Augusto Cury es un médico psiquiatra brasileño. Ha publicado diferentes libros dirigidos a aquellos que desean mejorar su calidad de vida y su relación con la vida y con los demás. Según afirma en Padres brillantes, maestros fascinantes, muchos fueron los que le pidieron que escribiera sobre la educación. Apoyado en sus conocimientos sobre inteligencia emocional, en su experiencia como padre y en su experiencia tratando a pacientes con difíciles vivencias infantiles y juveniles, nos ofrece este ensayo, con ideas interesantes, para padres y para maestros, que no sólo quieren que sus hijos o alumnos estén preparados, aprendan, sean buenos compañeros, sino que, sobre todo, sean felices, deseen aprender y recuperen las emociones que se transmiten con las historias verdaderamente humanas.
De entre todas sus reflexiones, me quedo con el concepto del síndrome del pensamiento acelerado, esto es, el ritmo mental que tienen nuestros alumnos, que les dificulta seguir el trabajo escolar, ya que éste implica reflexión, silencios, concentración, en definitiva, un ritmo más lento para el que no están acostumbrados.
viernes, 10 de diciembre de 2010
martes, 7 de diciembre de 2010
Elogio de la lectura y la ficción
Hoy, desde Estocolmo, Vargas Llosa nos ha regalado su discurso de aceptación del Nobel. Lo he escuchado en directo por televisión, y además de emocionarme, me ha llenado de enseñanzas sobre la lectura, la escritura y la literatura:
Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola.
Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola.
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Noticias
jueves, 11 de noviembre de 2010
Verónica decide
Ángela Becerra escribió ayer en su columna de adn sobre el caso de Verónica Fernández. Me parece interesante que conozcamos esta injusta situación:
Parece el inicio del título de uno de los libros de Coelho pero, desgraciadamente, la historia no es ficción. La pesadilla de Verónica Fernández es una flagrante prueba de una injusticia de nuestra justicia. El juzgado de instrucción número 1 de Ocaña (Toledo) acaba de condenar a Verónica a 15 días de trabajos en beneficio de la comunidad por haber llamado violador, hijo de puta y pederasta al animal que desde los tres años la ha ido matando de a poquito. Ella decidió hablar.
El hombre al que ella llamaba papá, el que le quemó sus juguetes a sus tres añitos, el que la hacía sentar sobre un brasero y le hacía beber su orina; el que la sacaba desnuda al balcón en las madrugadas heladas y la llevaba al cementerio a darle duro; el que le introdujo en su vagina una y otra vez sus sucios dedos y un mortero; el que la obligaba a hacerle continuas felaciones y la hacía dormir con un cuchillo bajo la almohada mientras la violaba, para estupefacción de ella, sigue libre y coleando. Caminando con su arma entre las piernas, a pesar de que lo denunció en el año 2007.
Mientras los políticos que mandan siguen mirando encuestas de posibles triunfos, la realidad de esta ciudadana, que busca amparo en las instituciones, es un caso que sigue sin resolver. Señores, ¿qué demonios hacen con el poder? Ustedes no están para calentar sillones. Están para impartir justicia. Demuestren de una puñetera vez que para algo sirven.
Parece el inicio del título de uno de los libros de Coelho pero, desgraciadamente, la historia no es ficción. La pesadilla de Verónica Fernández es una flagrante prueba de una injusticia de nuestra justicia. El juzgado de instrucción número 1 de Ocaña (Toledo) acaba de condenar a Verónica a 15 días de trabajos en beneficio de la comunidad por haber llamado violador, hijo de puta y pederasta al animal que desde los tres años la ha ido matando de a poquito. Ella decidió hablar.
El hombre al que ella llamaba papá, el que le quemó sus juguetes a sus tres añitos, el que la hacía sentar sobre un brasero y le hacía beber su orina; el que la sacaba desnuda al balcón en las madrugadas heladas y la llevaba al cementerio a darle duro; el que le introdujo en su vagina una y otra vez sus sucios dedos y un mortero; el que la obligaba a hacerle continuas felaciones y la hacía dormir con un cuchillo bajo la almohada mientras la violaba, para estupefacción de ella, sigue libre y coleando. Caminando con su arma entre las piernas, a pesar de que lo denunció en el año 2007.
Mientras los políticos que mandan siguen mirando encuestas de posibles triunfos, la realidad de esta ciudadana, que busca amparo en las instituciones, es un caso que sigue sin resolver. Señores, ¿qué demonios hacen con el poder? Ustedes no están para calentar sillones. Están para impartir justicia. Demuestren de una puñetera vez que para algo sirven.
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Prensa
domingo, 31 de octubre de 2010
La libertad
"El hombre es libertad", afirma Sartre (1905-1980). Según los diferentes filósofos existencialistas del siglo XX, la persona es libre, y por tanto, posee una estructura moral; pero en el momento de determinar cómo debe obrar, señalan que no existen principios ni valores objetivos que puedan servir de guías.
"No encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta... Estamos solos".
La conducta humana carece completamente de guías; las personas son absolutamente libres ("libres a la fuerza", dice Sartre) y, por consiguiente, no le queda más remedio que inventarse en cada caso los fines, los valores y las normas de su conducta.
"No encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta... Estamos solos".
La conducta humana carece completamente de guías; las personas son absolutamente libres ("libres a la fuerza", dice Sartre) y, por consiguiente, no le queda más remedio que inventarse en cada caso los fines, los valores y las normas de su conducta.
EL HOMBRE ESTÁ CONDENADO A SER LIBRE.
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Acción y libertad
viernes, 9 de julio de 2010
Las Ciencias del Espíritu
En el siglo XIX emergieron una serie de ciencias que tenían en común la materia de su reflexión, a saber, el género humano, y más específicamente, las acciones humanas. Éstas se denominan de diversas maneras: Ciencias Culturales, Ciencias Morales, Ciencias del Hombre, Ciencias Humanas, Ciencias del Espíritu, etc., y acogen a los siguientes saberes: Historia, Filosofía, Religión, Sociología, Ciencias Jurídicas, Filosofía del Arte, Literatura, etc. Todas se caracterizan porque el objeto y el método de su investigación son completamente distintos de las otras ciencias ya constituidas, esto es, las Ciencias de la Naturaleza.
El objeto de las Ciencias de la Naturaleza es la naturaleza física, regida por leyes físico-matemáticas. Frente a ellas, el objeto de las Ciencias del Espíritu es la vida, en perpetuo cambio y evolución, regida por leyes singulares, dinámicas y cambiantes en las que prevalece la contingencia y la singularidad.
Dado que los objetos de las Ciencias del Espíritu son las acciones humanas, éstas no pueden ser explicadas siguiendo el esquema de la causalidad lineal, sino que tienen que ser comprendidas como parte de un todo (que es la vida), mediante el modelo de la causalidad recíproca, en la que se da una continua interacción entre el todo y las partes.
En las acciones humanas comprendemos lo individual del acto en su contexto histórico-social determinado. Por tanto, cualquier "explicación" tiene que estar mediatizada por la comprensión del sentido. Si nosotros intentamos entender un acontecimiento histórico -por ejemplo, el asesinato de César a manos de Bruto y demás senadores romanos- no podemos utilizar una ley general para tal explicación (como sucedería en las Ciencias de la Naturaleza), sino que habrá que echar mano de las condiciones psicológicas, históricas y sociales que condujeron a Bruto y a los senadores romanos a ocasionar la muerte a César.
Wilhelm DILTHEY (1833-1911) propone esta nueva concepción del conocimiento humano: a la razón le faltaba su dimensión histórica. Filósofo alemán, profesor de Historia y Filosofía de la Universidad de Berlín, fue el representante fundamental del historicismo alemán del siglo XIX y comienzos del XX. La importancia de Dilthey radica, principalmente, en la fundamentación epistemológica de las Ciencias del Espíritu a partir de su concepción de la razón como razón histórica.
Entendemos por hermenéutica el arte de interpretar y comprender conjuntos simbólicos (acciones humanas, textos, objetos producidos por sujetos humanos, etc.) hablados o escritos. Éste es el método propio de las Ciencias del Espíritu.
El objeto de las Ciencias de la Naturaleza es la naturaleza física, regida por leyes físico-matemáticas. Frente a ellas, el objeto de las Ciencias del Espíritu es la vida, en perpetuo cambio y evolución, regida por leyes singulares, dinámicas y cambiantes en las que prevalece la contingencia y la singularidad.
Dado que los objetos de las Ciencias del Espíritu son las acciones humanas, éstas no pueden ser explicadas siguiendo el esquema de la causalidad lineal, sino que tienen que ser comprendidas como parte de un todo (que es la vida), mediante el modelo de la causalidad recíproca, en la que se da una continua interacción entre el todo y las partes.
En las acciones humanas comprendemos lo individual del acto en su contexto histórico-social determinado. Por tanto, cualquier "explicación" tiene que estar mediatizada por la comprensión del sentido. Si nosotros intentamos entender un acontecimiento histórico -por ejemplo, el asesinato de César a manos de Bruto y demás senadores romanos- no podemos utilizar una ley general para tal explicación (como sucedería en las Ciencias de la Naturaleza), sino que habrá que echar mano de las condiciones psicológicas, históricas y sociales que condujeron a Bruto y a los senadores romanos a ocasionar la muerte a César.
Wilhelm DILTHEY (1833-1911) propone esta nueva concepción del conocimiento humano: a la razón le faltaba su dimensión histórica. Filósofo alemán, profesor de Historia y Filosofía de la Universidad de Berlín, fue el representante fundamental del historicismo alemán del siglo XIX y comienzos del XX. La importancia de Dilthey radica, principalmente, en la fundamentación epistemológica de las Ciencias del Espíritu a partir de su concepción de la razón como razón histórica.
Entendemos por hermenéutica el arte de interpretar y comprender conjuntos simbólicos (acciones humanas, textos, objetos producidos por sujetos humanos, etc.) hablados o escritos. Éste es el método propio de las Ciencias del Espíritu.
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Hermenéutica
martes, 18 de mayo de 2010
SOS Bullying
Ferran Barri es psicólogo y coordinador de "SOS Bullying", una asociación creada por el sindicato ANPE para estudiar el acoso escolar y ayudar a las comunidades educativas donde se producen situaciones que perjudican a la convivencia. Este libro es una muestra de sus trabajos, y puede resultar útil para aquellos profesores o padres que deseen iniciarse en esta temática.
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Convivencia escolar
martes, 11 de mayo de 2010
Educación moral y democracia
En el curso 1990/1991, estudiaba 5º de Pedagogía en la Universidad de Sevilla. En la asignatura de "Teoría de la Educación", impartida por mi profesora Casilda Peñalver, a la que tantos recordamos después de su muerte en 1999, leíamos este libro. Eran los años en que entraba la LOGSE, y hablábamos del aprendizaje, no sólo de conocimientos, sino también de actitudes. Y ya le dábamos más utilidad a los libros pequeños, que a los grandes manuales clásicos de la Pedagogía. Pues bien, entonces, este trabajo de Puig Rovira y Martínez Martín, profesores de la Universidad de Barcelona, fue una de las mejores lecturas del curso, y me permitió un descubrimiento: la teoría del desarrollo moral de Kohlberg, y el uso de los dilemas morales como método de trabajo.
Se trata pues este libro de un compendio de las diferentes teorías sobre el desarrollo moral, así como sobre los elementos curriculares necesarios para trabajarlo especialmente en la educación secundaria.
Después, con el tiempo, he necesitado buscar nuevas estrategias para trabajar con mis alumnos. En el último capítulo, aparecen ejercicios, y son interesantes los dilemas morales que se recogen.
Se trata pues este libro de un compendio de las diferentes teorías sobre el desarrollo moral, así como sobre los elementos curriculares necesarios para trabajarlo especialmente en la educación secundaria.
Después, con el tiempo, he necesitado buscar nuevas estrategias para trabajar con mis alumnos. En el último capítulo, aparecen ejercicios, y son interesantes los dilemas morales que se recogen.
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Lecturas: Ciencias de la Educación
martes, 13 de abril de 2010
La realidad
El nuevo hecho o realidad radical es "nuestra vida", la de cada cual. Intente cualquiera hablar de otra realidad como indubitable y primaria que ésta y verá que es imposible. Ni siquiera el pensar es anterior al vivir -porque el pensar se encuentra a sí mismo como trozo de mi vida-, como un acto particular de ella. Este mismo buscar una realidad indubitable es algo que hago porque y en tanto que vivo (...), busco eso porque vivo ahora ocupándome en hacer filosofía y como primer acto de filosofar; y el filosofar es, a su vez, forma particular del vivir que supone este vivir mismo -puesto que si hago filosofía es por algo previo, porque quiero saber qué es el universo, y esta curiosidad, a su vez, existe gracias a que la siento como un afán de mi vida- (...). En suma, cualquiera realidad que queramos poner como primaria, hallamos que supone nuestra vida y que el ponerla es ya un acto vital, es "vivir".
Ortega y Gasset
Para Ortega la vida es la realidad radical, es la realidad primera y primaria que define al ser humano. Es aquello que somos, es aquello con lo que nos encontramos nada más nacer. Y de ella derivan todas las demás realidades.
El hombre es un ser libre, pero no ha elegido libremente la vida, sino que se ha encontrado con su vida y tiene que vivirla. Vivir es esa paradójica realidad que consiste en decidir constantemente lo que vamos a hacer y lo que vamos a ser. "Somos lo que aún no somos", esto es, puro proyecto. En ello nos distinguimos de los animales, que sólo tienen presente y pasado.
En definitiva, vivir (ser) es ser lo que aún no se es, es ser lo que se va a ser. Nuestra vida es futuro.
De acuerdo con todo lo anterior, el ser humano realiza su proyecto vital decidiendo continuamente, eligiendo entre múltiples posibilidades. Pero esa elección, esas decisiones, siempre se producen en unas circunstancias determinadas (entorno físico, personal, social, cultural, histórico...). La persona siempre elige en unas circunstancias concretas, y muchas veces tiene que escoger contra ellas, intentando cambiarlas.
Las circunstancias constituyen el marco, pero también el obstáculo de toda decisión humana. En este sentido, suponen el reto que el hombre tiene que superar mediante decisiones creadoras e imaginativas. Para Ortega, todo hombre tiene la tarea (la "misión histórica") de salvar las circunstancias, es decir, de intentar superar, cambiar y mejorar la realidad histórico-social en la que vive.
Yo soy yo y mi circunstancia, y si quiero salvar mi yo debo salvar mi circunstancia.
Ortega y Gasset (1914)
La vida es futuro (posibilidad, proyecto), es presente (circunstancia) y es pasado (experiencia de la vida). En gran parte, somos lo que hemos sido. De pronto, en un momento de nuestras vidas, nuestras elecciones dependen exclusivamente de nuestro pasado. En ese instante, puede decirse que el ahora presente incluye todo el tiempo: el ahora, el antes y el después.
Ortega no pretende ser un determinista absoluto, esto es, no niega la libertad creadora del hombre, sino que intenta meramente poner de manifiesto la enorme importancia, el peso específico que todo nuestro pasado histórico como individuo (experiencias vitales e individuales) y como sociedad (acontecimientos histórico-sociales) tienen en cada una de nuestras decisiones.
Para Ortega, sólo podemos conocer en perspectiva, esto es, sólo podemos conocer el modo como una realidad determinada se nos presenta en un momento concreto. Y ello es así porque la perspectiva es uno de los componentes de la realidad; ésta se nos presenta en perspectiva. Del mismo modo que nunca vemos un dado completo, sino sólo alguna de sus caras, y sin embargo, decimos "vemos un dado", igualmente nunca percibimos la realidad completa y total, sino sólo nuestro punto de vista, nuestra perspectiva.
La realidad, como un paisaje, tiene infinitas perspectivas, todas ellas igualmente verídicas y auténticas. Todas las perspectivas son válidas, excepto una, aquella que tiene intención de convertirse en la única perspectiva. Para Ortega, no existe algo que se pueda conceptuar como la verdad completa y absoluta. Al contrario, la verdad es algo que hay que ir conquistando cada día, cada hombre y cada generación. La verdad es la perspectiva con que cada individuo, cada generación, cada momento histórico, percibe la realidad. No existe la verdad única y absoluta. Instalarse en la perspectiva de la búsqueda de la verdad absoluta es no haber entendido la historicidad de la razón.
En definitiva, la teoría de Ortega es un ejemplo de tolerancia tanto desde el punto de vista epistemológico como desde el punto de vista ético-social: aceptamos la opinión, el punto de vista de los demás como parte de ese largo camino que es la conquista de la verdad.
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Realidad y verdad
miércoles, 7 de abril de 2010
Aprendizaje cooperativo
Con este libro, Mª José Díaz-Aguado ha obtenido premios de reconocido prestigio en el mundo de la educación. Y no sólo por el libro en cuestión, sino para reconocerle su trayectoria profesional, a todas luces brillante.
Esta mujer, profesora de psicología en la Universidad Complutense de Madrid, ha colaborado con diversas instituciones que luchan a favor de la igualdad, la convivencia pacífica y el respeto, en asuntos como inmigración, violencia de género, y, como es el caso de este libro, el acoso escolar.
Considerado un manual básico en la conceptualización del aprendizaje cooperativo, este libro es fruto de muchos años de investigación sobre la violencia escolar y de muchos años construyendo un curriculum para la mejora de la convivencia en las aulas. El aprendizaje cooperativo supone una metodología que termine con una enseñanza competitiva, que excluye y discrimina.
Los diferentes capítulos se centran en:
1 - Las relaciones entre iguales: Conceptualización de acoso escolar, perfil de las víctimas y de los acosadores, el origen de la violencia, situaciones de riesgo y cambios que genera el aprendizaje cooperativo hacia un clima de respeto mutuo.
2 - Las relaciones con el profesorado: Eficacia del aprendizaje cooperativo sobre el rendimiento, la motivación y la atención a la diversidad.
3 - Relaciones interculturales, tolerancia y construcción de la igualdad: Sexismo e interculturalidad.
4 - La cooperación como medio para adaptar la escuela a la sociedad del siglo XXI: Cambios sociales y nuevas necesidades educativas.
5 - Puesta en práctica del aprendizaje cooperativo: Experiencias.
6 - Educación en valores y curriculum de la no-violencia.
Se añaden al final instrumentos de evaluación muy útiles para la puesta en práctica de esta metodología.
A la profesora Díaz-Aguado la pude conocer en marzo de 2008, en las Jornadas para la Mejora de la Convivencia organizadas en Madrid por el Ministerio de Educación. Nos dejó amplias muestras de generosidad, con una claridad en su exposición, contagiando a los presentes los deseos de experimentar sus métodos en el aula.
Desde entonces, he tenido algunas experiencias con los grupos de alumnos con los que trabajo, pero sólo a partir de la lectura de este libro he podido, digamos, cerrar el círculo, gracias a esos instrumentos de evaluación que he nombrado más arriba y que se recogen al final del manual.
Como he podido leer en alguna otra reseña, este libro está llamado a convertirse en un clásico.
Esta mujer, profesora de psicología en la Universidad Complutense de Madrid, ha colaborado con diversas instituciones que luchan a favor de la igualdad, la convivencia pacífica y el respeto, en asuntos como inmigración, violencia de género, y, como es el caso de este libro, el acoso escolar.
Considerado un manual básico en la conceptualización del aprendizaje cooperativo, este libro es fruto de muchos años de investigación sobre la violencia escolar y de muchos años construyendo un curriculum para la mejora de la convivencia en las aulas. El aprendizaje cooperativo supone una metodología que termine con una enseñanza competitiva, que excluye y discrimina.
Los diferentes capítulos se centran en:
1 - Las relaciones entre iguales: Conceptualización de acoso escolar, perfil de las víctimas y de los acosadores, el origen de la violencia, situaciones de riesgo y cambios que genera el aprendizaje cooperativo hacia un clima de respeto mutuo.
2 - Las relaciones con el profesorado: Eficacia del aprendizaje cooperativo sobre el rendimiento, la motivación y la atención a la diversidad.
3 - Relaciones interculturales, tolerancia y construcción de la igualdad: Sexismo e interculturalidad.
4 - La cooperación como medio para adaptar la escuela a la sociedad del siglo XXI: Cambios sociales y nuevas necesidades educativas.
5 - Puesta en práctica del aprendizaje cooperativo: Experiencias.
6 - Educación en valores y curriculum de la no-violencia.
Se añaden al final instrumentos de evaluación muy útiles para la puesta en práctica de esta metodología.
A la profesora Díaz-Aguado la pude conocer en marzo de 2008, en las Jornadas para la Mejora de la Convivencia organizadas en Madrid por el Ministerio de Educación. Nos dejó amplias muestras de generosidad, con una claridad en su exposición, contagiando a los presentes los deseos de experimentar sus métodos en el aula.
Desde entonces, he tenido algunas experiencias con los grupos de alumnos con los que trabajo, pero sólo a partir de la lectura de este libro he podido, digamos, cerrar el círculo, gracias a esos instrumentos de evaluación que he nombrado más arriba y que se recogen al final del manual.
Como he podido leer en alguna otra reseña, este libro está llamado a convertirse en un clásico.
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Convivencia escolar
viernes, 2 de abril de 2010
La Lógica
El término "lógica" se utiliza con frecuencia en expresiones de uso común que todas las personas comprenden, unas veces aseguramos que algo es lógico queriendo indicar con ello que se entiende fácilmente o que es evidente; otras, afirmamos que determinada persona actúa con lógica o que tiene un comportamiento lógico y con ello nos referimos a que dicha persona es coherente, es decir, a que no obra a tontas y a locas ni lleva una conducta contradictoria; por último, cuando comentamos que una película o un informe carecen de lógica, aludimos a que sus contenidos no tienen sentido o a que están desprovistos de una estructura o de una relación adecuada entre ellos.
En todos los casos mencionados la palabra "lógico" se refiere a ciertas relaciones, orden, armonía o estructura que descubrimos en los objetos, en las expresiones o en las personas.
La lógica tradicional, o lógica clásica, fue creada por Aristóteles en el siglo IV a.C. y ampliamente estudiada durante la Edad Media. La estructura sobre la que se construye esta lógica son los silogismos, que consisten en una argumentación formada por tres proposiciones, dos antecedentes llamadas premisas, de las cuales se deriva una tercera, llamada conclusión; por ejemplo:
En todos los casos mencionados la palabra "lógico" se refiere a ciertas relaciones, orden, armonía o estructura que descubrimos en los objetos, en las expresiones o en las personas.
El sentido científico de este término no se aleja mucho de los significados señalados, sino que, simplemente, parece exigir una mayor precisión y exactitud; así, podemos describir la Lógica como la ciencia que estudia las leyes y las formas que debe cumplir una argumentación, o lo que es lo mismo, las condiciones formales que debe reunir el razonamiento para que las relaciones en él establecidas sean válidas.
La lógica tradicional, o lógica clásica, fue creada por Aristóteles en el siglo IV a.C. y ampliamente estudiada durante la Edad Media. La estructura sobre la que se construye esta lógica son los silogismos, que consisten en una argumentación formada por tres proposiciones, dos antecedentes llamadas premisas, de las cuales se deriva una tercera, llamada conclusión; por ejemplo:
todos los árboles son vegetales
las encinas son árboles
luego las encinas son vegetales
El silogismo es una enunciación, en la que, una vez sentadas ciertas proposiciones, se concluye necesariamente en otra proposición diferente, sólo por el hecho de haber sido aquéllas sentadas. Cuando digo sólo por el hecho de haber sido sentadas las primeras proposiciones quiero decir que a causa de ellas resulta probada la otra proposición; y entiendo por esta última expresión, que no hay necesidad de un término extraño para obtener la conclusión necesaria. Llamo, por tanto, silogismo completo a aquél en que no hay necesidad de ningún otro dato además de los previamente admitidos, para que la proposición necesariamente aparezca en toda su evidencia.
ARISTÓTELES
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Lógica
domingo, 28 de marzo de 2010
Lenguaje, pensamiento y realidad
En nuestro mundo cultural, cuando intentamos averiguar qué son las cosas, lo primero que encontramos son las interpretaciones que existen de ellas, es decir, las opiniones que otras personas se han formado acerca de las mismas. Pero estas interpretaciones se encuentran contenidas en el lenguaje.
De esta manera, cuando intentamos interpretar la realidad nos vemos obligados, en primer lugar, a reflexionar (a pensar) sobre el lenguaje. En consecuencia, ¿se pude realmente separar el lenguaje del pensamiento? ¿No nos encontramos continuamente intentando averiguar lo que nos indica (sobre la realidad) un determinado lenguaje? ¿No estaremos siempre pensando con nuestro pensamiento el significado de otro pensamiento que se nos muestra en un cierto lenguaje?
En este sentido, cuando el filósofo alemán M. Heidegger intentó responder a la cuestión ¿qué es la filosofía?, comenzó su investigación llevando a cabo la hermenéutica de la propia palabra "filosofía", intentando profundizar en su significado original, y procurando liberar dicha palabra de sus acepciones erróneas e inexactas hasta encontrar un auténtico sentido, es decir, el verdadero pensamiento y la realidad encerrados en ella y que las posteriores interpretaciones realizadas por los distintos pensadores han ido ocultando.
Heidegger (1889-1976) fue uno de los filósofos que mayor impulso dio al método hermenéutico como medio para comprender el auténtico significado del lenguaje y del pensamiento encerrado en su contenido.
De forma análoga, Ortega y Gasset afirma que el lenguaje es la ciencia primera y precisamente, por esto, la ciencia actual vive en perpetua polémica con el lenguaje, pues éste encierra un pensamiento, un saber que, por parecernos insuficiente, intentamos corregir, es decir, procuramos precisar y profundizar en su significado. Desde este aspecto, podemos considerar las ciencias como un lenguaje bien hecho.
Así pues, ya que los seres humanos viven en una determinada cultura, antes de interpretar (de percibir, de comprender) los objetos (las realidades) en sí, los reciben (los perciben, los comprenden) interpretados; resulta pues evidente que la primera interpretación de la realidad es recibida mediante el lenguaje.
La auténtica realidad humana no es la realidad natural, sino la realidad cultural, y la cultura supone siempre una interpretación de la realidad que se expresa mediante el lenguaje, esto es, sólo a través del lenguaje logramos ver (o comprender) la realidad y, además, la realidad humana es siempre una realidad interpretada, es decir, pensada.
Al pensar utilizamos diversas clases de signos lingüísticos, de tal manera que resulta muy difícil concebir un pensamiento sin lenguaje y, en el fondo, pensar es hablar: para que una persona pueda decir algo a alguien es preciso que con anterioridad se lo diga a sí misma, esto es, que lo piense, y no existe el pensar si no se habla con uno mismo. El lenguaje, pues, antes de ser instrumento de comunicación, es instrumento de pensamiento.
De esta manera, cuando intentamos interpretar la realidad nos vemos obligados, en primer lugar, a reflexionar (a pensar) sobre el lenguaje. En consecuencia, ¿se pude realmente separar el lenguaje del pensamiento? ¿No nos encontramos continuamente intentando averiguar lo que nos indica (sobre la realidad) un determinado lenguaje? ¿No estaremos siempre pensando con nuestro pensamiento el significado de otro pensamiento que se nos muestra en un cierto lenguaje?
Heidegger (1889-1976) fue uno de los filósofos que mayor impulso dio al método hermenéutico como medio para comprender el auténtico significado del lenguaje y del pensamiento encerrado en su contenido.
De forma análoga, Ortega y Gasset afirma que el lenguaje es la ciencia primera y precisamente, por esto, la ciencia actual vive en perpetua polémica con el lenguaje, pues éste encierra un pensamiento, un saber que, por parecernos insuficiente, intentamos corregir, es decir, procuramos precisar y profundizar en su significado. Desde este aspecto, podemos considerar las ciencias como un lenguaje bien hecho.
Así pues, ya que los seres humanos viven en una determinada cultura, antes de interpretar (de percibir, de comprender) los objetos (las realidades) en sí, los reciben (los perciben, los comprenden) interpretados; resulta pues evidente que la primera interpretación de la realidad es recibida mediante el lenguaje.
La auténtica realidad humana no es la realidad natural, sino la realidad cultural, y la cultura supone siempre una interpretación de la realidad que se expresa mediante el lenguaje, esto es, sólo a través del lenguaje logramos ver (o comprender) la realidad y, además, la realidad humana es siempre una realidad interpretada, es decir, pensada.
Al pensar utilizamos diversas clases de signos lingüísticos, de tal manera que resulta muy difícil concebir un pensamiento sin lenguaje y, en el fondo, pensar es hablar: para que una persona pueda decir algo a alguien es preciso que con anterioridad se lo diga a sí misma, esto es, que lo piense, y no existe el pensar si no se habla con uno mismo. El lenguaje, pues, antes de ser instrumento de comunicación, es instrumento de pensamiento.
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Lenguaje
lunes, 22 de marzo de 2010
Inter légere
En los animales podemos distinguir dos clases de conductas, a saber: las innatas y las adquiridas; las primeras son de carácter instintivo y siguen pautas más o menos rígidas y estables, las segundas surgen mediante el aprendizaje y admiten numerosas variaciones.
Según ascendemos en la escala animal, las conductas innatas van perdiendo rigidez y cobran mayor importancia las adquiridas; así, en los animales inferiores, las conductas estereotipadas e instintivas son absolutamente predominantes; en los mamíferos, especialmente en los delfines y en los póngidos, encontramos numerosos comportamientos adquiridos, aunque continúa siendo predominante el comportamiento instintivo y uniforme. En los seres humanos, por el contrario, casi la totalidad de su conducta se forma por aprendizaje y admite un número indefinido de variaciones. En este sentido, las diferencias esenciales entre los seres humanos y el resto de las especies radican en la distinta capacidad para adquirir conocimientos y para modificar su conducta; en los demás animales predominan la conducta instintiva y el conocimiento sensible, en los seres humanos, la inteligencia y la voluntad.
La palabra inteligencia procede del verbo latino inter légere, que significa capacidad de elegir (légere) una cosa entre (inter) varias; de acuerdo con esta etimología, el significado original sería el de distinguir, discernir o comprender.
Según ascendemos en la escala animal, las conductas innatas van perdiendo rigidez y cobran mayor importancia las adquiridas; así, en los animales inferiores, las conductas estereotipadas e instintivas son absolutamente predominantes; en los mamíferos, especialmente en los delfines y en los póngidos, encontramos numerosos comportamientos adquiridos, aunque continúa siendo predominante el comportamiento instintivo y uniforme. En los seres humanos, por el contrario, casi la totalidad de su conducta se forma por aprendizaje y admite un número indefinido de variaciones. En este sentido, las diferencias esenciales entre los seres humanos y el resto de las especies radican en la distinta capacidad para adquirir conocimientos y para modificar su conducta; en los demás animales predominan la conducta instintiva y el conocimiento sensible, en los seres humanos, la inteligencia y la voluntad.
La palabra inteligencia procede del verbo latino inter légere, que significa capacidad de elegir (légere) una cosa entre (inter) varias; de acuerdo con esta etimología, el significado original sería el de distinguir, discernir o comprender.
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Inteligencia
miércoles, 3 de febrero de 2010
La cultura, factor principal de la percepción humana
Como han insistido numerosos sociólogos, las distintas sociedades transmiten a sus individuos ciertas creencias y costumbres, y así, en lugar de percibir las cosas como son, las percibimos condicionadas por "lo que todo el mundo piensa, dice y hace" en nuestra sociedad, es decir, en consonancia con lo que ésta nos ha enseñado.
En nuestra vida, en nuestra experiencia, el mundo humano precede al mundo animal, vegetal y mineral. Vemos todas las cosas como a través de unos anteojos, mediatizados por la cultura y la mentalidad del grupo social en el que nacemos: las personas que forman parte de mi comunidad me infunden sus ideas y sus creencias y yo percibo el mundo y las cosas a través de esas ideas recibidas.
"Es casi seguro que gran parte de nuestra experiencia perceptiva es aprendida. Por ejemplo, los pigmeos del Congo habitan sobre todo en densos bosques y, por tanto, rara vez tienen la oportunidad de ver grandes distancias. En consecuencia, no desarrollan, como nosotros, una sólida idea de la continuidad de las medidas. Colin Turball, antropólogo que estudiaba a los pigmeos, llevó una vez a su guía pigmeo a una excursión por el bosque. Cuando estaban atravesando una vasta planicie, vieron un rebaño de búfalos a lo lejos.
El guía echó una mirada sobre la planicie donde estaba el rebaño de búfalos. Le preguntó a Turball de qué tipo de insectos se trataba, y le dijo que eran búfalos, tan grandes como los búfalos del bosque que él conocía. Estalló en carcajadas... Entraron en el coche y descendieron hacia donde estaban pastando los animales. Observaron cómo se hacían cada vez más grandes, y, aunque era tan valiente como todos los pigmeos, cambió de sitio, sentándose cerca de su compañero, murmurando que se trataba de brujería... Cuando se dio cuenta de que eran búfalos reales, se le pasó el miedo, pero lo que le intrigaba era cómo habían sido tan pequeños y se habían vuelto de repente más grandes o si había sido una especie de truco."
En nuestra vida, en nuestra experiencia, el mundo humano precede al mundo animal, vegetal y mineral. Vemos todas las cosas como a través de unos anteojos, mediatizados por la cultura y la mentalidad del grupo social en el que nacemos: las personas que forman parte de mi comunidad me infunden sus ideas y sus creencias y yo percibo el mundo y las cosas a través de esas ideas recibidas.
"Es casi seguro que gran parte de nuestra experiencia perceptiva es aprendida. Por ejemplo, los pigmeos del Congo habitan sobre todo en densos bosques y, por tanto, rara vez tienen la oportunidad de ver grandes distancias. En consecuencia, no desarrollan, como nosotros, una sólida idea de la continuidad de las medidas. Colin Turball, antropólogo que estudiaba a los pigmeos, llevó una vez a su guía pigmeo a una excursión por el bosque. Cuando estaban atravesando una vasta planicie, vieron un rebaño de búfalos a lo lejos.
El guía echó una mirada sobre la planicie donde estaba el rebaño de búfalos. Le preguntó a Turball de qué tipo de insectos se trataba, y le dijo que eran búfalos, tan grandes como los búfalos del bosque que él conocía. Estalló en carcajadas... Entraron en el coche y descendieron hacia donde estaban pastando los animales. Observaron cómo se hacían cada vez más grandes, y, aunque era tan valiente como todos los pigmeos, cambió de sitio, sentándose cerca de su compañero, murmurando que se trataba de brujería... Cuando se dio cuenta de que eran búfalos reales, se le pasó el miedo, pero lo que le intrigaba era cómo habían sido tan pequeños y se habían vuelto de repente más grandes o si había sido una especie de truco."
Ornstein, R.: La psicología de la conciencia, Edaf, Madrid.
De esta manera, mediante el aprendizaje social empezamos no solamente a pensar y a razonar, a estimar unos valores y a rechazar otros, a juzgar positivas unas normas y negativas otras, etc., sino también a percibir las distancias, los colores y las formas de las cosas; por ejemplo, a apreciar correctamente la lejanía y el tamaño de los objetos, a ver el carbón negro y "las ventanas cuadradas", o a estimar sabrosa la carne de cordero y repugnante la de perro, etc.
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Filosofía de la Cultura
sábado, 30 de enero de 2010
Percepciones sensibles y conocimiento humano
En la filosofía tradicional se distinguían dos clases de conocimiento, a saber, conocimiento inferior o sensitivo y conocimiento superior o intelectual (o racional); en este sentido se decía que el primero era común a todos los animales, el segundo, en cambio, propio y exclusivo de los seres humanos; el conocimiento sensible nos proporcionaba ciertos datos singulares y concretos sobre la cosas materiales, el segundo, por el contrario, era un conocimiento de índole superior, mediante el cual podíamos adquirir la comprensión (la auténtica ciencia o el auténtico conocimiento) de los objetos de la realidad.
Ahora bien, de acuerdo con esta distinción, ¿qué papel desempeña la percepción en nuestro conocimiento?, o, expresado de otra manera, ¿qué valor cognoscitivo poseen las percepciones? A lo largo de la Historia el ser humano ha encontrado numerosas respuestas, entre las cuales destacan las que presentamos en los siguientes apartados:
1) Empirismo radical: Según el empirismo radical, nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en los sentidos. El entendimiento humano es como una "tabla rasa" o como un "papel en blanco", carece absolutamente de contenidos cognoscitivos y todas sus operaciones intelectuales dependen de los datos suministrados por los sentidos, es decir, el entendimiento es incapaz de hacer surgir una sola idea nueva; por tanto, todos nuestros conocimientos se reducen a los contenidos suministrados por los sentidos, esto es, a sensaciones y percepciones sensibles relacionadas o combinadas entre sí. Esta postura ha sido defendida por Hume, Condillac, Mach, etc.
2) El intelectualismo: En oposición a la postura empirista, el intelectualismo rechaza el valor cognoscitivo del conocimiento sensible: los sentidos nos engañan, el entendimiento o la razón son las únicas facultades que proporcionan auténtico conocimiento. El entendimiento (o la razón), partiendo de sus propios principios y sin atender a las informaciones sensibles, puede llegar a conocer la realidad. Como intelectualistas más importantes podemos destacar a Platón, Descartes, Leibniz y Natorp.
Ahora bien, de acuerdo con esta distinción, ¿qué papel desempeña la percepción en nuestro conocimiento?, o, expresado de otra manera, ¿qué valor cognoscitivo poseen las percepciones? A lo largo de la Historia el ser humano ha encontrado numerosas respuestas, entre las cuales destacan las que presentamos en los siguientes apartados:
1) Empirismo radical: Según el empirismo radical, nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en los sentidos. El entendimiento humano es como una "tabla rasa" o como un "papel en blanco", carece absolutamente de contenidos cognoscitivos y todas sus operaciones intelectuales dependen de los datos suministrados por los sentidos, es decir, el entendimiento es incapaz de hacer surgir una sola idea nueva; por tanto, todos nuestros conocimientos se reducen a los contenidos suministrados por los sentidos, esto es, a sensaciones y percepciones sensibles relacionadas o combinadas entre sí. Esta postura ha sido defendida por Hume, Condillac, Mach, etc.
2) El intelectualismo: En oposición a la postura empirista, el intelectualismo rechaza el valor cognoscitivo del conocimiento sensible: los sentidos nos engañan, el entendimiento o la razón son las únicas facultades que proporcionan auténtico conocimiento. El entendimiento (o la razón), partiendo de sus propios principios y sin atender a las informaciones sensibles, puede llegar a conocer la realidad. Como intelectualistas más importantes podemos destacar a Platón, Descartes, Leibniz y Natorp.
"Todo lo que he admitido hasta el presente como más seguro y verdadero lo he aprendido de los sentidos; ahora bien, he experimentado a veces que los sentidos me engañan y es prudente no fiarse nunca por entero de quienes nos han engañado alguna vez" (Descartes).
3) Posturas intermedias: Existen otras posturas que defienden, por una parte, que el auténtico conocimiento humano es el conocimiento intelectual o racional, pero por otra, señalan que el conocimiento sensible también es necesario. A este respecto, los sentidos nos proporcionan el material cognoscitivo gracias al cual el entendimiento puede elaborar sus contenidos intelectuales, es decir, sus imágenes y conceptos o ideas. En este sentido, Aristóteles y Santo Tomás afirman que el entendimiento abstrae (obtiene) los contenidos inteligibles (los datos esenciales, universales y objetivos) de los datos sensibles suministrados por la sensación. Según Kant, "los conceptos (o las ideas) sin sensaciones, son vacíos", y "las sensaciones sin conceptos (o ideas) son ciegas", o lo que es lo mismo, en el auténtico conocimiento ha de darse una unión (un casamiento) de los contenidos suministrados por las sensaciones con los contenidos proporcionados por el entendimiento. Para Ortega, el conocimiento sensible es inseparable del conocimiento intelectual; el ser humano al percibir interpreta intelectualmente y resulta imposible percibir sin interpretar. Casi como Kant, Ortega asegura que los conceptos (las ideas) son complementarios de las percepciones y de las sensaciones; éstas nos muestran las superficies de las cosas, aquéllos sus significados profundos, las sensaciones nos dan datos, el entendimiento encuentra su sentido.
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La capacidad humana de conocer
viernes, 29 de enero de 2010
El arte de amar
Erich Fromm parte en "El arte de amar" de la premisa de que el amor no es un fenómeno accidental y mecánico que simplemente "se experimenta"; es, por el contrario, un arte, algo que requiere un aprendizaje. Esta tesis significa que el problema del amor no es el de un objeto que deseamos encontrar, sino el de una facultad que debe crearse y desarrollarse. El autor elabora una teoría del amor que se centra en la necesidad profunda con que se enfrenta universalmente el hombre: la de superar el estado de separación, acceder a la fusión interpersonal y trascender la propia vida individual. Un fracaso absoluto en satisfacer tal necesidad puede conducir a la locura; una satisfacción plena de la misma sólo se encuentra en el amor. ¿Qué es el amor? Fromm lo concibe no sólo como una relación personal específica, sino como una actitud peculiar del carácter maduro que se presenta bajo diversas formas: amor fraternal, materno, erótico, amor a sí mismo, amor a Dios.
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Lecturas: Filosofía
lunes, 18 de enero de 2010
Practicando "El Poder del Ahora"
Este libro me lo ha regalado una compañera del trabajo. Será porque me ve estresado, permanentemente enfadado, que sufro a diario; con el agravante de que me verá siempre enfermo, con una dolencia u otra, desmoralizado. Y ella, que habrá sentido ayuda con este recetario de buenos consejos, ha querido contribuir a aliviar un poco el peso de mis penas. Estar consciente en el ahora es algo así como lograr distanciarse del pasado y del futuro, que no existen, y reconocer con humildad que somos seres con un cuerpo y que sólo existimos en el presente; esto es, no somos seres dominados por una mente que añora volver a tiempos anteriores o que desea lo que no tiene. Todo esto es interesante, no digo yo que no, pero, para relajarme, a mí me resulta más fácil aislarme en una lectura o en una película, que tener siempre presente y consciente el ahora. Es verdad que en mi trabajo me asaltan muchos malos momentos, y no logro desvincularme de las meteduras de pata de otros, porque éstas en cierto modo me afectan posteriormente a mí, pero sí es verdad también que estoy consiguiendo, cada vez más, que esos enfados me los deje en el trabajo, y que lo que para otros son problemas terribles, a mí me resultan intrascendentes. Muchas veces me marcho para casa cabreado, y diciendo para mí: "No vuelvo más". Sin embargo, a la mañana siguiente suena otra vez el reloj, y me levanto, agacho de cabeza, me cuelgo la mochila y cojo el tren un día más.
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Lecturas: Ensayo
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