Ortega y Gasset
Para Ortega la vida es la realidad radical, es la realidad primera y primaria que define al ser humano. Es aquello que somos, es aquello con lo que nos encontramos nada más nacer. Y de ella derivan todas las demás realidades.
El hombre es un ser libre, pero no ha elegido libremente la vida, sino que se ha encontrado con su vida y tiene que vivirla. Vivir es esa paradójica realidad que consiste en decidir constantemente lo que vamos a hacer y lo que vamos a ser. "Somos lo que aún no somos", esto es, puro proyecto. En ello nos distinguimos de los animales, que sólo tienen presente y pasado.
En definitiva, vivir (ser) es ser lo que aún no se es, es ser lo que se va a ser. Nuestra vida es futuro.
De acuerdo con todo lo anterior, el ser humano realiza su proyecto vital decidiendo continuamente, eligiendo entre múltiples posibilidades. Pero esa elección, esas decisiones, siempre se producen en unas circunstancias determinadas (entorno físico, personal, social, cultural, histórico...). La persona siempre elige en unas circunstancias concretas, y muchas veces tiene que escoger contra ellas, intentando cambiarlas.
Las circunstancias constituyen el marco, pero también el obstáculo de toda decisión humana. En este sentido, suponen el reto que el hombre tiene que superar mediante decisiones creadoras e imaginativas. Para Ortega, todo hombre tiene la tarea (la "misión histórica") de salvar las circunstancias, es decir, de intentar superar, cambiar y mejorar la realidad histórico-social en la que vive.
Yo soy yo y mi circunstancia, y si quiero salvar mi yo debo salvar mi circunstancia.
Ortega y Gasset (1914)
La vida es futuro (posibilidad, proyecto), es presente (circunstancia) y es pasado (experiencia de la vida). En gran parte, somos lo que hemos sido. De pronto, en un momento de nuestras vidas, nuestras elecciones dependen exclusivamente de nuestro pasado. En ese instante, puede decirse que el ahora presente incluye todo el tiempo: el ahora, el antes y el después.
Ortega no pretende ser un determinista absoluto, esto es, no niega la libertad creadora del hombre, sino que intenta meramente poner de manifiesto la enorme importancia, el peso específico que todo nuestro pasado histórico como individuo (experiencias vitales e individuales) y como sociedad (acontecimientos histórico-sociales) tienen en cada una de nuestras decisiones.
Para Ortega, sólo podemos conocer en perspectiva, esto es, sólo podemos conocer el modo como una realidad determinada se nos presenta en un momento concreto. Y ello es así porque la perspectiva es uno de los componentes de la realidad; ésta se nos presenta en perspectiva. Del mismo modo que nunca vemos un dado completo, sino sólo alguna de sus caras, y sin embargo, decimos "vemos un dado", igualmente nunca percibimos la realidad completa y total, sino sólo nuestro punto de vista, nuestra perspectiva.
La realidad, como un paisaje, tiene infinitas perspectivas, todas ellas igualmente verídicas y auténticas. Todas las perspectivas son válidas, excepto una, aquella que tiene intención de convertirse en la única perspectiva. Para Ortega, no existe algo que se pueda conceptuar como la verdad completa y absoluta. Al contrario, la verdad es algo que hay que ir conquistando cada día, cada hombre y cada generación. La verdad es la perspectiva con que cada individuo, cada generación, cada momento histórico, percibe la realidad. No existe la verdad única y absoluta. Instalarse en la perspectiva de la búsqueda de la verdad absoluta es no haber entendido la historicidad de la razón.
En definitiva, la teoría de Ortega es un ejemplo de tolerancia tanto desde el punto de vista epistemológico como desde el punto de vista ético-social: aceptamos la opinión, el punto de vista de los demás como parte de ese largo camino que es la conquista de la verdad.