Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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lunes, 27 de febrero de 2012

Sociedad, comunidad y asociación

Entendemos por sociedad cualquier conjunto de personas que conviven respetando unos mismos principios y que persiguen un mismo fin. Así, podemos hablar, por una parte, de la sociedad familiar, municipal, estatal, de la sociedad humana, etc.; por otra, de la sociedad laboral,  mercantil, etc. De esta manera, en el significado del término sociedad encontramos un sentido amplio o genérico, y otro restringido, donde sociedad es sinónimo de asociación voluntaria. Por ello, en el significado genérico de sociedad podemos distinguir dos conceptos: el de comunidad y el de asociación. La comunidad es una forma de sociedad caracterizada por el predomino de los lazos afectivos o la convivencia continua y estable de determinados seres humanos unidos por sentimientos comunes. En la comunidad predomina, pues, lo común: lazos de sangre (familia), de origen (nación), de ideas y tradiciones (religión), etc. La asociación, por el contrario, consiste en una organización artificial que persigue ciertos fines consciente y racionalmente determinados; su expresión más exacta la encontramos en la compañía mercantil.


Reunión de trabajo
Todo lo que es confianza, afectividad es considerado como vida en comunidad; la persona se encuentra ligada a los suyos en virtud de ciertos sentimientos (amor, simpatía, tendencia gregaria, etc.). En la asociación, en cambio, predomina lo impersonal, la razón y el cálculo de aportaciones y beneficios. En este sentido, la comunidad es anterior y dentro de ella tienen lugar los distintos tipos de asociaciones. Una comunidad no se constituye nunca por acuerdo expreso de los individuos que la integran, por el contrario, todo acuerdo supone la existencia previa de unas gentes que conviven entre sí y, de esta manera, los acuerdos no pueden consistir sino en precisar una u otra forma de esa convivencia, de esa comunidad preexistente: por ejemplo, pertenecemos a la comunidad española (a la nación española) y, dentro de ella, podemos asociarnos en el Estado español, en una sociedad de caza y pesca, o en un determinado club de fútbol, etc.
De acuerdo con esta distinción, la idea de que toda la sociedad surge mediante un acuerdo contractual, defendida por Hobbes, Rousseau y el liberalismo radical, no tiene sentido y es errónea. Una sociedad no puede constituirse por medio de un pacto, sino en el seno de otra sociedad previamente existente o, lo que es lo mismo, todo pacto social presupone ya una sociedad anterior, toda asociación surge siempre en el seno de una sociedad o de una comunidad que ya existía anteriormente.


Liberalismo
El liberalismo es una determinada concepción filosófica, económica y política que tiende a resaltar la libertad de los individuos. Esta concepción arranca de los ingleses Locke, Hume y A. Smith, y de los franceses Montesquieu, Roussesau, Condorcet, etc. Sus ideas principales son las siguientes: libertad, individualismo en todo aquello que no perturbe a otras personas, afirmación de la existencia de los Derechos Humanos, anteriores y superiores a toda organización social, creencia en un orden moral y económico natural que, fruto del libre juego de las voluntades humanas, nos lleva al progreso y defensa de la democracia política.


Algunas clases de comunidad
En la noción genérica de sociedad, hemos distinguido los conceptos de comunidad y de asociación. Pero, las fronteras entre uno y otro no siempre son fáciles de precisar; así, por ejemplo, ¿la familia es una asociación o una comunidad? Si consideramos el matrimonio como una institución fundada en un pacto entre marido y mujer, el matrimonio constituye una asociación; sin embargo, si lo consideramos desde el punto de vista de los afectos mutuos y de los hijos que nacen en él, el matrimonio es una comunidad.
De manera análoga, si analizamos la conciencia de clase y los sentimientos de solidaridad de la clase obrera, un sindicato puede ser considerado como una comunidad; pero si atendemos a su organización, a los estatutos que regulan su funcionamiento, a los fines que persigue (seguridad laboral, defensa salarial, mejora de las condiciones de trabajo, etc.), entonces el sindicato es una asociación.

  • Familia: Es una comunidad sexual y de amor, atracción afectiva y comprensión mutua entre marido y mujer, y sentimientos de pertenencia a la comunidad familiar para los nuevos miembros que van surgiendo en el matrimonio.
  • Municipio: Sentimiento de pertenencia a la misma vecindad. Las relaciones son intensas, tanto positivas (cooperación, solidaridad, amistad y ayuda), como negativas (conflictos y antagonismo).
  • Nación: Sentimiento de poseer un mismo origen y una misma historia, un conjunto de tradiciones, creencias y costumbres comunes (el Estado, frente a la nación como comunidad, constituye una asociación, ya que varias naciones pueden formar un único Estado, o una comunidad nacional puede encontrarse formando parte de varios Estados).
  • Comunidad religiosa: Coincidencia en una misma fe o en unas mismas creencias, o en la obediencia a determinado líder o director espiritual.
  • Comunidad universal: Como en el juego de las muñecas rusas, cada comunidad se origina en el seno de otra más extensa (la familia dentro del municipio, éste dentro de la nación y, en último término, todas las asociaciones y comunidades quedan englobadas en la comunidad mundial). Tenemos, de esta manera, el concepto de comunidad universal, es decir, el sentimiento y la conciencia de pertenencia al género humano.
Conciencia de clase
Según el pensamiento marxista, la conciencia de clase es (o debe ser) el sentimiento de solidaridad que une (o que debe unir) a la clase proletaria para salir de su estado de explotación económica y luchar en favor de su liberación social.

jueves, 23 de febrero de 2012

La sociabilidad del ser humano

El individuo aislado no puede existir. La sociedad y los individuos humanos no pueden ser concebidos sino en relación intrínseca entre ellos: resulta imposible imaginar la sociedad sin pensar en los seres humanos y, a la inversa, tampoco se puede pensar en los individuos sin considerar la sociedad. Allí donde encontremos seres humanos los hallaremos viviendo en sociedad.
Ahora bien, ¿son los individuos anteriores a la sociedad?; es decir, ¿los individuos, asociándose libre y conscientemente, dan lugar a la sociedad o, al contrario, es anterior la sociedad a los individuos?
Posición de los clásicos griegos
La organización político-social característica de la Grecia clásica fue la polis (o ciudad-Estado) compuesta, en general, por un núcleo de población urbana (de cincuenta a cien mil habitantes) y varias aldeas vecinas.
Los ciudadanos griegos libres, próximos a sus gobernantes y con capacidad para participar activamente en las decisiones y en los asuntos sociales y políticos, se sentían profundamente vinculados a su comunidad y poseían una concepción positiva de sus instituciones. Debido a estos sentimientos llegaron a una concepción casi organicista de la sociedad, de acuerdo con lo cual tendieron a opinar que la sociedad era anterior y superior a los individuos.
En este sentido, Platón pensaba que las virtudes y la felicidad de los individuos coinciden con las virtudes y la felicidad del Estado. Un Estado es justo cuando establece la debida relación entre las distintas clases sociales, es decir, entre los distintos estamentos, permitiendo la participación de todos los individuos en los bienes comunes, de acuerdo con sus "capacidades".
Aristóteles, por su parte, insistía en que la polis es, por su naturaleza, anterior al individuo, porque el todo (la sociedad) es necesariamente anterior a la parte (individuo), de la misma manera que el cuerpo es anterior a la mano. De este modo, la polis es una sociedad perfecta que posee en sí las capacidades para satisfacer todas las necesidades, mientras que el individuo separado, no se basta a sí mismo.
Posiciones individualistas
Estas posiciones tienden a resaltar la realidad y los derechos individuales en detrimento de los aspectos sociales y colectivos. De esta manera, defienden que los individuos humanos son anteriores e independientes de la sociedad y, en consecuencia, la sociedad surgió en virtud de un acuerdo o pacto entre los seres humanos (pacto social).
Thomas Hobbes (1588-1679)
En esta línea, el filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679) señaló que el ser humano es radicalmente egoísta y antisocial: el hombre es un lobo para el hombre.
Según él, en el estado natural, el ser humano era completamente libre, de tal manera que tenía derecho a todo cuanto podía obtener; pero en esta situación se mantenía "la guerra de todos contra todos". Para evitar perecer y poder salir de este estado, los distintos individuos deciden establecer un pacto, en virtud del cual acuerdan todos renunciar a su libertad natural y someterse a la voluntad omnímoda de una sola persona, un jefe, un rey con poder absoluto, que es el encargado de dominar a los demás, de imponer la paz en la sociedad, de someter las malas inclinaciones humanas.
Por otra parte, aunque rechazando el egoísmo y las tendencias negativas del ser humano, otros filósofos británicos (Locke, Hume...) y franceses (Montesquieu, Rousseau...) mantuvieron posturas análogas e influyeron en el pensamiento liberal de los siglos XVIII y XIX, según el cual el individuo humano es anterior a toda forma de sociedad y, por tanto, toda organización social depende exclusivamente de las voluntades de los individuos.
Posiciones actuales
En la actualidad podemos distinguir una multitud de posiciones a este respecto, entre las que cabe destacar las dos siguientes:

  1. Las tendencias organicistas y totalitarias: Estas concepciones defienden la primacía de la sociedad sobre las personas, la absorción de la persona por el todo (los movimientos nazis o fascistas, o el socialismo comunista).
  2. Posiciones humanistas: Estas posturas intentan establecer una adecuada armonía entre las personas y la sociedad, y defienden que el individuo sólo se desarrolla y adquiere sus cualidades propiamente humanas en la sociedad. Pero, por otra parte, insisten en que la sociedad no puede ignorar la realidad de las personas, pues todos los elementos que encontramos en ella, organizaciones, instituciones, creencias, costumbres, etc., proceden de los seres humanos, y ellos crean y reforman continuamente la sociedad y la organizan de una u otra manera.
En definitiva, las personas poseen entidad o naturaleza propia y distinta a la de la sociedad; pero personas y sociedad son intrínsecamente inseparables; toda persona sólo puede desarrollarse en la sociedad y, a su vez, la sociedad se encuentra formada por personas.