Pocos negarían que los hombres y las mujeres difieren físicamente: si bien abundan las féminas altas y musculosas, los varones son, en promedio, más altos y tienen una fuerza de agarre mucho mayor. Sin embargo, muchas personas, incluidos algunos psicólogos, argumentan que su encéfalo y su comportamiento no reflejan diferencias significativas. Las evidencias científicas apuntan lo contrario.
Las mujeres tienden a tener un comportamiento más altruista y puntúan más alto en ciertas medidas de empatía. Los hombres, en promedio, se manejan mejor en tareas en las que rotan mentalmente un objeto, mientras que las mujeres pueden recordar mejor la ubicación de los objetos. Los teóricos evolucionistas postulan que las diferencias sexuales surgieron porque los homínidos masculinos y femeninos se enfrentaron a diferentes presiones reproductivas y de supervivencia.
Los varones, por otra parte, son mucho más propensos a ser diagnosticados con un trastorno del espectro autista, por ejemplo, mientras que las tasas de trastornos del estado de ánimo y alzhéimer son más altas entre las mujeres. Estas diferencias pueden tener implicaciones importantes para comprender y tratar los problemas mentales. Una revisión reciente sobre cómo nos influye el sexo en la vulnerabilidad al estrés examinó los hallazgos en humanos y animales no humanos a nivel molecular y de conducta. Entre sus conclusiones, se demostró que "los niños y las niñas, en particular los adolescentes, respondían de manera diferente al trastorno de estrés postraumático. Las chicas tenían síntomas de internalización, como la autoculpa, y los chicos tendían más a comportamientos de externalización", señala la coautora y neurocientífica Georgia Hodes, del Virginia Tech (EEUU). Podría ser útil, dice, que los adultos reconozcan que los mismos trastornos pueden producir síntomas considerablemente diferentes.
Por otra parte, estas distinciones pueden ser importantes en el desarrollo de medicamentos, recalca Hodes: algunos estudios muestran que un fármaco probado en animales machos no necesariamente funcionará para las hembras.
"Nadie está diciendo que los hombres y las mujeres sean completamente diferentes. Probablemente, hay más similitudes que diferencias. Pero debemos comprender estas diferencias. Creo que se vuelve especialmente importante cuando lo que se intenta es desarrollar mejores tratamientos", opina la experta.