1. En la estela del marxismo
La filosofía entendida como crítica de las ideologías es propia de la tradición marxista. De hecho, el concepto "ideología" es clave para entender el marxismo. Pero hay que señalar que el marxismo sólo se fija en una de las acepciones posibles del término. Al menos debemos recordar tres funciones del concepto "ideología": identidad de un grupo social, legitimación de una forma de poder y encubrimiento de una determinada situación. El marxismo sólo se ha centrado en esta tercera.
Lo que persigue Marx es básicamente que el ser humano pueda insertarse en la sociedad de una manera consciente y responsable. El ser humano se relaciona con la sociedad y con la naturaleza mediante el trabajo, el cual es organizado en función de determinadas representaciones de esta realidad. Si las representaciones no coinciden con la realidad, estamos ante representaciones falsas o ideologías, y si son adecuadas y verdaderas, nos hallamos ante la ciencia. Por eso, ciencia e idelogía se oponen.
El marxismo querrá constituirse como una ciencia y así eliminar todas las ideologías. La ciencia en la que se apoyará será la economía; de ahí que la filosofía de Marx virase de la filosofía a la economía.
Así pues, el marxismo entiende las ideologías como un conjunto de ideas falsas, que disimulan, ocultan o distorsionan la realidad en que se mueven los seres humanos. La crítica de las ideologías es una forma de desenmascarar estos pensamientos distorsionadores y mostrar la auténtica realidad. Esta crítica es una crítica teórica del derecho, la moral, la religión, etc., que implica necesariamente una transformación social, ya que permite a los seres humanos enfrentarse de una forma más consciente con sus circunstancias. Esta tradición marxista de crítica de ideologías ha sido desarrollada más recientemente por la llamada Escuela de Frankfurt o Teoría Crítica, grupo de filósofos que desde planteamientos marxistas desarrollan una crítica social y cultural. Autores de esta escuela filosófica son T. Adorno, M. Horkheimer, H. Marcuse o J. Habermas.
2. ¿Cómo criticar las ideologías?
Las ideologías, en sentido negativo, tal y como el marxismo las describe, nacen cuando se olvida que es la vida la que produce la conciencia, y creemos que las ideas son abstractas y absolutas. Es decir, nunca debemos olvidar que nuestro pensamiento está condicionado por las circunstancias. Pensamos que la "ideas" están ahí de una vez por siempre, que son algo absoluto, pero éstas, como todo lo humano, tienen un origen histórico, y es labor de la filosofía mostrar cómo todas las ideología (al igual que las utopías o cualquier producto del imaginario social) han sido creadas en un momento dado por unos seres humanos concretos.
Las ideologías se manifiestan cuando se presenta lo histórico como natural o cuando se presenta lo particular como algo general. Lo que ha de mostrar la filosofía, entendida como crítica de las ideologías, es que todo lo humano es histórico y está condicionado por unas circunstancias.
3. La crítica de las utopías
Muchas veces se ha cuestionado con fuerza a las utopías, sobre todo por su imposibilidad de realización; por no atenerse a los hechos y desconocer la experiencia histórica, lo cual les ha llevado a producir regímenes dictatoriales; y, finalmente, por la violencia que conlleva el querer realizar las utopías, lo cual conduce a "sociedades cerradas" donde se niega la libertad y es imposible vivir. Críticos de las utopías son algunos pensadores tan importantes como K. Popper o H. Jonas. Para evitar estas críticas y otras, muchas de ellas muy simplistas, convendría distinguir entre utopía y utopismo; el utopismo es aquella utopía que no tiene conciencia de sí misma y se confunde con la realidad.
No las grandes visiones, sino las pequeñas soluciones
La crítica de Popper a la utopía es una crítica radical pues no se dirige a tal o cual utopía, al contenido utópico, sino que apunta a la forma utópica. La forma utópica, el método utópico como él señala, acaba en la violencia, pues al ser una descripción ideal de los fines últimos de la sociedad y de la política y no ser discernibles científicamente, la pluralidad de visiones utópicas no pueden coexistir y tiende necesariamente a la destrucción, a la violencia. Frente a esto Popper defiende una pragmática concreta: "Trabajad para la eliminación de males concretos, más que para la realización de bienes abstractos. No pretendáis establecer la felicidad por medios políticos. Tended más bien a la eliminación de las desgracias concretas... Pero haced esto por medios directos."
T. Domingo Moratalla, Utopía
El error de la utopía: desconocer que lo humano es siempre problemático
El error de la utopía es, pues, un error de la antropología supuesta por ella, un error de su concepción de la esencia del hombre. El presente del hombre -distinto del de la larva, cuyo destino es convertirse en mariposa- es siempre plenamente válido en ese problematismo que él es. El problematismo humano es su propio fundamento, que lo sostiene. Tan imposible es conducirlo "hacia adelante" hasta una claridad sin sombras, como hacia atrás hasta el aproblematicismo de la naturaleza animal. Dentro de este problematicismo hay que esperar y temer todo. dentro de él han de moverse todas las expectativas depositadas en los individuos y en la humanidad.
H. Jonas, El principio de responsabilidad