Ahora bien, de acuerdo con esta distinción, ¿qué papel desempeña la percepción en nuestro conocimiento?, o, expresado de otra manera, ¿qué valor cognoscitivo poseen las percepciones? A lo largo de la Historia el ser humano ha encontrado numerosas respuestas, entre las cuales destacan las que presentamos en los siguientes apartados:
1) Empirismo radical: Según el empirismo radical, nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en los sentidos. El entendimiento humano es como una "tabla rasa" o como un "papel en blanco", carece absolutamente de contenidos cognoscitivos y todas sus operaciones intelectuales dependen de los datos suministrados por los sentidos, es decir, el entendimiento es incapaz de hacer surgir una sola idea nueva; por tanto, todos nuestros conocimientos se reducen a los contenidos suministrados por los sentidos, esto es, a sensaciones y percepciones sensibles relacionadas o combinadas entre sí. Esta postura ha sido defendida por Hume, Condillac, Mach, etc.
2) El intelectualismo: En oposición a la postura empirista, el intelectualismo rechaza el valor cognoscitivo del conocimiento sensible: los sentidos nos engañan, el entendimiento o la razón son las únicas facultades que proporcionan auténtico conocimiento. El entendimiento (o la razón), partiendo de sus propios principios y sin atender a las informaciones sensibles, puede llegar a conocer la realidad. Como intelectualistas más importantes podemos destacar a Platón, Descartes, Leibniz y Natorp.
"Todo lo que he admitido hasta el presente como más seguro y verdadero lo he aprendido de los sentidos; ahora bien, he experimentado a veces que los sentidos me engañan y es prudente no fiarse nunca por entero de quienes nos han engañado alguna vez" (Descartes).
3) Posturas intermedias: Existen otras posturas que defienden, por una parte, que el auténtico conocimiento humano es el conocimiento intelectual o racional, pero por otra, señalan que el conocimiento sensible también es necesario. A este respecto, los sentidos nos proporcionan el material cognoscitivo gracias al cual el entendimiento puede elaborar sus contenidos intelectuales, es decir, sus imágenes y conceptos o ideas. En este sentido, Aristóteles y Santo Tomás afirman que el entendimiento abstrae (obtiene) los contenidos inteligibles (los datos esenciales, universales y objetivos) de los datos sensibles suministrados por la sensación. Según Kant, "los conceptos (o las ideas) sin sensaciones, son vacíos", y "las sensaciones sin conceptos (o ideas) son ciegas", o lo que es lo mismo, en el auténtico conocimiento ha de darse una unión (un casamiento) de los contenidos suministrados por las sensaciones con los contenidos proporcionados por el entendimiento. Para Ortega, el conocimiento sensible es inseparable del conocimiento intelectual; el ser humano al percibir interpreta intelectualmente y resulta imposible percibir sin interpretar. Casi como Kant, Ortega asegura que los conceptos (las ideas) son complementarios de las percepciones y de las sensaciones; éstas nos muestran las superficies de las cosas, aquéllos sus significados profundos, las sensaciones nos dan datos, el entendimiento encuentra su sentido.