Ignacio Ellacuría (Portugalete, 1930 - El Salvador, 1989) no podía consentir la situación de empobrecimiento en la que estaba toda Centroamérica. La lucha por la justicia no era para él un imperativo político o económico, era un imperativo filosófico. Ahora bien, la suya no era una filosofía cualquiera, era una filosofía de la liberación. Pero una filosofía de la liberación no es una filosofía de la revolución, sino una filosofía para la praxis y de la realidad histórica.
Al igual que Marx se había enfrentado a los filósofos idealistas que interpretaban la historia y las acciones humanas regidas por alguna idea especulativa, Ignacio Ellacuría se enfrenta a quienes se olvidan de la realidad cuando hacen filosofía. Una filosofía de la praxis es una filosofía radical que analiza las causas de los problemas, que va a la raíz de los mismos y que mira de frente a la realidad.
1. Tras las huellas de Zubiri
Para mirar de frente a la realidad, Ellacuría sigue las huellas de Xavier Zubiri. De él aprende que no puede haber una verdadera praxis liberadora si no hay una filosofía de la realidad. Después de haber leído a Marx en profundidad y conocer las propuestas del materialismo, Ellacuría descubre en Zubiri una filosofía que responde mejor al dinamismo de la realidad moral. Es un dinamismo donde al ser humano se le presentan diversas opciones; al elegir unas y dejar otras, se apropia de unas posibilidades que le proporcionan personalidad y figura humana.
Este dinamismo se transforma en un proceso de responsabilidad cuando el ser humano no sólo se hace cargo de la realidad, sino que carga con ella y se encarga de ella para que sea como debe ser.
2. Liberación y existencia ética
Unos años después de su muerte, un discípulo suyo afirmaba de él:
Lo característico de la personalidad de Ellacuría no consiste tanto en haber puesto la liberación histórica de la gran mayoría de la humanidad actual en el centro de sus reflexiones filosóficas y teológicas, sino en haber hecho de la filosofía el principio constitutivo de una existencia entregada a la liberación. Tal vez este estilo de existencia ética, y no su producción teórica o sus posiciones públicas, era lo que más enemistad le granjeaba dentro y fuera de la Iglesia y a ambos lados del océano. Un conocido dirigente de extrema derecha de El Salvador supo traducir con absoluta precisión, refiriéndose a él y a sus compañeros jesuitas, la acusación de los jueces atenienses contra Sócrates: "Envenenan las mentes de la juventud salvadoreña". Fue también la fórmula de su sentencia de muerte.
3. El ser humano como realidad moral
Ignacio Ellacuría, junto con Diego Gracia, fundó el Seminario de Investigación Xavier Zubiri. Allí continuó profundizando en la filosofía de la liberación porque estaba convencido de que la filosofía de Zubiri era una propuesta innovadora y radical. No estudiaba la realidad como si fuese un objeto porque se trataba de una realidad histórica y abierta. En ella la dimensión ética no era una dimensión tangencial o marginal, sino una dimensión estructural. Por eso analizaron la estructura del hombre como realidad moral.
La realidad del hombre solo es realidad realizándose, el ser del hombre sólo es siendo. Mi personalidad, entonces, no es la sucesión de distintas figuras de ser, sino la figura temporal, procesual y concreta de mi ser sustantivo.
Cada instante puede poner en juego la personalidad entera, pues en cada instante puedo definir lo que ahora estoy queriendo ser y la manera de reasumir todo lo que he sido hasta ahora. Vivir es poseerse, autopertenecerse realmente como realidad. La vida como transcurso es mero argumento de la vida, ya que en la vida el hombre se posee a sí mismo. En esta realización dinámica de su vida, el hombre precisa dar un rodeo por la irrealidad para realizarse, y esto lo hace mediante los proyectos de su pensar fantástico. Entre la nula facultad de hacer y sus acciones reales, el hombre interpone un esbozo de un proyecto enmarcado en un sistema de posibilidades, que se realizan no por mera actuación, sino mediante una opción. La opción por la cual la posibilidad se convierte en realidad implica dar poder a una posibilidad entre otras. Esta determinación de lo que quiere ser y de lo que quiere hacer en razón de lo que quiere ser, cualquiera sean los estímulos que acompañen este querer, es la libertad.
En esta autodeterminación, el hombre tiene que apropiarse posibilidades de vida y de realización. En cuanto está inmersa en situaciones de las cuales ha de salir, la realidad humana está "sujeta a" tener que resolver las situaciones por decisión. Por ello el hombre es una realidad moral, porque tiene que hacerse a sí mismo, determinando físicamente lo que va a ser de él por apropiación, esto es, por un hacer propio lo que no le es dado naturalmente. Por ello, el hombre ha de justificar la creación de unas posibilidades y la obturación de otras, ha de justificar la posibilidad preferida y ha de justificar, sobre todo, la actitud general frente a distintos sistemas de posibilidades, en cuanto esa actitud condiciona la decisión moral fundamental de su vida: lo que va a ser de él porque es lo que quiere ser.
Ignacio Ellacuría: Filosofía de la realidad histórica (adaptado)
La filosofía deberá buscar la relación correcta con la praxis como un todo, a la que en parte puede orientar aunque tal vez no dirigir, y de la que, a su vez, recibe dirección y orientación... No basta filosóficamente con buscar la verdad, sino que hay que procurar filosóficamente realizarla para hacer la justicia y construir la libertad.
Ignacio Ellacuría: Función liberadora de la filosofía