Existe una disciplina dentro de la filosofía que se dedica a estudiar en profundidad esta relación y sus implicaciones: la filosofía de la tecnología. La utilización del término "tecnología" en lugar de "técnica" puede ser, en sí mismo, objeto de discusión. Técnica es el conjunto de procedimientos y herramientas utilizados para hacer algo. Por su parte, tecnología es un concepto más cercano al ámbito científico, e introduce el elemento teórico que sustenta la técnica, es decir, el porqué de la técnica. Sin embargo, esta distinción ha sido muy discutida y poco aclarada, hasta el punto de que en muchos casos se consideran sinónimos.
1. La filosofía de la técnica de los filósofos
La filosofía de la tecnología se ha desarrollado en dos vertientes: la de los filósofos y la de los técnicos. Por parte de los filósofos, se analiza la técnica en cuanto nos da que pensar la tarea transformadora del ser humano, las implicaciones que esto tiene para la vida, la comprensión de este fenómeno y su sentido, los retos que nos plantea y cómo afrontarlos, la relación con otros campos de la experiencia humana, etc.
Se cubren tres ámbitos de reflexión principalmente: (1) la dimensión crítica: análisis de las concepciones antropológicas subyacentes a la técnica, de las estructuras sociales que genera y del tipo de mundo a que aspira; (2) la dimensión teórica: propuesta de definición del término "técnica", relación entre ciencia y técnica, conceptos fundamentales que incorpora; y (3) la función ética: cuestionamiento de la validez del desarrollo técnico, valores que promueve, idea del progreso y transformación de la misma comprensión del ser humano.
En general, la visión de la técnica no suele ser positiva. Es frecuente que se acentúen los rasgos negativos, las consecuencias desastrosas para la humanidad y la falta de sentido de los avances tecnológicos en su desenfrenada carrera contra el tiempo, buscando lo urgente sin considerar lo importante. Dentro de este grupo de filósofos podemos citar, como autores representativos, a Ortega y Gasset y Heidegger.
2. La filosofía de la técnica de los técnicos
Por su parte, los técnicos, especialmente los ingenieros, también se han preocupado por reflexionar sobre la técnica, si bien desde una perspectiva algo diferente. Su interés es analizar la técnica "desde dentro", buscando su justificación y la forma de estar en el mundo que tiene el ser humano. En buena medida, esta tarea se ha desarrollado como necesidad de encontrar el sentido de la propia tarea tecnológica, y ha surgido de una preocupación ante la falta de conocimiento de las posibilidades reales de la técnica por parte del público en general, sobre todo en el siglo XX. Su perspectiva, además, suele ser más poositiva frente a la técnica. Dentro de este grupo de ingenieros podemos citar a E. Kapp, F. Dessauer y F. Engelmeier.
Tanto una visión como la otra son necesarias y, por supuesto, no son excluyentes. Para poder construir una reflexión profunda sobre el fenómeno de la técnica en el siglo XXI es preciso recurrir a ambas perspectivas, atenerse a los diversos planteamientos que ambas aportan y tomar en consideración la crítica y la valoración que ofrecen.
3. Saber hacer
En la reflexión sobre la técnica es importante prestar atención a una doble dimensión del quehacer: el pensamiento y el conocimiento necesarios para la acción, el saber, y la realización efectiva, el hacer. Ambos unidos son una realidad mayor que su mera suma, pues se interrelacionan y condicionan mutuamente. La filosofía de la técnica se dedica a analizar tal relación.
Lo esencial de la técnica es la creación, la invención, la elaboración, que es capaz de generar un nuevo modo de existir en el mundo y de estar en la realidad. La técnica tiene consecuencias para la autonomía humana, para la capacidad de acción del hombre, y abre un nuevo horizonte a la experiencia y libertad en el mundo. La irrupción del hombre en el universo abre un nuevo repertorio de posibilidades y realidades. Igual que un prisma opera sobre la luz descomponiéndola en una gama de colores, el hombre posee la maravillosa (fantástica) capacidad de descomponer el universo, de generar, proyectar e inventar. ¿No estamos ante un animal fantástico?
J. Conill, El enigma del animal fantástico (adaptado)
A lo largo de su existencia sobre el planeta Tierra, el ser humano ha ido construyendo un mundo en el que sumergirse como lugar que le es propio. Ha ido transformando su circunstancia y entorno hasta hacerlo humanamente habitable. En tal tarea la técnica, entendida como capacidad de producción tanto de utensilios como de procesos y métodos, ha desempeñado un importante papel. Así, ha adquirido carta de ciudadanía, puesto que es inherente al hombre y condición de su modo de existir en el mundo.
Pero, además, al configurar su contexto, el hombre se ha visto también modificado e influido por tal alrededor, hasta tal punto de entenderse a sí mismo como producto, en buena parte, de los diversos desarrollos técnicos -esto es, culturales- que han acontecido a lo largo de la historia. Por ello puede decirse que existe una doble implicación entre el hombre que elabora una técnica y la técnica que configura al hombre.
Por si esto fuera poco, la técnica se muestra como un modo de explicar la misma realidad del hombre, más allá de la mera fabricación. Es un modo de saber, además de un producir. Es un saber hacer, marcando ambos términos. Tanto más cuando, en la situación actual, ciencia y técnica caminan unidas hasta el punto de hablarse ya de tecnociencia para destacar esta profunda imbricación. El solo saber no puede entenderse sin un hacer. El puro hacer no tiene sentido sin un conocimiento que lo sustente.
L. Feito, La condición técnica del ser humano
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