Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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jueves, 26 de mayo de 2016

La filosofía de la tecnología

La filosofía reflexiona sobre el quehacer técnico en tanto que dimensión humana. A pesar de ser características de la persona tan aparentemente dispares, la transformación técnica y la tarea del pensar no están tan alejadas, puesto que para transformar el medio en el mundo hay una toma de conciencia de la propia realidad que es reflexiva, y en el pensamiento hay un "estar afincado" en la realidad del mundo que va modificándose.
Existe una disciplina dentro de la filosofía que se dedica a estudiar en profundidad esta relación y sus implicaciones: la filosofía de la tecnología. La utilización del término "tecnología" en lugar de "técnica" puede ser, en sí mismo, objeto de discusión. Técnica es el conjunto de procedimientos y herramientas utilizados para hacer algo. Por su parte, tecnología es un concepto más cercano al ámbito científico, e introduce el elemento teórico que sustenta la técnica, es decir, el porqué de la técnica. Sin embargo, esta distinción ha sido muy discutida y poco aclarada, hasta el punto de que en muchos casos se consideran sinónimos.

1. La filosofía de la técnica de los filósofos
La filosofía de la tecnología se ha desarrollado en dos vertientes: la de los filósofos y la de los técnicos. Por parte de los filósofos, se analiza la técnica en cuanto nos da que pensar la tarea transformadora del ser humano, las implicaciones que esto tiene para la vida, la comprensión de este fenómeno y su sentido, los retos que nos plantea y cómo afrontarlos, la relación con otros campos de la experiencia humana, etc.
Se cubren tres ámbitos de reflexión principalmente: (1) la dimensión crítica: análisis de las concepciones antropológicas subyacentes a la técnica, de las estructuras sociales que genera y del tipo de mundo a que aspira; (2) la dimensión teórica: propuesta de definición del término "técnica", relación entre ciencia y técnica, conceptos fundamentales que incorpora; y (3) la función ética: cuestionamiento de la validez del desarrollo técnico, valores que promueve, idea del progreso y transformación de la misma comprensión del ser humano.

En general, la visión de la técnica no suele ser positiva. Es frecuente que se acentúen los rasgos negativos, las consecuencias desastrosas para la humanidad y la falta de sentido de los avances tecnológicos en su desenfrenada carrera contra el tiempo, buscando lo urgente sin considerar lo importante. Dentro de este grupo de filósofos podemos citar, como autores representativos, a Ortega y Gasset y Heidegger.

2. La filosofía de la técnica de los técnicos 
Por su parte, los técnicos, especialmente los ingenieros, también se han preocupado por reflexionar sobre la técnica, si bien desde una perspectiva algo diferente. Su interés es analizar la técnica "desde dentro", buscando su justificación y la forma de estar en el mundo que tiene el ser humano. En buena medida, esta tarea se ha desarrollado como necesidad de encontrar el sentido de la propia tarea tecnológica, y ha surgido de una preocupación ante la falta de conocimiento de las posibilidades reales de la técnica por parte del público en general, sobre todo en el siglo XX. Su perspectiva, además, suele ser más poositiva frente a la técnica. Dentro de este grupo de ingenieros podemos citar a E. Kapp, F. Dessauer y F. Engelmeier.
Tanto una visión como la otra son necesarias y, por supuesto, no son excluyentes. Para poder construir una reflexión profunda sobre el fenómeno de la técnica en el siglo XXI es preciso recurrir a ambas perspectivas, atenerse a los diversos planteamientos que ambas aportan y tomar en consideración la crítica y la valoración que ofrecen.

3. Saber hacer
En la reflexión sobre la técnica es importante prestar atención a una doble dimensión del quehacer: el pensamiento y el conocimiento necesarios para la acción, el saber, y la realización efectiva, el hacer. Ambos unidos son una realidad mayor que su mera suma, pues se interrelacionan y condicionan mutuamente. La filosofía de la técnica se dedica a analizar tal relación.

Lo esencial de la técnica es la creación, la invención, la elaboración, que es capaz de generar un nuevo modo de existir en el mundo y de estar en la realidad. La técnica tiene consecuencias para la autonomía humana, para la capacidad de acción del hombre, y abre un nuevo horizonte a la experiencia y libertad en el mundo. La irrupción del hombre en el universo abre un nuevo repertorio de posibilidades y realidades. Igual que un prisma opera sobre la luz descomponiéndola en una gama de colores, el hombre posee la maravillosa (fantástica) capacidad de descomponer el universo, de generar, proyectar e inventar. ¿No estamos ante un animal fantástico?
J. Conill, El enigma del animal fantástico (adaptado)

A lo largo de su existencia sobre el planeta Tierra, el ser humano ha ido construyendo un mundo en el que sumergirse como lugar que le es propio. Ha ido transformando su circunstancia y entorno hasta hacerlo humanamente habitable. En tal tarea la técnica, entendida como capacidad de producción tanto de utensilios como de procesos y métodos, ha desempeñado un importante papel. Así, ha adquirido carta de ciudadanía, puesto que es inherente al hombre y condición de su modo de existir en el mundo.
Pero, además, al configurar su contexto, el hombre se ha visto también modificado e influido por tal alrededor, hasta tal punto de entenderse a sí mismo como producto, en buena parte, de los diversos desarrollos técnicos -esto es, culturales- que han acontecido a lo largo de la historia. Por ello puede decirse que existe una doble implicación entre el hombre que elabora una técnica y la técnica que configura al hombre.
Por si esto fuera poco, la técnica se muestra como un modo de explicar la misma realidad del hombre, más allá de la mera fabricación. Es un modo de saber, además de un producir. Es un saber hacer, marcando ambos términos. Tanto más cuando, en la situación actual, ciencia y técnica caminan unidas hasta el punto de hablarse ya de tecnociencia para destacar esta profunda imbricación. El solo saber no puede entenderse sin un hacer. El puro hacer no tiene sentido sin un conocimiento que lo sustente.
L. Feito, La condición técnica del ser humano       

sábado, 21 de mayo de 2016

La técnica como transformación del mundo

La capacidad técnica es una de las características del ser humano que le confiere un grado de dominación del entorno gracias al cual puede desarrollar su vida. Muchas de las manifestaciones del ser humano en el mundo tienen que ver con una transformación técnica. Esta capacidad no es propia sólo de nuestra especie, pues encontramos también ciertos grados de transformación del entorno, de adaptación del medio a las necesidades y del empleo de útiles y herramientas en otros animales, especialmente en los primates. Sin embargo, aun siendo esto cierto, tambiés lo es que el modo humano de hacer técnica es única porque es capaz de "ir creando mundo".


1. Qué es la técnica
Técnica es el conjunto de medios instrumentales o procedimentales que se utilizan para la realización de algo. Por ejemplo, empleamos una determinada técnica al pescar o al pintar un cuadro. Utilizamos un procedimiento, una cierta manera de hacer las cosas, un orden de realización, unos objetivos y pautas que guían la acción. Pero también usamos unos útiles, unas herramientas, objetos o materiales y, por eso, por ejemplo, diferenciamos la técnica de pesca con caña de la técnica de pesca de arrastre.
Sin embargo, el término no es tan claro como pudiera parecer. A pesar de compartir ciertas características, no parece que sea exactamente igual el significado de este término cuando decimos que "el pianista tiene una buena técnica" que al afirmar "la técnica actual puede permitirnos llegar a viajar en el espacio". En el primer caso, estamos haciendo referencia a un conjunto de pautas de actuación cuyo objetivo es la creación artística; en el segundo, al desarrollo de máquinas o artefactos que permiten al ser humano hacer cosas que antes le resultaban imposibles.

2. La naturaleza técnica del ser humano: "crear mundo"
Nuestro modo de realizar la vida es transformar el entorno que nos rodea y lograr unos objetivos buenos para las personas. Por eso es propio de nuestro modo de ser transformar nuestro medio, cambiarnos a nosotros mismos, abrir posibilidades antes inexistentes y crear mundo.
El ser humano necesita modificar la naturaleza que encuentra a su alrededor para hacerla menos hostil. Así, debe protegerse del frío y de los predadores, debe saciar su hambre y buscar un lugar donde guarecerse. Esa primera modificación, en la que ya ha utilizado herramientas y en la que la interacción con la naturaleza es muy parecida a la de cualquier otro animal, es la más primaria pero la más básica. Si no aseguramos la supervivencia, ninguna otra modificación posterior será posible.
Una vez protegido y satisfechas las necesidades básicas, el ser humano, caracterizado por ser inquieto y despierto, realiza otras transformaciones en dos direcciones: por un lado, una progresiva modificación del entorno, de modo que no sólo pueda sobrevivir, sino que pueda "vivir bien"; es lo que denominamos "bienestar". Por otro lado, esos cambios le permiten al ser humano dirigir su atención y sus esfuerzos a tareas con las que no solo transforma el medio para adaptarlo a sus necesidades, sino que también le dotan de sentido. Aquí es donde hay, en su acepción más profunda, una "creación del mundo". La imaginación transformadora del ser humano, siempre en búsqueda continua, da significado a la misma existencia, plantea preguntas, busca la belleza y, con todo ello, trata de comprender la vida haciéndola plenamente humana. Esto es lo absolutamente específico del ser humano en cuanto "animal técnico": no sólo la creación de lo necesario y también de lo superficial, sino, sobre todo, la creación de un mundo con sentido.

3. Lo artificial y lo natural
La técnica suele definirse como una modificación de la naturaleza que, en buena parte de los casos, incluye la construcción de un artefacto. Así, suele oponerse lo natural a lo artificial, entendiendo que lo primero es lo que se da espontáneamente en la naturaleza y lo segundo lo que el ser humano hace y construye. De esta forma, lo artificial se entiende como contrario y diferente de lo natural. Sin embargo, este modo de concebir la técnica ha cambiado en la actualidad. En primer lugar, porque si consideramos al ser humano como un "animal técnico", no podemos pensar que su modo de ser "naturalmente" sea ajeno a la propia naturaleza; en segundo lugar, porque la técnica es ahora capaz de producir cosas naturales, como seres vivos modificados o que no existían previamente en la naturaleza.

lunes, 16 de mayo de 2016

Comunidad

Es el segundo libro de Zygmunt Bauman que leo. Desde luego, es uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo. Comunidad se centra en dos ideas fundamentalmente:
  •  La difícil compatibilidad de los valores de "libertad" y "seguridad": ganamos en seguridad a costa de perder libertad, o más bien, unos afortunados ganan en libertad y seguridad dentro de "guetos voluntarios" a los que se les impide entrar a los diferentes.
  • Todos necesitamos la comunidad para sentir nuestra identidad. Pero no hablamos de "comunidad" como un medio para afrontar colectivamente los problemas o para redistribuir las riquezas, sino de una especie de "multicomunitarismo" que cierra fortalezas y que exige lealtad a cada miembro de la comunidad, quedando fuera de las "murallas" a otros que tendrán por sí mismos que salir adelante individualmente.
Aquellos que quedan fuera de las murallas y que viven en precarias condiciones, no crean comunidades que comparten sus dificultades, sino que más bien llegan a recrudecer sus odios. Sin la protección del Estado (en un mundo globalizado, la función del Estado nación se reduce a la vigilancia y a la seguridad), se ven abocados a luchar por sí solos en un mundo hostil, y si no lo lograran, sería debido a su debilidad. Por ello, la sociedad moderna favorece valores como la individualidad, la diferencia y el multiculturalismo, no para aprender unos de otros, sino para conceptualizar, al final y de forma ácida, la falta de compromiso con los demás.
Concluye que si realmente deseamos crear "comunidades", éstas deben basarse en la interdependencia de sus miembros y en la defensa de los derechos humanos y del valor de la igualdad, entendida siempre como igualdad de posibilidades.

domingo, 8 de mayo de 2016

Historia del trabajo

A lo largo de la historia, el trabajo ha sido concebido de modos diversos. No siempre se ha pensado que tuviera una dimensión de realización personal, ni tampoco se ha valorado siempre como carga y castigo. En todas estas concepciones influyen la estructura de la sociedad, el concepto de ser humano que esté vigente y, sobre todo, la ideología que sustenta tales convicciones.

1. El trabajo en la Antigüedad
En la Grecia clásica, el trabajo manual era considerado una labor "inferior" que debía ser realizada por individuos de grupos sociales también inferiores. Una sociedad esclavista en la que existía una perfecta jerarquía, considerada natural, justificaba así que las actividades estuvieran bien estratificadas, de modo que el trabajo era algo impropio de los hombres libres, dedicados a actividades superiores.
Aristóteles, por ejemplo, considera que el trabajo es una actividad cuyo resultado es una obra exterior al ser humano; no tiene el fin en sí misma, aunque todas las acciones, también las que tienen que ver con el trabajo (la producción), hacen referencia al bios (la vida humana), que es un estar-en-obra, no algo acabado y finalizado. El trabajo, como tipo de acción, está subordinado a otras actividades más elevadas, más humanizadoras y sólo será algo complementario en la tradición aristotélica.

2. Cristianismo y Reforma
La difusión de la Biblia a lo largo de la Edad Media dio lugar a que se extendiera la concepción del trabajo propia del Cristianismo. Originalmente concebido como un castigo, el trabajo, fruto del pecado original, se entiende como una condena y una obligación a la que no se puede escapar. Por otro lado, la exigencia del trabajo es también un modo de alabar a Dios, es decir, el trabajo se comprende como alabanza, entrega y obediencia. De ahí el lema ora et labora (reza y trabaja). De la mano de Tomás de Aquino, la filosofía intentará, en su concepción del trabajo, hacer una síntesis entre el pensamiento aristotélico y el propio cristianismo.
La Reforma cambia la concepción del trabajo, que pasa de ser una condena a ser el medio que posibilita la salvación espiritual. Se considera el trabajo como vocación, como algo que permite al ser humano desarrollarse. Tanto Lutero como Calvino defienden este punto de vista, si bien el segundo insiste en valores como el ahorro, la laboriosidad o la puntualidad para indicar las vías hacia la salvación.

3. De la economía al trabajo en la actualidad
Con el surgimiento de una nueva época que descubre el poder técnico, con la consiguiente transformación radical de la naturaleza, se cambia la concepción del trabajo. A partir de este momento, se piensa que el trabajo da valor a las cosas, les confiere valor. No es una clase deficiente de acción, más o menos como en el esquema aristotélico, sino que es creación del mundo, de posibilidades, de naturaleza; rompemos el orden natural... gracias al poder del trabajo. Estas ideas de Locke pasarán directamente a la teoría económica de Smith y, desde ellos, a Hegel y a Marx.
En la actualidad existe una visión más compleja de su significado. Se muestra la ambivalencia del trabajo: por un lado, es creación de posibilidades y vía de realización; por otro, es dominación y esfuerzo que ocupa nuestro tiempo impidiendo otros caminos de realización. La complejidad de nuestro mundo tecnificado y el surgimiento de nuevas tareas propiciadas por ese desarrollo técnico han dado lugar a nuevos modos de entender el trabajo y el propio ser humano en su ejecución.

4. Karl Marx: una filosofía del trabajo
Marx ofrece elementos imprescindibles de crítica social y de análisis antropológico. Su gran preocupación filosófica es que el ser humano alcance cada vez mayores cotas de libertad y desarrollo personal. Una forma de conseguirlo es el trabajo, con el cual logra "humanizar la naturaleza". El ser humano, al trabajar, expresa su forma de ser, puede reconocerse en lo que hace y desarrollar sus posibilidades. Pero en la sociedad capitalista (al menos la del siglo XIX, aunque no sólo entonces) el trabajador no puede "reconocerse" en su obra, porque le "quitan" lo que produce, pagándole un salario que no está acorde con lo que ha hecho. Y el ser humano no es valorado en lo que ha hecho, el tiempo que ha empleado en producirlo es un tiempo vacío, sin sentido..., y la vida se reduce a esta actividad, la vida humana entera es absurda. Marx denuncia brillantemente esta situación de explotación y alienación.

El trabajo alineado
El obrero es más pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más crece su producción en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuantas más mercancías produce. La desvaloración del mundo humano crece en razón directa de la valoración del mundo de las cosas; cuantos más objetos produce el trabajador, tanto menos alcanza a poseer u tanto más sujeto queda a la dominación de su producto.
Todas estas consecuencias están determinadas por el hecho de que el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como un objeto extraño. Partiendo de este supuesto, es evidente que cuanto más se vuelca el trabajador en su trabajo, tanto más poderoso es el mundo extraña, objetivo que crea frente a sí, y tanto más pobres son él mismo y su mundo interior.
¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo?
Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que, en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que, tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo, se huye del trabajo como de la peste.
De esto resulta que el hombre (el trabajador) sólo se siente libre en sus funciones animales, en el comer, el beber, engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la habitación y al atavío, y en cambio en sus funciones humanas se siente como animal. Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en lo animal.
Karl Marx, Manuscritos. Economía y filosofía (adaptado)

domingo, 1 de mayo de 2016

Qué es el trabajo

Dentro de las acciones que lleva a cabo el ser humano hay dos que tienen la peculiar característica de modificar no sólo a la propia persona, sino también al medio en el que se desarrolla. Se trata de la técnica, tarea transformadora que pretende el bienestar de la humanidad, y del trabajo, actividad en la que el ser humano ejecuta una labor, produciendo un bien para sí mismo y para otros. En la actualidad ambos elementos están estrechamente unidos en muchas ocasiones.

Preguntémonos entonces, ¿qué relación guarda el trabajo con el fin y el propósito de la existencia del hombre? En todas las auténticas doctrinas de la humanidad se ha reconocido que todo ser humano nacido en este mundo tiene que trabajar no solamente para mantenerse vivo, sino también para esforzarse por alcanzar la perfección. Para mantenerse con vida necesita diversos bienes y servicios, que no pueden estar a su alcance sin el trabajo humano. Para perfeccionarse necesita una actividad útil según aquel mandato: "Cualquiera de los dones que cada uno de vosotros habéis recibido, usadlo para serviros los unos a los otros, como buenos administradores que administran la gracia de Dios en sus diversas formas." De todo ello, podemos derivar estos tres fines del trabajo humano:
1.- Proporcionarnos bienes y servicios necesarios y útiles.
2.- Permitirnos a todos utilizar, y con ello perfeccionar, como buenos administradores, nuestros talentos naturales.
3.- Hacerlo sirviendo a los demás y cooperando con ellos para liberarnos de nuestro innato egocentrismo.
Esta triple función confiere al trabajo un lugar tan central en la vida humana que es ciertamente imposible concebir la vida a nivel humano sin él. "Sin el trabajo toda la vida humana se pudre", dijo Albert Camus, "pero cuando el trabajo es anodino, la vida se asfixia y muere".
E.F. Schumacher, El buen trabajo


1. ¿Castigo o premio?
Como dimensión humana, el trabajo ocupa una buena parte de nuestras vidas y, por ello, nos obliga a reflexionar sobre el papel que ocupa y la importancia que tiene. Hay dos modos principalmente de entender el trabajo: como premio y como castigo.
En el primero de los casos, el trabajo se considera el modo de realización del ser humano. No sólo hemos de desarrollar nuestra vida, sino que tenemos que hacerlo de un modo adecuado al ideal de persona que consideramos válido. Esto exige que la realización de nuestras capacidades cuente con ciertas posibilidades, como el ejercicio de un trabajo. Sería así éste una vía de logro del ideal humano. En nuestro mundo actual, además, en la medida en que el trabajo está asociado a la posibilidad de tener independencia económica, significa también libertad y capacidad de decidir y actuar. Por todo ello, el trabajo es algo positivo.
Sin embargo, también está muy presente la dimensión de castigo, es decir, el trabajo concebido como tortura, como esfuerzo que hemos de realizar para poder ganarnos la vida, como aquello que nos imposibilita desarrollarnos como personas precisamente por ocupar nuestro tiempo y nuestras energías. Esta "maldición" que se cierne sobre nosotros y que nos obliga a "ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente" sería, así, un castigo por el exceso de soberbia y por haber creído que la vida era algo lúdico, divertido, en lo que no se exige responsabilidad.
La palabra "trabajo" deriva del latín tripaliare, que significa torturar, y que, a su vez, deriva de tripalium, que significa "triple palo", lo cual se refiere por un lado al armazón que se ponía a los bueyes para tirar de los carros y por otro a un instrumento de tortura.

2. El trabajo vinculado a la necesidad
El trabajo es una acción humana, un tipo de actividad de carácter productivo, cuya manifestación más básica es la manipulación de la naturaleza para transformarla y obtener de ella algo necesario para la supervivencia. Este trabajo de tipo "manual" está estrechamente vinculado con la idea de necesidad: el trabajo sería una acción cuyo fin es la satisfacción de las necesidades para sobrevivir. Sin embargo, el desarrollo de las sociedades ha dado lugar a otros tipos de trabajos menos cercanos a la supervivencia, más alejados de lo natural, que cubren un amplio espectro de "servicios" a la comunidad. En este sentido, lo habitual es entender el trabajo como tarea de cambio de la cual se recibe un sueldo o salario, con el que "nos ganamos la vida".

3. Caracterización del trabajo
El trabajo es una actividad que distingue al ser humano de otras especies, tiene que ver con el acondicionamiento de su vida al entorno en el que se desenvuelve y con la capacidad de transformación y manipulación del mundo que el hombre tiene. Por eso es constitutivo y propio de la condición humana.
Esta actividad permite la relación del ser humano con la naturaleza y con el resto de las personas. La naturaleza es transformada, intervenida y utilizada de modo que podemos obtener de ella lo que queremos y la adaptamos a nuestras necesidades. Éste es el modo propio de hacer su vida el ser humano: transformando su entorno. Pero también el trabajo implica la relación con las demás personas, porque tiene una dimensión social. Esto no quiere decir que todo trabajo sea colectivo, sino que el trabajo requiere la interacción con otros de manera directa o indirecta; por ejemplo, porque conoce los métodos que otros emplean en su labor.
Por otro lado, en su dimensión productiva el trabajo se relaciona con la técnica, pues también es una capacidad transformadora de la naturaleza y, en ocasiones, llegan a ser prácticamente lo mismo.

4. Importancia del trabajo en la vida humana
En su relación con el mundo, el ser humano lo transforma y, con ello, hace también una interpretación acerca de cuál es su papel en este universo. A través del trabajo, como producción y transformación, accedemos también a otras esferas propiamente humanas relacionadas con este quehacer, como la creación o la realización de la propia vida y del ideal que cada uno se ha planteado.

5. El trabajo en la sabiduría popular
Puesto que es una parte importante de la vida, el trabajo siempre está presente en nuestra reflexión y en nuestro lenguaje. Los refranes, máximas y sentencias recogen la preocupación del ser humano por realizar una labor que le permite desarrollar sus capacidades personales y cuyo logro cuesta esfuerzo.

Un carretero venía conduciendo un carro desde la aldea cuando éste se le metió en una profunda vaguada. A pesar de que debería echar una mano, se quedó inactivo y empezó a rezarle a Hércules, el único de todos los dioses al que realmente veneraba y honraba. Entonces se le apareció el dios y le dijo: "Agarra las ruedas y aguijonea a los bueyes. A los dioses se les debe rezar cuando hace algo uno mismo, si no es rezar en vano".
Esopo, Fábulas