales como laboratorios, aparatos o bibliotecas son complejos y caros. Por esta razón, los países y las empresas que invierten en investigación se fijan unas metas muy claras y concretas, intentando rentabilizar al máximo esta actividad. En consecuencia, el fin último que se persigue al poner en marcha un proyecto de investigación no siempre es el bien de todos, sino a menudo defender los intereses políticos y económicos de los gobiernos o de las empresas que lo financian.
Del mismo modo, en muchas ocasiones no se tienen en cuenta las consecuencias negativas ni los riesgos que se derivan de realizar ciertas investigaciones o de usar determinadas tecnologías.

3. La nueva colonización tecnológica
Es frecuente que muchos descubrimientos e inventos permanezcan en secreto por razones militares o de rivalidad entre compañías comerciales. Este secretismo perjudica especialmente a los países menos desarrollados, que no tienen ninguna posibilidad de acceder a esas investigaciones.
Pero lo más escandaloso es que en ocasiones los países ricos realizan sus experimentos más peligrosos y contaminantes en los países pobres e instalan en ellos las industrias de mayor riesgo, mientras que se reservan los beneficios posteriores para su disfrute en exclusiva, o hacen pagar un alto precio a esos países por la licencia de uso de las nuevas tecnologías.
En consecuencia, el diferente potencial científico e investigador de los países ricos y los países pobres ahonda aún más las diferencias económicas, sociales y vitales entre ambos. Así se produce una situación de dependencia tecnológica de los países pobres respecto a los ricos, lo que equivale a un nuevo tipo de colonización: la colonización científico-técnica.
Unos pocos países o unas pocas empresas trasnacionales tienen muchas veces en sus manos las posibilidades de desarrollo de regiones enteras. Así vemos que la colonización tecnológica produce también una colonización económica. Muchos países que poseen materias primas no tienen la tecnología necesaria para su transformación, que además es cara. De este modo dependen tecnológica y económicamente de aquellos otros a los que tienen que comprar aparatos, máquinas, repuestos, servicios técnicos de mantenimiento y reparación, actualización y puesta al día de la maquinaria, etc.
Muchos países tecnológicamente dependientes han acumulado una deuda enorme, que con frecuencia supera sus posibilidades de pago. Se encuentran, por lo tanto, obligados a comprar tecnología, pero a la vez les resulta imposible pagarla.
En conclusión, los descubrimientos científicos y tecnológicos terminan por convertirse en instrumentos de la explotación de una mayoría empobrecida.

    

martes, 1 de enero de 2019

Trastornos sexuales

Se incluyen en esta categoría las disfunciones sexuales, las parafilias y los trastornos de identidad sexual.
Las disfunciones sexuales son fallos orgánicos cuya causa es psicológica. Se incluyen en este apartado trastornos del deseo (inapetencia, aversión al sexo), de la excitación (disfunción eréctil, trastorno de excitación femenina), del orgasmo (eyaculación precoz, anorgasmia) o por dolor (vaginismo, dispareunia).
Las parafilias son inclinaciones a conseguir la excitación y satisfacción sexuales por medios distintos a los considerados normales o naturales. Aparecen aquí trastornos como el voyeurismo (excitación y satisfacción por la contemplación de actos sexuales sin participar en ellos), el fetichismo (excitación por el uso de objetos inanimados), el sadismo y masoquismo (excitación por dar/recibir dolor), el exhibicionismo (excitación por mostrar a otros los genitales) y otras formas de parafilia menos frecuentes (zoofilia, necrofilia).
Probablemente la parafilia más grave sea la pedofilia o atracción sexual hacia niños; si esa atracción se traduce en comportamiento hablamos de pederastia o abuso sexual de niños. Si bien la pederastia es un delito de los más graves, la pedofilia no lo es mientras no se asocie a comportamientos delictivos como el consumo o tráfico de pornografía infantil, pero sí es un trastorno psicológico que debe ser tratado por especialistas antes de que produzca consecuencias indeseables.
La homosexualidad ha figurado en la lista de parafilias del DSM, primero como desviación sexual (hasta 1973) y después como perturbación de la orientación sexual (hasta 1986); por su parte, la Organización Mundial de la Salud dejó de considerarla "trastorno mental" el 17 de mayo de 1990 (desde entonces "Día Internacional contra la Homofobia").
En cuanto a los trastornos de identidad sexual o "disforia de género", nos referimos con esta expresión a los casos en los que la identidad sexual biológica no coincide con la identidad sexual psicológica (es decir, que un varón se siente mujer o viceversa).