La gente no se aflige de una manera predecible y fija.
Negación, enojo, negociación, depresión y aceptación. Aquellos que han oído hablar de estas cinco etapas del duelo podrían asumir que componen una hoja de ruta inexorable. Según esta teoría, los que se enfrentan a una muerte luchan por procesarla, se enojan, suplican a Dios que la prevenga o la deshaga, se hunden en la tristeza y, eventualmente, llegan a vivir con la pérdida.
Sin embargo, el dolor no está tan reglamentado. Incluso, la creadora de las cinco etapas, la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, quien las utilizó por primera vez para describir cómo los pacientes terminales anticipan su propia muerte, lamentó en un libro posterior que había sido "muy mal entendidas". Asimismo, admitió que no todos experimentan todas las fases o las siguen en el mismo orden.
No hay duda de que las personas en duelo se enojan y se deprimen por una pérdida, y "a la gente le cuesta creer que sea real", dice George Bonanno, profesor de psicología clínica en la Universidad de Columbia (EEUU). "Lo que realmente sucede es que debes conciliar todos los recuerdos y expectativas de tu vida. Tu cerebro es un órgano de predicción, por lo que predice que esa persona todavía está allí. Tienes que actualizar tu mundo, y eso es doloroso y difícil". Pero Bonanno y otros investigadores rechazan la idea de que tales experiencias deban tratarse como etapas. "El problema es que, cuando las personas no pasan por ellas, comienzan a preocuparse de que están haciendo algo mal", advierte este experto.
Así, un período de meses de síntomas que impiden el funcionamiento normal, como la angustia emocional intensa y el doloroso anhelo por el fallecido, puede indicar que todo está en orden. "Si lo está haciendo realmente mal después de muchos, muchos meses, entonces tiene un trastorno patológico y necesita ayuda", comenta Bonanno. Y puntualiza: "Aunque eso solo pasa en alrededor del 10% de la gente". Su investigación sobre trayectorias de recuperación ha encontrado que la mayoría de los participantes, meses después de la muerte de un ser querido, muestran pocos o ningún síntoma.
"Es natural estar realmente triste cuando muere un ser querido", dice Bonanno. Para la mayoría, esa alta intensidad disminuye poco a poco. La idea de etapas de duelo, por otro lado, se niega a morir.