Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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sábado, 4 de junio de 2016

La cultura del ocio

El trabajo y la técnica son dimensiones humanas que permiten la realización personal de los individuos. Para ello, estas dos actividades se insertan en una determinada configuración del tiempo, es decir, el ser humano distribuye, determina y organiza su tiempo de modo que el trabajo ocupe un lugar específico donde cobra su sentido. La importancia que esto tiene es enorme, pues remite a una manera concreta de entender la vida. Una de las cuestiones más relevantes de este análisis es cómo el trabajo puede propiciar o imposibilitar el desarrollo de la persona.

1. Ocio y vacación
El ocio (en latín, otium) suele ser considerado lo contrario del negocio (nec-otium), es decir, lo contrapuesto al trabajo. Así, se entiende como tiempo libre aquel en el que el ser humano, liberado de las obligaciones, puede desarrollar otros intereses y actividades que le son más gratificantes.
El ocio es un "espacio vacío" que le queda al ser humano cuando ha satisfecho las necesidades básicas. Es decir, se trata de un "hueco" o una "holgura" que se produce en el tiempo vital y que posibilita la tarea del pensar y del "ensimismarse" al que se refiere Ortega y Gasset. Con ello puede dar cauce a otras dimensiones de la vida humana: no sólo el trabajo repetitivo y aburrido del que no se puede escapar, sino también el amplio espectro de posibilidades de realización personal más allá del trabajo. A esto es a lo que llamamos "vacación": disponer de ese tiempo "abierto" para nosotros. 

2. Ocio como imposición: el desempleo
Ahora bien, el ocio no siempre es deseado. En ocasiones es un efecto negativo de una mala organización social del trabajo: se trata del paro. A pesar de que el trabajo es un derecho reconocido, no siempre la sociedad posibilita que todos los individuos puedan acceder a él. Eso genera una situación difícil y angustiosa en la que la persona desempleada dedica todas sus energías a buscar una salida. Este "ocio impuesto", lejos de ser gratificante y posibilitar otras dimensiones, es frustrante y deshumanizador.

3. No saber qué hacer con el ocio: el aburrimiento
No sólo es aburrido el trabajo, tambien puede serlo el ocio. En ocasiones, disponer de tiempo de ocio puede generar también otro efecto negativo: no saber qué hacer con el tiempo, no aprovecharlo creativamente, no dotarlo de sentido y, por tanto, perderlo. Es un modo de pasar el tiempo de la vida sin que nosotros vayamos pasando con él la vida.

4. Vocación de vivir
La dicotomía entre trabajo y ocio puede ser reinterpretada como relación. Más allá de los aspectos negativos y positivos que ambos tienen, lo más importante es que contribuyan a la ganancia de sentido vital: el trabajo como lugar donde ganar el tiempo y encontrar significado agradable y satisfactorio a la vida, como el que hay en el ocio.
En este caso estamos hablando del trabajo como vocación, es decir, de la elección de un modo de vida que no sólo sirve par "ganar el pan", sino también para "ganar la vida". No sólo vivir, en el sentido de supervivencia física, sino vivir humanamente.
Esto tiene que ver con la dimensión lúdica y creativa del ser humano: es un ser que juega, que se divierte y que, con ello, aprende, se relaciona, construye un mundo, sueña con el futuro y modifica técnicamente su medio para seguir soñando. Todo ello le hace ser más persona, encontrar su lugar en el universo y seguir jugando a ser.

5. Ocio y vida humana 
En las sociedades modernas el trabajo será cada vez más un "bien escaso". La industrialización y tecnificación progresiva, a la vez que hacen el trabajo más cómodo, hacen superflua la presencia humana. El gran reto de nuestras sociedades complejas y abocadas al desempleo es qué hacer con ese tiempo. La educación para el ocio y el tiempo libre será fundamental.

Para algunas personas, en particular para científicos, ingenieros y empresarios, un mundo sin trabajo señalará el inicio de una nueva era en la historia, era en la que el ser humano quedará liberado a la larga de una vida de duros esfuerzos y de tareas mentales repetitivas. Para otros, la sociedad sin trabajo representa la idea de un futuro poco halagüeño de desempleo afectando a un sinfín de seres humanos y de pérdidas masivas del puesto de trabajo, agravado por una mayor desazón social e innumerables disturbios.
J. Rifkin, El fin del trabajo

El ocio irá siendo cada vez más el gran problema de la civilización, por la misma razón que el trabajo.
Es por medio de la palabra -pero también por el deporte, el cámping, el bricolaje, etc.- como puede restituirse de una forma nueva el contacto que se ha perdido con la naturaleza, con la vida, con el elemento bruto, y quizá -yendo incluso más al fondo- donde puede recobrarse todo un ritmo vital más ligero, más espontáneo, más distendido que la cadencia abrumadora de la vida moderna.
Pues bien, el mundo moderno es un mundo en el que, a medida que se multiplican, los factores de ocio se degradan por la invasión de las mismas técnicas que, por otro lado, han revolucionado la producción, los transportes y todas las relaciones humanas. El sentido mismo de nuestro ocio -duramente conquistado por la reducción de la jornada laboral- dependerá en gran parte de la cualidad de la palabra humana, del respeto a la palabra humana, en la política y la novela, en el teatro y la conversación. Pues ¿de qué le serviría a un hombre ganarse la vida con el trabajo si pierde su alma en el ocio?
P. Ricoeur, Historia y verdad   

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